En líneas generales, nos vamos muy contentos por el resultado y la imagen mostrada sobre el parqué. La selección de básket en silla no estaba en unos Juegos desde Atalanta’96, ni en Mundiales desde hace muchos años también por problemas federativos, falta de compromiso, y otros motivos...

Al final incluso nos vamos con la sensación de que si no es por la mala suerte del cruce contra Canadá podríamos haber «cazado» el bronce. Somos el tercer mejor equipo en el balance victorias/derrotas con 5/3. Además, todos los jugadores de otros países nos reconocen nuestro mérito y nos consideran un buen ejemplo de unidad, como demostramos en la despedida que le hicimos a nuestro capitán, que deja la selección. Por este tipo de cosas, nos hemos ganado el respeto perdido por otras selecciones y eso sabe como una medalla, porque eso no es nada fácil de lograr.

Para mí la experiencia ha sido algo espectacular. Eran mis primeros Juegos y no tenia ni idea de lo que allí me esperaba. Los veteranos ya nos decían a todos los novatos que esta cita es muy diferente y que nunca se olvida, que cualquier deportista cambia títulos en otros torneos por estar en unos Juegos Paralímpicos, y sin duda llevan toda la razón: la organización, repercusión y todo lo demás ha sido increíble, no acabas de creértelo. Ahora es una sensación triste el tener que volver al anonimato y a una competición con muy pocos recursos.

Aunque sin duda ha merecido la pena tanto esfuerzo en estos últimos dos años, sabemos de la dificultad de volver a clasificarnos para Río 2016. Son sólo cinco plazas europeas y hay un nivel muy alto, esperamos que la selección y sobre todo la Federación siga apostando fuerte por este deporte para repetir dentro de cuatro años.

De Londres me llevo muchas cosas, pero hay algunos detalles sobresalientes: tenemos que aprender del trato que se nos ha dado a todos los deportistas; allí nos ven como deportistas de élite y no como discapacitados, eso es algo que en España está lejos de conseguirse. Aquí hay poco seguimiento y ayudas, se va mejorando, pero no es suficiente. En España siempre nos persigue el sentimiento de lástima que en Londres no se palpa, aquí en un mes nadie me ha preguntado en ninguna entrevista qué me pasó o me miró de pobrecito... algo que en España es inevitable.

Por lo demás, sorprendió la asistencia de público, que ha sido muy buena. El seguimiento es prácticamente igual que en el de los Juegos Olímpicos y por supuesto la vida en la Villa, donde ves cosas nunca vistas y convives con gente de todo el mundo. Por ejemplo, hemos visto cómo gente sin manos come en el comedor, africanos que llevaban trozos de árbol como bastones... y así un sinfín de anécdotas.

En cuanto a la delegación española he de reconocer que el despliegue fue buenísimo y estuvimos muy bien atendidos. Debemos seguir avanzando para que todos vean que los Juegos Paralímpicos es deporte en estado puro con grandes historias de superación.

[Jesús Romero es jugador malagueño de la selección de baloncesto en silla de ruedas]