Antonio Carlos Ortega (Málaga, 14 de abril de 1971) es un ejemplo del peso que han adquirido los entrenadores españoles en el banquillo de los grandes equipos europeos durante las últimas temporadas. Tras su debut como técnico en el Balonmano Antequera, se marchó a Hungría para dirigir el rumbo del Vészprem, equipo con el que ha conquistado todos los títulos nacionales y lo ha llevado a proclamarse subcampeón de Europa ante el FC Barcelona en la última Final Four de Colonia. Hasta que el pasado mes de septiembre se conoció la sorprendente noticia de su destitución como entrenador, y el malagueño, a partir de ese instante, decidió parar, reflexionar y escuchar nuevas ofertas, emprender otras aventuras.

Desde entonces, muchos clubes llamaron a la puerta de Ortega para hacerse con sus servicios. «Mi trabajo en el Vészprem fue bueno y así lo reconocieron desde que me echaron del equipo. He recibido diferentes ofertas de distintos sitios, pero hasta que no he estado liberado del Vészprem, no me he planteado ninguna 100% serio», explica el exjugador internacional a La Opinión. Sin embargo, el preparador terminó 2015 con una noticia excepcional. Se sintió atraído e ilusionado por alguna de las ofertas que había recibido y decidió embarcarse en dos proyectos.

Uno a corto plazo: dirigir a la selección de Japón durante el Campeonato Asiático a finales de este mes de enero; y otro, con más recorrido: entrenar al campeón de la Liga de Dinamarca durante los próximos tres años y medio, el KIF Kolding Kobenhavn.

Para Ortega dirigir a una selección es un reto novedoso y más tratándose de un balonmano que desconoce, aunque es algo muy positivo para ir ampliando sus registros como entrenador. «Esta oportunidad está siendo muy positiva. Los jugadores japoneses, con los que estoy ya trabajando, son muy disciplinados y predispuestos. A ver cómo se desarrolla el campeonato a final de enero». El objetivo de Japón es conseguir una plaza para el próximo Mundial que se disputará en Francia en el mes de enero del año 2017 y para ello, desde el país nipón han trasladado su confianza al trabajo del ex de Vészprem.

El otro reto que asumirá a partir del mes de febrero, una vez que concluya su papel como seleccionador de Japón, será tomar las riendas del Kolding danés, un conjunto que milita en la Champions League y que su objetivo cada temporada es alzarse con la Liga para competir en la máxima competición de clubes a nivel europeo. «La verdad es que es un equipo con muchísima tradición. Dinamarca ha sido un país de balonmano totalmente y a nivel deportivo, sobre el papel, no es del súpernivel que tiene Vészprem, pero siempre está en Champions y quiere crecer. Y a ver si podemos crecer juntos», explica. El papel de Antonio Carlos Ortega no va a ser fácil, al llegar a mitad de temporada, pero su bagaje en Hungría le debe respaldar en su nueva aventura europea.

Se incorporará a la disciplina del Kolding a principios del mes de febrero, ya que el primer partido de la Liga danesa tras el Europeo de Polonia y el Campeonato Asiático en Bahréin, será el día 10. Actualmente, ocupa la quinta posición, nada esperada a estas alturas de la competición, ya que el objetivo es alzarse con el título. «Creo que tanto al club como a la plantilla y a mí personalmente, nos gustaría seguir compitiendo el año que viene en Champions League y para seguir haciéndolo, en el grupo A ó B donde están los equipos con más potencial, hay que quedar campeones de Liga. Hay play off y queda mucho tiempo por delante todavía para intentar reconducir el tema».

El preparador malagueño ha firmado un contrato para tres temporadas y media, por lo que tendrá tiempo para acoplar a su nuevo equipo a una forma de trabajar nueva, adaptarse a los jugadores y encontrar una forma de juego que se basará en la defensa, porque concibe el balonmano de atrás hacia adelante. Y sobre todo, buscará la confianza que no encontró en su anterior etapa en la Liga húngara, que califica de muy positiva, pero que tuvo un final amargo.

El Vészprem es uno de los equipos con mayor poder económico y eso le permitió confeccionar una plantilla plagada de estrellas. Y Ortega ha crecido como técnico al lidiar con jugadores de tanto nivel, en el que hay en juego muchos intereses, y aprender de encuentros competitivos y finales ajustados en los que se deciden por pequeños detalles. «He estado tres años y dos meses allí y nunca me he sentido con la confianza plena de la directiva, y eso es muy importante para un entrenador. Algo que ha sido muy importante para tomar mi decisión de irme a Kolding, donde creo que si la voy a tener».

Antes de convertirse en un entrenador referencia en Europa, dio sus primeros pasos en el Balonmano Antequera. «La lástima es que acabó todo de mala manera con los impagos», recuerda.

Con la celebración del Partido de las Estrellas homenaje a José Luis Pérez Canca, volvió el pasado 27 de diciembre al banquillo del Fernando Argüelles. «Siendo sincero, yo volví allí porque era la despedida de Pepelu. Sería hipócrita si dijera que no me hizo un poco de ilusión por volver a Antequera, que por supuesto que sí, pero si no llega a ser la despedida de Pepelu, no hubiera ido porque tenía otros compromisos». Para el preparado malagueño, Pepelu era una fantástica persona que le hizo mejor como jugador cuando ambos jugaron en Maristas y al que pudo dirigir en sus dos últimos años en activo.

La trayectoria de Ortega al máximo nivel no ha hecho nada más que empezar y aún tiene muchos éxitos que alcanzar en el Viejo Continente, por lo que su vuelta a España no entra en sus planes a corto plazo, donde solo figura cumplir su contrato con el Kolding. «El balonmano me lo ha dado todo y he tenido mucha suerte de vivir de lo que más me gusta. Creo que mi familia y yo estamos viviendo una aventura fantástica. Tenemos el inconveniente de no estar con la familia. Después de Kolding, ojalá la Liga española haya mejorado y a medio o largo plazo pienso volver a España, porque es mi tierra», confiesa. Ortega ha finalizado un capítulo y su nombre se vuelve a escribir en una nueva historia del máximo nivel del balonmano.