A lo largo de 188 páginas de «Los 11 poderes del líder», Jorge Valdano desgrana las cualidades que deben adornar a un buen jefe y eleva el rango de la pasión como fuente principal del liderazgo. El prohombre de Valdano nada tiene que ver con Mourinho, el entrenador que logró que Florentino Pérez lo echase del Real Madrid, club en el que ha sido casi todo: desde futbolista a director general pasando por entrenador de la plantilla más cara del mundo. Asegura que en esa etapa ganó «mucho autocontrol»: «Había veces que le apetecía ser más yo al responder a ciertas preguntas». Tranquilo y reflexivo, Valdano dicta sus recetas haciendo gala de elegancia en cada frase que pronuncia sin olvidar al causante de su salida del Real Madrid. Un ejemplo: «Los modelos autoritarios de Mourinho funcionan sólo un corto periodo de tiempo».

Señor Valdano, de los 11 poderes que usted enumera en la alineación del líder, ¿cuál es el que nunca debe faltar?

La pasión. El hombre apasionado transmite una emoción que da categoría al discurso.

¿Pasión y emoción más que cabeza?

En Harvard ya se habla sin cortapisas de que el 30 por ciento del éxito de un proyecto está en el grado de compromiso de la gente. Esto pone en valor la emoción. El fútbol no deja de ser un territorio muy emocional.

¿Cómo equilibrar esas emociones en unos chicos jóvenes tan endiosados?

Los futbolistas son ejemplo de discreción, sentido común y humildad.

No veo a Cristiano Ronaldo muy humilde...

Hay que entender cierto grado de vanidad, que es consustancial en el artista que tiene contacto con un público masivo.

Así que la vanidad controlada, ¿es hasta una virtud?

Di Stéfano siempre dice que hay que cuidar las proporciones. El éxito es un poderoso afrodisiaco, pero un penoso consejero. Sobre todo cuando desata la egolatría. Cuando alguien se extravía no hay mejor remedio que pegarle una bofetada psicológica.

¿Cómo?

Recuerdo la lección que dio Carlos Salvador Bilardo a los jugadores de la selección argentina que se quejaron una vez de una sesión de entrenamiento que había sido más larga de lo habitual. Al día siguiente, Bilardo despertó a toda la plantilla a las cinco de la mañana, los subió en un autobús y los llevó a una boca de metro. Era de noche y durante una hora, los jugadores vieron el cansancio de miles de personas que salían de noche para ir a trabajar y volvían también de noche a casa. Hay que ayudar a estos chicos tan jóvenes a ver que son unos privilegiados. No sólo por lo que ganan y la fama que tienen sino porque se ganan la vida con un juego que prolonga sus infancias. Hay que inculcarles el valor de la humildad.

¿A quién le daría usted hoy una bofetada psicológica?

No veo a ningún jugador tan odioso como para merecerla.

Desde luego, el líder que dibuja usted en su libro nada tiene que ver con Mourinho.

Mourinho es uno de esos líderes que necesita acumular poder para ejercer el mando. Otras personas prefieren convencer con argumentos y transmitiendo tranquilidad.

¿Era el modelo de Mourinho dictatorial?

Es el modelo autoritario del jefe que manda y el rebaño que le sigue. Ese tipo de modelo autoritario está demostrado que sólo sirve para un corto periodo de tiempo porque luego sobrevienen las divisiones.

También hay que reconocer que hay tipos de entrenadores y tipos de equipos. Con los equipos inmaduros hay que dar alguna vez un golpe de autoridad.

Quizás Mourinho se encontró con un equipo inmaduro al llegar al Real Madrid en 2010.

Era un equipo muy joven y quizás necesitaba ese golpe de autoridad. El problema vino después, cuando se pasó en algunos excesos: metiéndose con el Barcelona y con el encontronazo con Tito Vilanova, por ejemplo.

¿Cómo pudo lograr José Mourinho que Florentino Pérez le cediese todo el poder hasta el punto de echarle a usted del club?

Eso habría que preguntárselo al presidente. Si aquello era una pelea, Florentino eligió al ganador. Había dos ideas sobre lo que tenía que ser el Real Madrid y él se decantó por una. Florentino cedió a Mourinho todo el poder del mundo.

¿Cómo es ahora su relación con Florentino Pérez?

Normal.

¿Por qué regresó usted al club tras haber sido destituido una primera vez?

La primera vez no me echó. Cumplí el contrato y me fui porque pensaba que se había acabado mi ciclo. Volví después porque había un proyecto que me parecía interesante. Ese proyecto inicial cambió de dirección y ya no me convencía.

A Mourinho, como a Del Bosque, le surgieron pronto voces críticas dentro del vestuario. ¿Desempeñaron Casillas y Ramos el papel que habían interpretado Raúl y Hierro y que propició la destitución de Del Bosque del Madrid?

Son casos distintos porque Del Bosque y Mourinho tienen personalidades opuestas. Con modelos dictatoriales como el de Mourinho empiezan pronto las divisiones.

¿Por qué se ensañó Mourinho con Casillas, al que castigó con la suplencia en cuanto tuvo la excusa de la lesión del portero?

No lo sé. Lo que está claro es que no había una razón técnica.

¿Es Iker Casillas el mejor portero del mundo?

Eso lo dicen las estadísticas y los títulos que ha ganado Casillas.

¿Cómo es posible entonces que el mejor portero del mundo sea suplente del que era suplente en el Sevilla?

Diego López tampoco ha perdido su puesto debajo de los tres palos. Ahora existe una rivalidad profesional entre dos grandes porteros y Casillas tendrá que renovar día a día sus méritos.

¿Cree que le perjudicó a Casillas su relación con Sara Carbonero?

Sospecho que sí, pero es sólo una sospecha sin argumentos. Casillas es muy bueno, como todos los jugadores del club.

Buenos y caros.

La Liga de los números, de los fichajes caros la gana el Real Madrid desde hace mucho tiempo. Es el club más rico del mundo. Es la justicia capitalista. El fútbol es una industria de héroes y aquel que no quiere a los mejores héroes difícilmente puede aspirar al mercado mundial.

¿No sería más recomendable implantar en el Real Madrid un sentimiento de equipo similar al que instauró Cruyff en el Barcelona y que sigue vigente?

El Real Madrid es un club orgulloso y ese rasgo competitivo lo define y lo expresan todos los jugadores. Son estrellas y son equipo. La rebeldía a la derrota es un rasgo cultural del club. En el Barcelona también hay estrellas y tienen la suerte de que tres de ellas, Xavi, Iniesta y Messi hayan salido en una misma generación. Ese es un milagro que no se ha dado nunca en la historia del fútbol.

¿Cuál es ahora el maleficio del Real Madrid?

El Real Madrid está luchando contra el mejor Barcelona de la historia y su gran mérito es no resignarse y seguir luchando por derribar ese fuerte.