«Te has convertido en un corredor/a... cuando haces un viaje de 150 kilómetros para correr una carrera de 50». Con esta cita de Miquel Pucurull, un corredor popular, arranca «Comer y correr», un libro de Julio Basulto y Juanjo Cáceres. Una obra que a lo largo de sus casi 3oo páginas va «desmontando los mitos de la alimentación de los runners».

Basulto (Barcelona, 1971) habla desde su condición de diplomado en nutrición humana y dietética por la Universidad de Barcelona, además de como «apasionado corredor» en su tiempo libre. Cáceres (Barcelona, 1974), doctor en Historia por la Universidad de Barcelona, ha desarrollado su labor profesional en la investigación social aplicada a la alimentación y el deporte. También es corredor popular desde 2008. Ambos desgranan, desde el rigor académico, cómo correr «con cabeza», tal como incide Basulto, «con recomendaciones y consejos para el atleta en situaciones diversas».

Una de las principales falacias que los dos autores tratan de romper es la de los suplementos dietéticos, de los que directamente -en palabras de Basulto-, «hay que desconfiar». «Muchos son ilegales, algunos falsos y otros peligrosos», explicitaba.

Bebidas con electrolitos, la creatina, el bicarbonato o citrato son algunos de los capítulos en los que se hace especial hincapié. Los escritores se confiesan desde el principio «muy escépticos e iconoclastas» y perfectamente conscientes de que la batalla que se llevan entre manos es complicada, por la ingente cantidad de leyendas urbanas sobre el mundo de las carreras populares.

Siempre apoyados por estudios médicos y remitiendo a una extensa e interesante bibliografía final, interrogantes sobre cuanta agua es conveniente beber o la conveniencia de correr con determinadas patologías, como diabetes, hipertensión o la enfermedad celíaca, quedan argumentadas ampliamente, pero de forma amena, en este compendio de ayudas.

No queda ahí la cosa. Embarazo, lactancia, o adultos mayores son etapas de la vida que Basulto y Cáceres abordan también, así como la incongruencia de regímenes como la Paleodieta, que propugna un elevado consumo de cárnicos.

«Comer y correr» se convierte en el manual perfecto para el corredor que se toma las pruebas no solo como algo puramente deportivo, sino como una contribución a su salud. Da pautas muy claras sobre cómo empezar, y acabar, el día de la competición. Las horas previas, con la ingesta de sólidos y líquidos adecuados, así como la alimentación e hidratación durante un maratón, algo esencial para evitar la temible «pared» o «pájara» o el término más popular como es el del «muro». Como recuerda Basulto, «las reservas de glucógeno muscular son limitadas y los corredores están expuestos a que se agoten».

¿Qué consumir entonces? ¿Frutos secos o fruta fresca y desecada? A esas y otras dudas responde la obra desde la medicina, pero sin renunciar a la ironía cuando el lector se topa con la pregunta: ¿una cervecita tras la competición? Su respuesta es tajante. «Tomar alcohol antes, durante, o (también) después de una carrera perjudicará el metabolismo de los carbohidratos».

España, uno de los países con mayor sedentarismo de Europa, se ha apuntado tarde a la moda de correr, pero en los últimos años la masiva afluencia de participantes en carreras populares, medios maratones, pruebas de duatlón o triatlón y trials demuestra que algo está cambiando. Basulto ahí echa mano de las tesis de Cáceres. «La crisis hace que la gente no pueda pagarse un gimnasio, también hay mucho paro y además está el efecto contagio», señala. «Lo que es innegable es el efecto beneficioso de correr, pero con sentido común», concluye.