­­Manolo Gaspar, a sus 32 años de edad, consideraba que aún tenía bastante fútbol en sus botas como para cerrar su dilatada trayectoria profesional en el Olympiacos de Nicosia chipriota. Regresó en verano a su tierra, a su barriada, la de El Palo, donde muchos de sus amigos de la infancia habían conseguido hacer realidad el sueño del desaparecido Paco Rosas, uno de los más emblemáticos presidentes de la entidad: ascender a la categoría de bronce del fútbol español, Segunda B. Y qué mejor que calzarse las botas en el Nuevo San Ignacio, «en familia». El lateral derecho, ex del Málaga CF, la UD Almería o el Levante, no era consciente sin embargo de que estaba a las puertas de poder vivir una «segunda juventud». El equipo, tras seis jornadas, es quinto con 12 puntos y viaja el domingo a Écija.

Usted firmaba por la entidad de su barrio como «estrella», refuerzo de lujo. ¿Podía imaginar lo que iban a ser capaces de conseguir en apenas unas semanas de competición?

Mucha gente se pregunta sobre el secreto de este gran comienzo de Liga, por estar invictos en nuestro campo y sólo haber perdido en Cartagena y en el Carranza. No se puede imaginar algo así antes de la competición, en una categoría tan exigente como Segunda B. Sin embargo, la clave está en nosotros mismos, en el vestuario. Lo importante es que somos un grupo de amigos, todos somos del barrio. Nos conocemos desde que éramos pequeños.

Debe entonces estar haciendo realidad otro sueño personal, al hacer historia en compañía de quienes también han nacido con este escudo grabado a fuego.

Con el debido respeto a las etapas que como jugador he vivido en el Málaga o en Almería, nunca he sido tan feliz jugando al fútbol como ahora lo estoy siendo en El Palo. Es una de las claves con las que estamos encarando cada semana, cada partido. Formamos un grupo además muy compensado. Tenemos a jóvenes con un hambre de fútbol increíble y los más veteranos damos experiencia al proyecto. Así somos capaces de superar todas las barreras que nos pongan. Es más, creo que, la que acabo de indicarle, es la clave de todos los vestuarios. Yo he estado con auténticos cracks en los vestuarios y aquello no parecía una piña, un verdadero vestuario. He visto a estrellas, cada uno por su cuenta, que no mostraban sentido de la solidaridad. El Palo es seguramente el equipo más humilde de toda la Segunda B española. Pero le digo a cualquier futbolista que si forman un grupo donde se lo pasen todos bien, es difícil encontrar un caso en el que los resultados no lleguen luego.

Rafa Muñoz es un entrenador con una dilatada trayectoria en esta categoría, ¿hasta qué punto también es fundamental su trabajo para conseguir el magnífico ambiente que subraya?

Su amplia experiencia no nos sorprende en absoluto. Lo que sí es sorprendente, día a día, es su enorme capacidad para gestionar muy bien esta plantilla. Como ya habéis publicado ya en el periódico, hay gente en este grupo que trabajaba por las noches, incluso durante toda la madrugada. Hay casos en los que no se puede así entrenar al cien por cien. Pero el míster pone unos horarios en los que todos conseguimos llegar en óptimas condiciones a los partidos. Es cierto, estamos en Segunda B, pero os aseguro que podemos ser el equipo menos profesional de toda la categoría, en el país. Todo tiene así más mérito.

Tienen otro secreto: una afición entregada a sus colores.

Seguimos haciendo un llamamiento a la ciudad. Y vamos creciendo poco a poco. Pero os garantizo que los que van a los partidos son buenos. La gente aquí en El Palo disfruta mucho. Lo bueno de este campo es que hay mucho contacto. Es un típico campo pequeño, donde el equipo es muy paleño. El que no viene a vernos no sabe lo que se está perdiendo. Hay garra, entrega. Se transmite de la grada al campo y los que estamos en el campo contagiamos a la afición muy fácilmente lo que necesitamos.

¿Es otro de esos factores que teme cualquier rival cuando se dispone a visitar vuestro fortín?

Tenemos esa baza que también es muy importante. Nosotros durante el partido escuchamos lo que dice hasta la gente que vive en sus casas, en los bloques que hay junto al campo. Eso es importante. Y a la vez para los rivales es complicado venir y encontrarse lo que hay. Es otro de los motivos por los que la gente viene a vernos. En pocos sitios se puede vivir el fútbol a un metro de distancia.

La otra cara de la moneda son las críticas que ustedes reciben, al asegurar algunos contrincantes que es peligroso jugar en San Ignacio. ¿Le duele lo que ha tenido que escuchar o leer?

No voy a negar que hay adjetivos que duelen. Pero considero que se trata de una fama que viene de antiguo. Que ya no existe. Los equipos que han venido a jugar en nuestro campo en estas últimas victorias saben que hemos ganado los partidos mostrando el fútbol vistoso que puede verse en las principales categorías. Eso no quita que todos seamos jugadores agresivos, de presión. Pero es lo que es la Segunda B. Aquí se ve lo que en cualquier campo. Lo que algunos sacan viene de atrás. Son excusas. Bulos. Historias antiguas para justificar la derrota.

Después del histórico partido de la Copa del Rey, donde cayeron injustamente contra un Xerez que puso menos que ustedes para pasar de ronda, nos decía un dirigente que El Palo ha dado más de una veintena de profesionales al fútbol español. ¿Era ya el momento de que el barrio tuviese un premio como el que les ha tocado ahora vivir?

Este club respira fútbol de calidad por todas partes. Desde Basti, que está entrenando a los más pequeños, hasta quienes uno por uno hacen posible tal milagro deportivo. Yo voy más allá de esas palabras que escuchó. Aquí puede que hayan salido 20 nombres y le aseguro que podían haber salido otros 20. Tenemos una riqueza en este deporte que no es normal. Lo que pasa es que muchas veces por mala suerte o que hay mucha gente que se niega a salir del barrio, porque te atrapa y cuesta dejarlo, no se han dado las circunstancias. Y todo esto siendo el último barrio de Málaga con césped. Es increíble lo que ha dado esta cantera.

A mí se me ocurren un puñado de nombres propios que están con usted en el vestuario.

Este equipo es un equipazo. He jugado con muchos jugadores de Primera, de primer nivel internacional. Pues yo tengo a jugadores de este barrio conmigo que, sin menospreciar a nadie, son superiores a muchos de esos profesionales que he conocido. Durán, Jesule, Nacho, Julio... Por «h» o por «b» están aquí. Y gracias a Dios que están, porque es un orgullo verles con esta camiseta.

¿Y qué me dice de esa cuadrilla de voluntarios que pierde los días enteros por esta entidad?

Son fundamentales. Tenemos a jubilados, a jóvenes, que desinteresadamente están echando cables para poner carteles o hacer lo que haga falta en un entrenamiento. Aquí, con el gran legado de Francisco Rosas o de personas como Fendi, que trabaja por diez, se respira fútbol por todos los lados. Aquí no es un problema que un día no haya un fisio, mientras que en otros equipos ni se entrena. Esa es la diferencia. Si seguimos así, dando el máximo, va a ser difícil no ir logrando objetivos.