­El despertador suena a las 5.45 de la madrugada. Haga frío, calor, llueva o las estrellas resplandezcan en el cielo de Málaga. Ésa es la hora en la que los sueños abandonan el inconsciente para tratar de hacerlos realidad en la piscina, a base de dedicación, disciplina, esfuerzo y trabajo. Son sueños con formas de medallas, de días de gloria y reconocimiento. Aunque sea efímero, pase rápido y vuelva la realidad de la piscina y la disciplina. Aunque sepan que las ayudas escasean y que la natación sólo aparece en televisión cada cuatro años. Pero esa es, al fin y al cabo, su pequeña recompensa. Aunque a esas horas todo parezca irreal y lo único que cuente es que el despertador ha sonado y que a las 6.20 de la mañana, 16 niños y jóvenes ya se han zambullido en la piscina del Centro Acuático Inacua. Ésa es la única realidad que conocen a día de hoy: nadar, nadar y nadar.

Ellos han elegido esta vida y son felices: hacen lo que les apasiona. Son, además, unos verdaderos privilegiados. En Málaga se encuentra el Centro Especializado de Tecnificación Deportiva de la Federación Andaluza de Natación. Y aquí, bajo la batuta de Xavi Casademont, el director técnico de la Federación Andaluza y cabeza visible del Centro de Tecnificación, aprenden valores aletargados, quizá olvidados, por los jóvenes de nuestra sociedad: sacrificio, entrega, rigurosidad, paciencia, diligencia, persistencia...

Son 16 chicos y chicas, ocho de Málaga y otros ocho del resto de Andalucía, incluido un melillense. Las más pequeñas tienen tan sólo 14 añitos y los mayores han cumplido ya los 18, con la salvedad de los dos «jefes» del grupo, dos nadadores que se entrenan como ellos y que son, al mismo tiempo, el espejo donde los demás se miran, los ejemplos a imitar. La malagueña Duane da Rocha y el sevillano Melquiades Álvarez, ambos nadadores olímpicos. Lo han sido todo en el panorama nacional e internacional, tanto en Campeonatos de Europa como en Mundiales. Ahora en el Centro Inacua expían sus pecados e impulsan, quizá ya por última vez, sus brillantísimas carreras que, como los cometas, pronto comenzarán a apagarse. Duane -recién cumplidos los 27- y «Melki» -26 años- son dos veteranísimos de la natación. Ellos, más que alumnos, ya son maestros.

El acné de sus rostros delata la extrema juventud de los sufridores que, a diario, pasan cuatro horas en al agua, más otra más de «seco». El «seco» no es un descanso. Todo lo contrario. Trabajo de gimnasio para fortalecer la musculatura. La primera sesión de entrenamientos es de 6.20 a 7.50, con el estómago vacío, porque así, según explica Casademont, «se favorece la movilización del metabolismo de las grasas». Así que cuando los nadadores llegan a clase ya tienen una primera ración de piscina en el cuerpo. Se trata de un trabajo aeróbico, a un ritmo «cómodo» de nado.

Desde el Centro Acuático Inacua todos se marchan a clase. El ejemplar complejo construido por el Ayuntamiento de Málaga, y de gestión privada, es el epicentro del trabajo. Un acuerdo a tres bandas, que incluye a la Federación Andaluza de Natación, permite a estos 16 nadadores disponer de las suficientes calles libres para realizar sus duros entrenamientos. Dobles sesiones a diario, excepto miércoles y sábado, que sólo hay una, con la jornada dominical de descanso. Aunque, en muchos casos, el domingo, más que descansar, se compite.

«Son todos realmente muy disciplinados», apunta Casademont. El entrenador lleva más de media vida aquí en Málaga, tras llegar hace 30 años, cuando aún era nadador -bracista- al Cerrado de Calderón, club que dio grandes campeones a Málaga, como los olímpicos Guillermo Mediano y Carmen Collado o Ignacio Fernández. De hecho durante muchos años, la piscina cubierta del Cerrado fue el Centro de Alto Rendimiento de la Federación Española y allí estuvo hasta 2008 el Centro de Tecnificación de la Federación Andaluza. Casademont llegó de Barcelona cuando se cerró la Residencia Blume para deportistas de alto nivel, y se centralizó en Madrid. A partir de ahí, Xavi continuó su labor en la Costa del Sol, siendo uno de los grandes gurús de la natación española.

Cuando, en pleno amanecer, los chicos y chicas salen de Inacua, el día sigue para ellos. Comienza el horario escolar y aunque ellos ya llevan en pie más de tres horas y han nadado ya algún que otro kilómetro toca ir a clase. Los deportistas que no son malagueños o de otros puntos de la provincia viven en la Residencia Andalucía, dentro del Recinto de la Universidad Laboral, y estudian en el Instituto del centro. Pasan entre la residencia e Inacua casi todo su tiempo. Se trata de la coína Ana Perea, la rondeña Reyes Millán y la sampedreña Andrea Diana Blindu, todas de 14 años, y las benjamines del grupo junto a Irene Lizana, Lucía Pastor y Amalia Galán. Las seis tienen sólo 14 añitos, todas son de Málaga y la provincia, y sus caritas de niñas delatan su corta edad.

Podrían haber escogido otro camino, pero la natación las ha atrapado y, a base de esfuerzo y dedicación, quieren triunfar por encima de todo. Lo acaban de hacer en el Campeonato de Andalucía celebrado la pasada semana en Málaga. Alguna acabó con tortícolis por el peso de tantas medallas que se habían colgado al cuello. Paula Ruiz logró tres oros en 100, 200 y 400 libres; Andrea Diana Blindu también subió a lo más alto del podio en 100, 200 y 400 libres, más una plata en 100 mariposa; Reyes Millán se colgó tres oros en 100 y 200 espalda y 200 estilos, y fue plata en 200 libres; y Lucía Pastor también fue oro en 100 y 200 mariposa, así como plata en 400 libres y bronce en 200 libres. Son máquinas de ganar. Y de pulverizar retos y récords.

Cuentan los nadadores que en su deporte no hay secretos ni trampa ni cartón. Menos ahora, sin los famosos trajes que arañaban décimas al crono. Sólo está el agua, la calle y el cronómetro. No hay árbitros de por medio (más allá que los jueces que velan por el buen desarrollo de cada competición) y el rival está en otra calle, separada por corcheras. Así que no hay más cera que la que arde. El trabajo previo, desde ese momento, es el que manda.

Las pequeñas están empezando en el duro día a día de la natación y para ellas, los otros compañeros de grupo son realmente los pilares sobre los que construyen su dedicación. Claro que, en este caso, los mayores apenas tienen 16, 17 y 18 años. De esta horquilla de edad, la más amplia, sólo hay una malagueña, Paula Ruiz. La nadadora del Real Club Mediterráneo ya ha saboreado las mieles del éxito internacional. La fondista se ha proclamado este verano campeona de Europa infantil de Aguas Abiertas, en el lago Jarun de Zagreb (Croacia).

Junto a Paula, y también con 16 años, trabajan Andrea Sánchez (Sevilla) y Javier Chacón (Sevilla). Tienen 17 años Fernando Nicasio (Melilla), Francisco Agüera (Almería) y Elisa Sánchez (Granada). Y ya son mayores de edad, con 18 años, el granadino Marcos Rodríguez y el otro malagueño del grupo, el fuengiroleño Ricardo Rosales, que apunta muy alto, bajo el escudo del Club Navial cordobés.

Los «jefes» del grupo

Duane y Melquiades son los «grandes» del grupo. Ellos son el espejo, pero cada día aprenden también de los peques. Se retroalimentan unos de otros. Porque cada día es un reto, un durísimo examen. Tras las clases y sin apenas tiempo para almorzar, la piscina vuelve a llamarles. «La segunda sesión es la más dura», admite Casademont. Es de 15.30 a 18.00 horas, y ahí sí que hay licencia para el trabajo duro. «Hay más intensidad», explica, con su libreta en la mano, donde lleva con tremenda profesionalidad el trabajo y las cargas de cada uno de sus 16 deportistas.

«Hay 16 nadadores de infantil a júnior, que están aquí con nosotros dos o tres años para formarse e ir a los Nacionales por edad o, como los casos de Duane o Melquiades, para seguir con sus carreras. Los clubes nos los ceden para que sus mejores nadadores puedan desarrollarse. El problema es que son muchos y muy diferentes. Hay que llevar varios programas de entrenamientos a la vez y hay días que las cosas se complican. Mientras Duane y «Melki» tienen el objetivo del Mundial de Kazan, los más pequeños sólo nos preocupa su formación», cuenta.

Formación y educación, en la piscina y también fuera de ellas. Casademont es también una especie de padre, especialmente para los críos que están lejos de casa. Existe un responsable en la Universidad Laboral que vela por estos chicos. «Con Jon, el diálogo es muy fluido, y él allí trata con los tutores de la residencia. La Federación coordina todas esas cuestiones y todos están en comunicación conmigo para saber cuándo son las concentraciones, las fechas de exámenes y las de competiciones. Todos estamos en contacto para saber el día a día de cada uno, y para comunicar las fechas de las concentraciones o los campeonatos. Si un nadador sale fuera a competir, en la residencia lo saben. Y yo soy consciente de cuándo ellos tienen exámenes y tienen más estrés, y así cambiamos el ritmo de los entrenamientos».

En una vida tan milimetrada, tan coordinada, cualquier variación puede ser un terremoto. La fecha de exámenes en el instituto es uno de los puntos «calientes». Porque todo afecta a los deportistas, especialmente a los nadadores, que pasan tantas horas en la piscina y que, por lo tanto, luego necesitan mucho tiempo de descanso.

«En esas fechas duermen menos y se nota, por eso hay que cambiar la preparación», relata Casademont, que no deja de asombrarse del poder de sus pupilos. «Es increíble cómo aprovechan el tiempo. Ellos están exentos de hacer Educación Física y en esa hora son capaces de sacar mucho trabajo para adelante», narra.

Los miércoles y los sábados cambian su día a día. El miércoles no se entrena por la mañana, con lo que se ahorran el madrugón, y el martes por la tarde-noche pueden dedicarlo a estudiar más o, simplemente, a algo de ocio. Y los sábados se entrenan por la mañana y así los malagueños que no son de la provincia pueden irse a casa a pasar el fin de semana e incluso los que viven en otros puntos de Andalucía visitan a sus familias. Aunque sea por apenas 36 horas. Todo cuenta y todo suma. Una semana en las vidas de estos pequeños grandes deportistas es toda una montaña rusa. Ellos han elegido esta forma de vida tan particular. Alejada de la comodidad y centrada en un deporte tan gratificante como sacrificado. En Málaga, en Inacua, confluyen sus vidas.

Son 16 ejemplos que quizá, algún día, se cuelguen medallas en Nacionales o Europeos. O quizá no, se queden en el camino, entre brazada y brazada. Ellos lo intentarán, pondrán todo de su parte. Seguirán madrugando, doblando entrenos a diario, llevando un ritmo de vida estricto, espartano, casi sacado de otra época. Pase lo que pase se dejarán el pellejo en el intento. Tienen las instalaciones, los técnicos, los medios y el método. Saben que cuentan con un entrenador que ya ha modelado la carrera de grandes figuras y el ejemplo de Duane da Rocha y Melquiades Álvarez, dos nadadores olímpicos, mundialistas, medallistas en grandes citas y plusmarquistas en sus disciplinas, que nadan con ellos, codo con codo, justo en la calle de al lado.