Hasta ahora sabíamos que los futbolistas atractivos otorgan un mayor poder mediático a sus clubes, pero gracias a un estudio del sociólogo alemán Ulrich Rosar conocemos también que los jugadores feos rinden mejor en el campo. El trabajo de este profesor de la Universidad de Dússeldorf, que lleva por nombre "Atractivo físico y rendimiento individual", se basa en un análisis que realizó junto a su equipo en la temporada 2007/2008.

En el estudio se en los terrenos de juego, de acuerdo con diversas características e indicadores como número de goles, contactos con la pelota y estadísticas en la lucha por balones divididos. Para explicar los resultados de su estudio, Rosar declaró que "quien es físicamente atractivo no tiene que hacer mucho para dar una imagen positiva." Y añadió que "el jugador piensa: soy bello, no necesito esforzarme demasiado."

Además, el sociólogo alemán sostiene que los espectadores asocian cualidades como disciplina y creatividad a la belleza física de los jugadores, y que por tanto tienen mucho menos que ganarse sobre el césped. Tras este estudio, Rosar pretende realizar un trabajo semejante con jugadoras de balonmano.

De esta forma, pretende comprobar si en los deportes minoritarios se produce un efecto similar al del fútbol. Su objetivo es poder determinar, a mediano plazo, si el fenómeno de que los más bellos rinden menos es extrapolable a ámbitos distintos a los del deporte, como por ejemplo el mundo del trabajo. De entre todos los futbolistas que analizó Rosar, hay uno que destaca con nombre propio: Franck Ribéry.

El jugador francés del Bayern de Múnich encabeza el ranking de los menos bellos con mayor nivel en el campo, pero su falta de atractivo no es casual. El futbolista francés sufrió un accidente de tráfico con solo 2 años, y las cicatrices de aquel suceso aún pueden verse en gran parte de su rostro.

Tras su escalada hacia la cima del deporte rey, Ribéry decidió que aquellas marcas formarían parte de su imagen, y ha afirmado en más de una ocasión que nunca pasaría por los quirófanos para modificar su cara. "De pequeño, se burlaban de mí y me escondía a llorar en un rincón. Pero eso me ha endurecido y me ha ayudado en la vida. Jamás me haré la cirugía estética porque dejaría de ser yo", declaró el internacional francés en una de sus intervenciones.