Cuando Richi Guillén se abrazó a Manolo Rincón en el túnel de vestuario, con Joan Plaza a un lado, aguardando su turno para felicitarle, la joven, bisoña, desordenada y feliz plantilla del Clínicas Rincón celebraba ya en el vestuario del pabellón Maestro Salvador Sánchez de Torre del Mar lo que hace tan sólo un mes era un imposible: la salvación. Cuando Ricardo Guillén jugaba con el Unicaja de Javier Imbroda la Copa de Europa, allá por 1995, los mismos chavales que ahora le llaman "Abuelo" todavía no habían nacido. Y esos chicos, cuando el tinerfeño criado en Maristas y formado en el Unicaja, como jugador y como hombre, entró en trance en el segundo cuarto, esa pandilla de veinteañeros -algunos aún están en categoría júnior- aprendieron lo que es el baloncesto en estado puro, lo que es este juego, lo que representa, lo que quizá ellos nunca lleguen a ser. O quizá sí, dependerá de ellos. De su empeño y de su profesionalidad. El Unicaja les va a poner, les está poniendo, todo los medios a su alcance. Ellos son los que deben dar el paso.

El "Abuelo", con 18-21 en contra, en pleno segundo cuarto, fue tocado por los hados del básket. A Ricardo se le enangrentaron los ojos, se le calentó la muñeca, y destiló toda la clase que lleva dentro. Cuando el bocinazo del descanso le despertó de su delicioso sueño, Ricardo había firmado en ese segundo parcial, en ese clínic que hay que guardar en la videoteca del básket malagueño, 19 puntos (5 de 5 en triples), 4 rebotes, 3 asistencias y 25 de valoración. Sólo en ese segundo parcial. Al descanso, el ala-pívot de 39 años ya acumulaba 25 puntos y 35 de valoración, y el Clínicas había dejado sin sentido al Unión Financiera Oviedo, que del 0-10 inicial se fue al 54-40 del intermedio. Un segundo cuarto apoteósico, indescriptible, como pocos se recuerdan, en el que el Clínicas Rincón anotó 39 puntos y se fue hasta los 72 de valoración.

Esa "barbaridad" de partido, esa exhibición, ese impresionante clínic, dejó al Clínicas anestesiado. Era imposible mantener esa eficacia en el tiro (66% en triples, con de 10 de 15), y el Oviedo, que se jugaba entrar en play off, apretó desde la defensa. Paco Aurioles, que ha demostrado que es un pedazo de entrenador como la copa de un pino, paró el partido con tan sólo un minuto y medio de tercer cuarto. Porque el Oviedo comenzó el cuarto al igual que el arranque, imparable. 0-11 de parcial y partido nuevo: 54-51. Claro que Richi, aún con la resaca del éxito, seguía sumando, con otro triple y un dos más uno: 64-53. Suele ocurrir que, cuando un jugador llega a un nivel sublime, el resto del equipo se relaja, dejándolo todo a la inspiración de su líder y de su guía.

Eso ocurrió en Torre del Mar, y el Oviedo arañó, punto a punto, para irse al final de cuarto a dos puntos (68-66) y para inventarse un nuevo partido a sólo 6:07 minutos: 75-75. Llegados a ese punto, comenzaron a aparecer otros actores en el quinteto de Aurioles. Sus conversaciones en el banquillo con Chiqui Gil, su segundo, eran constantes. Soluade anotó un triple y Richi puso el 80-75. Pero Víctor Pérez se había convertido en un verdadero problema, porque veía el aro como una piscina, y Alfonso Sánchez tuvo que emplearse a fondo en defensa, olvidándose de una bandeja errada tras un robo de balón, solo ante el aro. Pero ni su esfuerzo pudo revertir la situación: 82-83, a 3:20. Oviedo volvía a ponerse al frente del electrónico. Pero el Clínicas, ese Clínicas vulnerable, que bajaba los brazos a las primeras de cambio, que agachaba la vista y decaía, y desfallecía, es pasado. Murió hace un tiempo. Tuty Sabonis, con un matazo, más falta, lo demostró: 86-83. La sapiencia de "Fon" Sánchez fue también clave en esto minutos tan calientes, en los que el balón quemaba, hasta que un triple asturiano puso el 86-86, a 36 segundos. Ahí "Fon" mantuvo la calma. Ver al marbellí en LEB Oro daña la vista. Su sitio está arriba, en la ACB, donde juegan los jugadores de su raza. Dos tiros libres anotados y la garra en defensa de "Mo" Soluade, que robó un balón, dejaba el partido en el bote: 88-86, a 8 segundos, con visita a la personal de Sabonis. Al de Torremolinos no le entraron los tiros, y el triple desesperado del Oviedo, a 2,6 segundos, no entró. El Clínicas Rincón ganó, y por la tarde, El Prat cayó 67-55 en Ourense. La permanencia, la felicidad, se desbordó en la pista, en la grada, en el banquillo, y después en el vestuario (vean el vídeo de la celebración en la web de La Opinión). El Clínicas jugará un año más en LEB Oro. Se lo ganó en la pista. La salvajada de Ricardo Guillén (41 puntos y 51 de valoración) lo ratificó de la mejor de las maneras. Ha costado sangre, sudor, Richi y lágrimas. Pero ya está aquí. Enhorabuena a todos.