Habrá tercer partido, el martes, en Azpeitia. El Clínicas Rincón se lo merece. Se lo ganó ayer a pulso, en Torremolinos, en un pabellón entregado a los suyos, que llevó en volandas a un equipo que estuvo soberbio, que jugó de menos a más, que aceptó el pulso propuesto por el potente Sammic, y que viaja ahora al País Vasco sin presión, sin cansancio, levitando, en el autobús de la ilusión, gracias a la fuerza y al magnetismo que le puso al encuentro.

Era ganar o morir. Soñar con la remontada en el primer play off de ascenso a LEB Oro o decir adiós a la temporada. Y el Clínicas puso todo lo que había que poner. El equipo, en la pista. La afición, en la grada. Y el cuerpo técnico, en el banquillo. Estuvo magistral Paco Aurioles en la dirección del partido, sabiendo leer cada momento. Con su segundo, Chiki Gil, que jugó al mediodía en Granada las semifinales del Campeonato de Andalucía júnior con el Unicaja, viajó para ayudar y hoy dirigirá en la final al equipo malagueño.

El equipo se ha reinventado. Sin Morayo Soluade (cedido en San Sebastián) ni Viny Okouo (calentando banquillo ilógicamente en el primer equipo), el Clínicas se apoyó en el triángulo formado por Carlinhos Cobos (19 puntos y 24 de valoración), Romaric Belemene (23 puntos y 29 de valoración) y Kenan Karahodzic (25 puntos) para llevarse el partido. Los tres estuvieron portentosos, aunque quien ganó el partido fue Carlitos Corts, con dos triplazos cuando el Sammic había remontado a un par de minutos, y una penetración que levantó todo Torremolinos, fintando un pase y penetrando a placer para delirio de todos, y de un Manolo Rincón, presidente y alma mater del proyecto, celebrando cada momento a pie de pista.

Los vascos, más veteranos y con Alexsandar Marcius estelar (24 puntos, 11 rebotes y 28 de valoración) tuvieron que rendirse a la evidencia, a la exultante juventud y descaro de los «niños» del Clínicas, que se dejaron la piel, sólo perdieron 12 balones y se levantaron ante cada golpe rival. Incluso con cuatro arriba a falta de ocho segundos, sufrió el Clínicas. Un triple a tablero de los vascos apretaba el marcador. Romaric anotó después uno de los dos tiros libres y dejó el partido en el definitivo 81-79.

Mucho VIP en las gradas

Ningún otro partido que se dispute este fin de semana en el básket nacional -incluyendo la ACB- contará con el elenco de «estrellas» del que se dio cita en el pabellón de San Miguel de Torremolinos. El seleccionador nacional, Sergio Scariolo, presidió el partido junto a su mujer, la exjugadora Blanca Ares. En la grada, solo, el mejor alero español de todos los tiempos, Carlos Jiménez. En otra zona del graderío, Alberto Díaz y Carlos Suárez. A pie de pista, el entrenador del Unicaja, Joan Plaza, junto a su mujer.

También sus ayudantes, Antonio Herrera y Ángel Sánchez Cañete (cada uno en una parte del pabellón).

Mindaugas Kuzminskas, que se sentó con su novia en un extremo de la banda, frente al banquillo del Clínicas, y a lo largo de la pista ocuparon un sitio Anicet Lavodrama, Kosta Jankov, Manolo Rubia, Paco Alonso? Lo dicho, todo un elenco.

Todos presenciaron un partido muy vibrante y emotivo, en el que el Clínicas se jugaba la temporada a sólo una carta y fue capaz de ganar la partida. Lo hizo contra pronóstico, y con todo el merecimiento del mundo. Los chavales, tras una temporada muy dura, se merecían esta alegría. Y ahora deben seguir creciendo. El martes, en Azpeitia, tendrán una reválida maravillosa. No hay nada que perder. El equipo, si juega con la entereza que mostró ayer, con los arrojos y la tremenda capacidad de sufrimiento, habrá ganado. Lo que diga el marcador será lo de menos. Este Clínicas, suceda lo que suceda, ya se ha ganado el derecho a ser creíble y el respeto de todos. El milagro de la LEB Oro sigue vivo. Más vivo que nunca.