Admiro a Sergio Scariolo. Es el mejor entrenador que ha tenido el Unicaja en toda su historia. Campeón de Liga, campeón de Copa, semifinalista de la Euroliga... sus números son irrefutables. Me dio mucha pena en su día que se fuera, pero entendí que quizás era el momento de tomar aquella decisión por ambas partes: entrenador y club.

Pienso (bueno, estoy seguro) que es el mejor seleccionador posible para nuestra «Roja» del básket, la bautizada por Marca como «ÑBA». Él sabe que lo aprecio y lo respeto. Por eso estoy seguro que no se va a molestar porque cuestione su lista de elegidos para los Juegos Olímpicos de Londres. Y es que hoy me ha dado por sacar al entrenador que todos llevamos dentro. Y el «Emilio-seleccionador» ayer hubiera incluido en su lista a Carlos Cabezas y a Fran Vázquez.

Lo del pívot gallego sé que es una cuestión complicada. Que hay un desencuentro entre Fran y la selección que viene de atrás, pero entiendo que si al equipo nacional deben ir los mejores, habría que solucionar esto para que él, que es uno de los 12 mejores jugadores de este país, estuviera dentro de los elegidos. La selección sería, desde luego, mucho mejor con su presencia.

Con Cabezas a lo mejor me puede la pasión. A mí es un jugador que me encanta por su actitud y porque lo da todo en la pista. Y repito lo mismo que en el caso de Vázquez: si a la selección deben ir los mejores en sus respectivos puestos, Carlos está claro que ha demostrado esta temporada que es uno de los tres mejores bases de España. Sé que la Federación lo ha tenido controlado las últimas semanas, que le ha pedido talla para preparar su ropa por si acaso..., pero al final se ha caído. Y no se lo merece. Carlitos tiene la mala suerte de que no hay ningún periodista en Madrid o Barcelona que escriba en su favor. Los de Madrid querían a Sergio Rodríguez, los catalanes a Sada y mientras, Cabezas, otra vez nominado a abandonar la «casa».

Alguno dirá que no hay sitio para todos. Que para que ellos dos entren otros deben salir. Yo me mojo: faltan Carlos y Fran y «sobran» (dicho de forma cariñosa) Sada y Claver.