Lo que parecía un simple resfriado se convirtió en una leucemia. El cáncer no tiene piedad con nadie. Ni con los deportistas. Juan Lovillo, malagueño de 37 años, casado y con una niña de un añito, llevaba varios días enfermo. Se encontraba mal, pero sólo parecía eso, un catarro en plenas navidades. Pero el día 30 se levantó y no podía mover una pierna. Enseguida se fue a Urgencias del Clínico y allí se le diagnosticó, en un primer momento, una fuerte anemia.

Los posteriores análisis desvelaron que lo que Juan padecía era cáncer. Desde esa tarde-noche, el malagueño, exjugador de balonmano, está ingresado, recibiendo tratamiento contra la leucemia que sufre y en aislamiento.

Desde entonces, el mundillo del balonmano malagueño sufre por él. Y es que Lovillo ha estado ligado siempre al deporte. Se formó en el Sagrada Familia y después, ya en sénior, jugó varias temporadas en Antequera (Primera Nacional), Mijas (Segunda Nacional) y después culminó su carrera en el Malagueta.

Así que para hacer visible todo ese cariño y mandar un mensaje de ánimo directo al corazón de «Lovi», sus amigos se reunieron ayer a las puertas del Clínico, en el parking, desde donde se ve la ventana de su habitación. 65 personas en total: exjugadores, parejas y muchos amigos. Una gran pancarta con el lema «#FuerzaLovi» y una camiseta con la misma leyenda y firmada por todos encabezaron esa reunión de cariño.

«Lovi» pudo asomarse por su habitación y verles. «Transmíteles a todos mi emoción, mi subidón y la recarga de fuerzas y ánimos que me ha dado esto», escribió por mensaje a Ismael, uno de los organizadores de la gran quedada. A Juan Lovillo, que es profesor de Educación Física en Primaria, le espera al menos un mes más en el Clínico, de donde deberá salir y entrar durante el próximo trimestre para someterse a varias sesiones largas de quimioterapia. En los primeros días ya ha mostrado mejoría. Su espíritu ahora está por las nubes. El balonmano y esos lazos invisibles que traza le ha dado toda la moral que necesitaba.