Cumple su segunda semana hospitalizado y Juan Lovillo sabe que aún viene lo peor. Pero lo afronta «a tope de moral» después del sorpresón que sus excompañeros, familiares y amigos le dieron el pasado sábado, a las puertas del Clínico. 65 personas con una gran pancarta se dieron cita en el parking del centro hospitalario: «#FuerzaLovi», rezaba el mensaje. Juan Lovillo, malagueño de 37 años, casado y con una niña de un año, se formó en el Sagrada Familia y jugó varias temporadas en Antequera, Mijas y el Malagueta. El balonmano ha sido su vida y el balonmano le está sirviendo para luchar contra la leucemia que se le ha diagnosticado el pasado 30 de diciembre.

«Viví un subidón», explica desde su habitación del Clínico, donde sigue aislado y deberá estar al menos un mes más, con sesiones ya de quimioterapia. «Todo está yendo muy bien, la verdad. Estoy respondiendo bien. Tras el estado de shock en el que te quedas en un principio, luego reaccionas. Los médicos me han dicho que, dentro de lo malo, la leucemia que tengo es la menos mala. Que, en principio, no hará falta ni trasplante. Y ya estoy con la quimio. Tuve dolores de cabeza muy fuertes y muy mal cuerpo, pero voy mejorando, aunque sé que todavía no ha llegado lo peor. Pero la sorpresa que me dieron mis amigos y ver las reacciones, todos los mensajes que me están llegando, gestos que están teniendo clubes, equipos, la Federación... Todo eso me ha dado un subidón», confiesa «Lovi», abrumado también por el «lío de las redes sociales».

«Yo nunca he sido una persona o jugador que quisiese protagonismo y todo esto no sé cómo asumirlo. No quiero que se tome por el camino malo. Si puedo ayudar a alguien en esta situación, dándole ánimos y trasmitiéndole ganas por seguir luchando entoncest esto sí valdrá la pena», confiesa el profesor de Educación Física.

El malagueño dio clases el pasado curso en Monda y para este curso solicitó una excedencia para poder cuidar a su hija pequeña. Pero los planes cambian y ahora ha de adaptarse a una nueva situación, muy dura. «Es lo que me ha tocado vivir. Pero lo llevo bien. Lo del sábado, además, me ha dado mucha fuerza, estoy a tope. He hecho muchos amigos en el balonmano. Y estoy recibiendo muchas muestras de cariño. Las niñas del Clínicas Rincón me mandaron una cosa. Maristas también ha hecho un vídeo. En Antequera también han tenido un detalle y otros clubes y Raúl Romero, de la Federación, me están tratando muy bien y ayudándome en todo lo que pueden», relata.

Juan Lovillo Ramírez «Lovi» comenzó jugando en el Sagrada Familia y dejó el balonmano hace unos años, tras jugar en Primera y Segunda Nacional. Ahora su partido se juega en una habitación de hospital. «Los médicos y el resto del personal se están portando de una forma fantástica. Por aquí van rotando mi mujer o mi madre, cumpliendo unas normas, porque estoy en aislamiento, y las defensas van a ir bajando conforme avance la quimio». Su partido sólo ha hecho comenzar. Pero «Lovi» está fuerte y tiene el pabellón lleno, a rebosar, apoyándole.