El golfista guipuzcoano José María Olazábal (Fuenterrabia, 5 de febrero de 1966), flamante Premio Príncipe de Asturias de los Deportes, ha puesto la guinda a una carrera plagada de éxitos que le emparejan con su gran amigo Severiano Ballesteros, ya que ambos conquistaron dos ediciones del Masters de Augusta y la Ryder Cup primero jugando -formaron la pareja más exitosa en la historia del torneo- y después como capitanes.

Olazábal cuenta con un extenso palmarés que empezó a fraguarse a los 18 años, cuando conquistó el prestigioso The Amateur Championship, el British Amateur, por delante de rivales como el escocés Colin Montgomerie. Sus posteriores éxitos en Augusta le llevaron a convertirse en el primer jugador desde la II Guerra Mundial que ganaba este torneo amateur y posteriormente un 'grande' ya como profesional.

En total, el guipuzcoano conquistó siete torneos como amateur, abriendo un sendero de gloria que le llevó a 23 títulos en el Circuito Europeo, seis en el Circuito Americano y dos más en el Circuito Japonés. Su último triunfo llegó hace ocho años en el Mallorca Classic y, aunque sigue compitiendo, los problemas físicos, sobre todos por una artritis reumática generalizada en ambos pies, le han impedido retornar a su mejor nivel.

Miembro de World Golf Hall of Fame desde 2009, el 'gusanillo' del golf le empezó a picar al lado de su padre y su abuelo, encargados de mantener en perfecto estado la hierba del Real Golf Club de San Sebastián. Sus éxitos de juventud le permitieron dar el salto al profesionalismo en 1986, cuando irrumpió como 'rookie' hasta el segundo puesto en la Orden del Mérito tras conquistar dos torneos, el Sanyo Open y el Ebel European Masters Swiss Open (con una impresionante tarjeta de 26 bajo par).

Segundo en el Masters de Augusta de 1991 y tercero en el Abierto Británico del 1992, Olazábal rozaba el triunfo en un 'grande' que le confirmara en el olimpo mundial del golf. Finalmente, fue en el Augusta National Golf Club de Georgia (Estados Unidos) donde se enfundó dos veces la 'chaqueta verde', mítica prenda que vistió los momentos cumbre de su carrera.

Su primer triunfo, en 1994, fue recordado por un impresionante 'eagle' en el hoyo 15 de su último recorrido, que le permitió poner una renta insalvable de dos golpes sobre Tom Lehman. Sin embargo, la gloria llegó acompañada de las lesiones, primero con problemas en un pie y luego con su eterna lesión de espalda, convertida a la larga en un calvario.

Su deriva física le llevó a perderse toda la temporada en 1996 y a pensar que ya nunca más lucharía por el triunfo con los mejores jugadores del planeta. Sin embargo, tuvo tesón para resistir y su talento de siempre para volver a sorprender tres años más tarde, cuando volvió a coronarse en Augusta, por delante del 'Tiburón Blanco, el australiano Greg Norman.

La mejor pareja en la historia de la Ryder

Dejando de lado las chaquetas verdes, los mejores momentos en la carrera del guipuzcoano llegaron en la Ryder Cup, que disputó en siete ocasiones como jugador (1987, 1989, 1991, 1993, 1997, 1999, 2006) y como capitán en la última edición de 2012, recordada por la épica remontada del equipo europeo en Medinah (Estados Unidos).

"Esto es muy especial, nunca había experimentado nada como esto. Gracias a todo el equipo, que se han dejado la piel. Pero antes de nada... esto va por ti Severiano", dijo nada más acabar aquella competición Olazábal, que no pudo terminar sus palabras embargado por las lágrimas.

Era el sentido recuerdo para 'Seve', con en el que formó la pareja más exitosa en la historia de un torneo con 85 años de historia. Jugando juntos en cuatro ediciones de la Ryder Cup, acumularon un impresionante balance de once victorias, dos empates y solo dos derrotas. Posteriormente, Olazábal se unió a otro compatriota, Sergio García, hasta dejar su récord como jugador en 18 victorias, cinco derrotas y ocho empates, colaborando a las victorias europeas de 1987, 1997 y 2006.

El jurado no ha sido ajeno a la emotiva amistad entre el vasco y el cántabro, nombrando a Olazábal "digno sucesor del mítico Severiano Ballesteros". Un cuarto de siglo después, el galardón deportivo más importante que se entrega en España volvía a señalar a un golfista, que a buen seguro habrá recibido la noticia con los ojos vueltos al cielo.