­El sábado, en la ciudad alemana de Colonia, en un megapabellón abarrotado por 21.000 enloquecidos aficionados, se enfrentan dos de los cuatro mejores equipos de balonmano del mundo: el Kiel alemán y el Veszprem húngaro. Y, al mando del coloso magiar, dirigiendo al equipo desde el banquillo, estará un malagueño, Antonio Carlos Ortega. En su tercera temporada en Veszprem, campeón de todo lo ganable en Hungría, el exjugador del Puleva y del Barça afronta su segunda Final Four, como él dice, «el mayor espectáculo del balonmano mundial».

Sólo tres días para el Veszprem-Kiel (sábado a las 18.00 horas en Colonia). ¿Nervioso?

Sí, estoy nervioso. Antes de cada partido siempre lo estoy y ahora, pues un poquito más, porque esto es la Final Four, algo diferente a todo. Pero cuando salga a la pista, ya me centro y se me pasa.

Para el que no comprenda el alcance de la Final Four de Colonia, explíquele qué es.

Es un espectáculo increíble. La Final Four es el espectáculo más brutal del balonmano mundial. Hay muchísimas cosas alrededor de los partidos que te distraen de la atención de lo importante. Hay muchos aficionados, mánagers, gente del balonmano, de la promoción y del espectáculo que te distraen. De hecho, creo que el año pasado ir de nuevos nos vino mal, y eso nos perjudicó, nos distrajo mucho.

¿Qué se siente al jugar ante 21.000 personas?

La pista es impresionante. La primera vez todo impresiona, y me incluyo. Yo mismo en el banquillo, con los marcadores, la pista, las gradas... no me sentí cómodo nunca. Son cosas que te pillan de nuevo y parece que no, pero influyen.

Kiel-Veszprem y Barça-Vive Kielce, ¿podéis ser campeones?

El año pasado, en nuestra primera experiencia, competimos a tope y hasta el final. Creo que este año sí podemos ganarla. Si gana el Veszprem no sería ninguna sorpresa. Todo el mundo te puede decir que Barça y Kiel pueden ser un poquito más favoritos que los demás, pero nosotros podemos ganar. Hay más igualdad que nunca.

El Veszprem tiene al Messi del balonmano, Laszlo Nagy.

Laszlo es diferente, no al nivel de Messi, claro. Pero aquí en Hungría es un tío muy mediático, muy conocido, muy cariñoso. El fútbol aquí tiene poco nivel y hay menos seguimiento. Y un deporte como el balonmano, que fuimos cuartos en los Juegos, pues tiene mucho tirón.

¿Cuánta gente irá a Colonia?

Entre 2.000 y 3.000 aficionados, muchos. Ya te digo que aquí el balonmano tiene mucho tirón. Nuestra pista tiene capacidad para 5.500 personas y tenemos unos 4.000 abonados. Y aquí eso es muy meritorio, porque el nivel de vida es diferente, los salarios son bajos y cuesta más comprar una entrada.

Por redes sociales, el Veszprem gana por goleada...

En Hungría, nosotros somos el segundo club, entre todos los deportes, con más seguimiento en redes sociales. Sólo nos supera el Ferencvaros en fútbol.

Lleva ya tres años allí y ha renovado dos cursos más, ¿feliz?

Muchísimo. La vida aquí es diferente a Málaga, aunque yo salí de allí a los 21 años, me fui a Barcelona, luego a Antequera siete años y me vine. Aquí todo empieza antes, hay menos luz, así que se vive diferente, pero se vive bien. Veszprem en invierno y otoño es duro, hay poco que hacer, pero yo suelo ir y venir a diario a Budapest, donde tengo la casa con mi mujer y los niños, que está a una hora y diez minutos en coche. Budapest sí que es una ciudad increíble. Hay mucho ocio, puedes hacer cosas. Y en Veszprem, en primavera y verano, se está bien. Lo duro fueron los tres primeros meses, hasta que los niños se soltaron en el inglés. En lo profesional, me siento un privilegiado. Entreno a uno de los mejores equipos de Europa. No olvido que hace sólo tres años, tras acabar en Antequera, estaba en el paro. Así que estar aquí, tal y como está el balonmano en general y en España... ¡En dos días juego una Final Four!

¿Todavía le deben dinero de su etapa en el Antequera?

En Navidad cobré del Fogasa el 10% de lo que me debía el club.

¿Sigue el balonmano malagueño?

Claro, claro. He visto que el Puertosol ha hecho un gran Campeonato de España juvenil. También ha estado muy bien Maristas.

Le iba a preguntar si se plantea volver, pero viendo el panorama que hay ahora en la Asobal...

Sigo mucho, desde la lejanía, con nostalgia, todo lo que pasa en Málaga, y también en la Asobal. ¿Volver? Es que no hay nada. El balonmano tocó fondo la temporada pasada, pero no veo que a medio plazo pueda llegar al nivel de hace cinco o seis años. La selección se mantiene porque durante muchos años la Asobal ha sido la mejor Liga del mundo, han venido los mejores jugadores y fruto de ese trabajo y de esa hornada estamos donde estamos. Pero ahora los mejores jugadores están fuera, aquí en Hungría o Alemania, excepto los del Barça.

¿Se ve campeón el domingo?

¿Por qué no? Vamos a competir.