La quinta edición del Maratón de Málaga encumbró al atleta keniano Mutai, que al añadir a su triunfo un nuevo récord para la prueba -2 horas, 13 minutos y diez segundos- se embolsó 3.500 euros, pero tardó en proclamar el podio en féminas. El motivo: un «error» en la «señalización», que forzó la descalificación de hasta 27 corredores e incluyó a las dos primeras mujeres que cruzaron la meta, como reconocía por la tarde la web oficial de esta aún joven prueba popular.

La organización puso la lupa en el lugar donde las dos kenianas que muy pronto impusieron un ritmo superior al del resto de competidoras fueron desviadas irregularmente: «No han completado por error alrededor de un kilómetro del recorrido oficial, en el kilómetro 21. Concretamente, se trata de un punto de la avenida Manuel Alvar en el que tenían que girar hacia la calle Marilyn Monroe para rodear las instalaciones de Inacua tomando la avenida Imperio Argentina, la calle Villanueva de Tapia, la avenida Alicia de Larrocha y, finalmente, la calle Concha Lagos para regresar a la avenida Manuel Alvar».

Y los propios responsables de la carrera añadían en el comunicado oficial: «Aunque los corredores tienen la obligación de conocer el recorrido al detalle, la organización está analizando lo sucedido y ya está trabajando para seguir mejorando la señalización y otros aspectos de la prueba en el futuro con el deseo de convertir el Maratón de Málaga en una referencia».

Con casi una hora de retraso, una vez que la doble campeona de España en la distancia y olímpica en Pekín, María José Pueyo, elevase su reclamación ante los jueces respecto a posibles «irregularidades en el trazado», fue proclamada definitivamente como «ganadora por tercera vez en la carrera costasoleña» la especialista manchega Gemma Arenas. Pueyo, a cuya reclamación se unió la de otros participantes en categoría masculina, subió al segundo cajón del podio, y en tercera posición acabó la malagueña Beatriz Jiménez -quinta en la edición de 2013-.

A pesar de la polémica descalificación de casi una treintena de corredores, lo más destacado de ayer, con el nuevo trazado por las calles más céntricas del casco histórico de la capital, fue la óptima meteorología y el gran ambiente que se vivió con miles de malagueños entregados a uno de los mayores espectáculos deportivos que genera el atletismo. Así quedó pulverizado el récord que el pasado año estableciese el etíope Wubishet Girum -2 horas, 16 minutos y 53 segundos-. Gemma Arenas también logró rebajar en dos minutos su propia marca y en casi diez la marca en Málaga de 2013, cuando fue tercera, al acabar en 2 horas, 45 minutos y 49 segundos.

La Maratón Cabberty Málaga le otorgó una nueva plata -segunda consecutiva- al marroquí del Cueva de Nerja-UMA Abdelhadi El Mouaziz, que detuvo el cronómetro en 2 horas, 15 minutos y 28 segundos, mientras que fue tercero el también keniano Francis Kimutai, con 2 horas, 18 minutos y 45 segundos. Tanto Mamo Adanech y Chelanga Faridah pasaron la meta del Paseo del Parque en primera posición, pero fueron descalificadas. De manera que la doble ganadora manchega en 2011 y 2012 certificó su tercer triunfo tras superar en el kilómetro 33 al aragonesa María José Pueyo -2 horas, 46 minutos y 55 segundos, finalmente-. Beatriz Jiménez finalizó en 3 horas, 4 minutos y 24 segundos, una marca sensiblemente inferior a la de 2013: 2 horas, 59 minutos y 31 segundos.

Un total de 3.000 corredores dieron brillo a una edición en la que de nuevo muchos aficionados fijaron su atención en Abel Antón, uno de los padrinos de la prueba junto a Martín Fiz. Entre los nombres propios de la carrera también estuvieron los de los primeros españoles o malagueños en cruzar la línea de meta. Álvaro Izquierdo fue cuarto en la general y segundo entre los veteranos, por detrás de El Mouaziz, mientras que Gonzalo Martínez, acabó sexto, con algo menos de 2 horas y 45 minutos.

Destacó asimismo la novena posición en la general de Claudio Sepúlveda López, del Atletismo Fuengirola, o el décimo puesto de David Pérez, del toledano club La Sagra -ambos muy cerca de ese listón fijado en las 2 horas y 45 minutos-. Unos y otros fueron felicitados personalmente, nada más atravesar la línea de meta, tanto por el alcalde de la ciudad, Francisco de la Torre, como por el concejal de Deportes, José del Río. Y también recibieron la inmediata ovación de responsables de firmas patrocinadoras como Coca-Cola, como fue el caso de Eduardo Martínez.

Los guías de la Maratón

Su labor es oscura, pero son los ojos de los atletas. Se llaman Pacemakers: corredores anónimos que llevan una marca identificatoria (globo con un tiempo) para que los atletas sepan qué tiempo final pueden hacer si corren cerca de él. Fueron un total de 21 para que así la información fuera puntual. La seguridad corrió a cargo de la Policía Local y Protección Civil; y 726 voluntarios y animadores también prestaron su ayuda.

Voluntarios: mucha agua, frutas y bebidas isotónicas

El sufrimiento de los 42.195 metros se hizo más llevadero al situarse puestos con voluntarios cada 2,5 kilómetros, en el que se repartieron a los corredores todo tipo de bebidas. También, como novedad ya en 2012, se utilizaron casetas para aliviar cualquier necesidad fisiológica. Se distribuyeron también varios miles de piezas de frutas: plátanos, naranjas y manzanas.

Cuidados y mimos para los corredores

Las instalaciones de meta en el Paseo del Parque presentaban una especie de campamento para atender a aquellos atletas que sufrieron calambres o necesitaron de otras ayudas. Tres médicos, cuatro enfermeros, nueve podólogos y hasta 26 fisioterapeutas atendieron a los atletas que requirieron de sus manos para curar alguna ampolla o masajear los cargados músculos.

Bebidas por un tubo

Coca Cola en Málaga repartió entre los participantes miles litros de bebidas, entre ellas 4.000 botellas de medio litro de Powerade (2.000 litros), 1.600 botellas de litro y medio de Aquarius, justo el doble que en 2013, distribuidas por los diferentes puntos de avituallamiento. Todo ello, al margen de alrededor de 15.000 litros de agua que se repartió en botellines individuales o en garrafas.