Pónganse en pie ante ellos, ante la mejor generación del baloncesto español. Hablar de Pau Gasol, de Juanqui Navarro, de Felipe Reyes, es hacerlo de los niños de oro, de los hombres que han transformado el baloncesto en nuestro país, del equipo que nos ha hecho campeones del mundo, de Europa y doble plata olímpica. Son los mejores, son únicos, son inigualables. Y hoy, los tenores de la canasta, los tíos que nos han alegrado los veranos, se despiden de Málaga. Y lo hacen, esta vez sí, para siempre.

Ni Pau ni Navarro ni el núcleo de oro de esta generación de platino volverán con la selección a nuestra ciudad. La edad no perdona. 36 años son muchos. Sus carreras, sus clínics diarios, se quedarán para sus equipos. Su etapa con «La Roja» se cerrará. Y ellos, los que vemos por la tele, vienen a Málaga a despedirse, a decirnos adiós.

Sería absurdo hacerles de lado. Porque qué bonito es verles jugar, verles crear, verles meter, verles ganar. Para ellos, para nosotros, para España y para el baloncesto. La España que vendrá luego será diferente, porque Pau es tan líder, tan campeón, que se hace imposible vislumbrar una España de este nivel sin él, sin su 16 a la espalda.

Hay futuro, por supuesto, y ya lo están tomando. Pero Pau es Pau. Y Navarro es Navarro. Y eso que puede que hoy la leyenda del gigante de Sant Boi ni siquiera pueda vestirse de corto. La Federación se encuentra a la espera de que llegue el seguro médico del pívot. Al cambiar los Bulls por los Spurs, el procedimiento está tardando más de lo deseado y la NBA debe remitirlo en las próximas horas. Si llega para esta noche, Pau jugará. Entre otras cosas, porque Sergio Scariolo necesita que entre cuanto antes en la dinámica del equipo. Ayer mismo, de hecho, mandó al baskonista Diop a casa, tras colaborar en la primera etapa de preparación.

Marc Gasol, fuera. Pau es vital porque Marc Gasol no podrá estar en los Juegos Olímpicos. Las caras largas de ayer de alguno en el entrenamiento reflejaba la decepción por las noticias que llegaban desde Barcelona, donde Marc trabaja por su cuenta para tratar de recuperarse de la grave lesión que sufrió en el pie. Pero sus deseos chocan de frente con los de su franquicia. Memphis Grizzlies le pagan como a una megaestrella y no quieren arriesgarse. Así que Marc, salvo cambio en el equipo estadounidense, no irá a Río. Un problema añadido.

Un España-Lituania, a pesar de los problemas extradeportivos, siempre huele a básket. Scariolo tiene ganas de tener por fin a toda la plantilla para poder trabajar juntos. Los Juegos están a la vuelta de la esquina. A la duda de Pau se le une la baja de Álex Abrines, con permiso para firmar por Oklahoma. Ayer mismo, Víctor Claver se marchó a Barcelona para pasar el reconocimiento médico y firmar por el Barça. Antes lo hizo Sergio Rodríguez. Cosas que no ayudan.

En el Carpena, además del «malagueño» Scariolo estarán dos paisanos más: el entrenador ayudante Ángel Sánchez Cañete y el doctor Carlos Salas. Ellos representan al Unicaja (sin jugadores en la selección) y al básket malagueño.

Y también lo harán dos jugadores que hoy vestirán de verde, con los colores de Lituania y como guiño a su pasado cajista: Domantas Sabonis y Mindaugas Kuzminskas. Domas se formó y se crió en Los Guindos y «Kuza» ha vivido tres años estupendos en Málaga. Seguro que se llevan una gran ovación. La mayor, seguro, estará destinada a la generación del básket.