Me atrevería a decir que la Liga Asobal ha quedado resuelta. Finiquitada. Vista para sentencia. Y no es que acabe hoy, en la jornada trece, es que no hay rival para el Barcelona de Xavi Pascual. La victoria en Vista Alegre del Barça ante el Atlético de Madrid, sumado al empate cosechado semanas atrás por el cuadro colchonero, le dejan a tres puntos del líder y con muy pocas opciones de alcanzar al conjunto azulgrana. El vigente campeón tiene mucho más cerca hoy revalidar el título gracias a este triunfo y a la falta de calidad de una competición despojada de muchas de sus estrellas. Hasta ahora el derbi del puente aéreo entre Madrid y Barcelona tenía interés para el aficionado; desde ahora ni el encuentro en el Palau desatará el morbo de otras citas por mucho que se empeñen sus organizadores y sus más fieles seguidores.

Duele decirlo, pero es así. Los jugadores hacen lo posible por mantener el discurso, pero en el subconsciente, en su fuero interno, tienen claro que volverán a levantar un nuevo título a poco que todo transcurra con normalidad. No sé si la solución, mientras superamos esta crisis, está en modificar el sistema de competición o en dirigir los sorteos para que los encuentros presumiblemente decisivos se celebren al final del campeonato, proporcionándole un poquito más de interés y vida. Pero algo hay que hacer.

Y es que la crisis se ha llevado por delante un buen número de jugadores, de proyectos deportivos. Pero lamentablemente también ha tocado los cimientos de la Asociación de Clubes. La pasada semana despedían tras ocho años al frente del departamento de comunicación a su jefa de prensa, Marta Ardid. Primero fue la supresión de los resúmenes de televisión, en un apagón televisivo poco aconsejable, y ahora llega el despido de la responsable de comunicación, un área que quizás necesite todo lo contrario. No corren buenos tiempos para nadie, está claro, pero confío en que estas decisiones no empeoren aún más la situación de nuestro deporte.

Entre tanto desazón quienes vuelven a sonreír son los aficionados del Torcal Antequera. La felicidad ha vuelto a inundar las gradas del Fernando Argüelles tras años de sinsabores y de una ingrata desaparición. El equipo sigue líder de la Primera División y todo apunta a que disputará la fase de ascenso a la División de Honor Plata. Quizás la categoría que necesite el club y su ciudad. Alejado de propuestas faraónicas. De quimeras inalcanzables a día de hoy. Estabilizar el proyecto y esperar una mejor coyuntura económica deben ser objetivos prioritarios para sus dirigentes. Trabajar la cantera con mimo e ilusión. De la anterior gestión deben aprender para no caer en los mismos errores.

Suerte dispar están teniendo nuestros representantes femeninos en la segunda categoría del balonmano español. Por un lado el experimentado Asisa Costa del Sol sigue encaramado en el segundo puesto de la clasificación y casi por obligación, sin pararnos a pensar en las enormes dificultades que entraña poner al equipo en competición, se le «exige» por historia que dispute una vez más la fase de ascenso a la máxima categoría. Un caramelo envenenado. Un premio apocalíptico que si llega, tendrán que analizar concienzudamente. No está la economía para hacer ninguna locura. Peor lo están pasando las chicas del Fuengirola un Sol de Ciudad. Del guerrero Cristian Domínguez. El trabajo va dando resultado a medida que pasan las jornadas pero el calendario no se detiene. Nueve rivales y un reloj. El del tiempo, que no se frena. Alcanzar la permanencia sería tanto o más que subir de categoría para un club humilde, activo y ejemplo de lucidez entre tanto proyecto sin estructura.

[Raúl Romero es delegado de la Federación Andaluza de Balonmano en Málaga]@raulromeroj