Final Four de la Liga provincial infantil. Benalmádena. Sábado al mediodía. El CB Ciudad de Melilla se mide al CB Benalmádena. Partido de guante blanco y cómodo triunfo benalmadense, que pasa a la final. Se cierra la temporada para el Ciudad de Melilla, un gran año en el que se han cumplido, de largo, las expectativas. Pero fuera del pabellón, media hora después de la conclusión, en el parking, sucede lo que parecía ajeno al básket: una pelea. Padres contra el árbitro. El colegiado J.C.A. fue agredido, presuntamente, por al menos dos padres, según los testimonios recogidos por este periódico de testigos presenciales, y el relato dado por el árbitro a la Delegación malagueña de la Federación Andaluza de Baloncesto. «Los hechos han ocurrido tal y como están descritos en La Opinión», explicaba el máximo dirigente del organismo, Ricardo Bandrés, basándose en la información publicada el domingo al mediodía por la web de este periódico.

Según consta en la denuncia policial presentada por J.C.A., el colegiado recibió golpes, patadas y puñetazos en el suelo tras salir de su vehículo. También se ha informado de que su novia (parte de la delegación arbitral) recibió impactos en tórax y cuello, según la versión del árbitro, que se dirigió al hospital, tras recibir el apoyo de los responsables de los dos clubes a los que acababa de dirigir, y posteriormente presentó la denuncia de los hechos.

Según el relato que el colegiado J.C.A. ha dado a los responsables federativos, al ir a su coche había varios niños apoyados en él y les llamó la atención. Después, un adulto, con distintivos del Ciudad de Melilla, metió la cabeza por la ventanilla, increpándole; y otro se puso justo delante, impidiéndole cualquier tipo de maniobra. El colegiado bajó del coche y le pidió a ese padre que se retirara y, de inmediato, una madre le recriminó su «arbitraje de mierda». El colegiado insistió en que le dejaran y le indicó a esos padres que su actuación no había sido para nada definitiva, ya que habían «perdido por 30 puntos».

Sin mediar palabra, y según este relato del colegiado a órganos federativos, «voló un puñetazo» que logró esquivar e, inmediatamente, le tiraron al suelo. Le golpearon y le patearon en repetidas ocasiones e incluso su novia, que trató de mediar, recibió también varios impactos. Según el relato del árbitro, eran padres del Ciudad de Melilla.

El propio club malagueño, a través de uno de sus responsables allí presentes, ayudó en todo momento al árbitro, se interesó por su estado de salud y se prestó a asistirle y apoyarle en su denuncia, prestando declaración sobre cómo habían sucedido los hechos cuando se personó la Policía. Este periódico habló con dirigentes del propio club, muy apenados por lo sucedido y destrozados por estos hechos. El club ha decidido apartar de forma temporal a los tres jugadores cuyos padres intervinieron y, según explicaron, están a disposición de la Federación, del colegiado y de la Policía. El propio club ayudó a identificar a los presuntos autores de la agresión. El Ciudad de Melilla, eso sí, desea matizar que la pelea no tuvo nada que ver con el baloncesto ni con el partido, y sí con un hecho ajeno en el parking del pabellón de Benalmádena, cuando uno de los jugadores del equipo chocó con el coche del árbitro, en los típicos juegos de los chavales, y éste le llamó la atención. Insisten desde el Ciudad de Melilla que condenan todo tipo de violencia en el deporte y en el baloncesto y que este «desafortunado hecho» fue ajeno al partido y se originó en el parking del pabellón.

En la tarde de ayer, José Francisco Berrocal, abuelo de uno de los niños y protagonista de esos hechos, quiso dar su versión. Según él no agredió físicamente al árbitro (sí que confirma que otros dos padres lo hicieron) y el desencadenante de la pelea fue «la mala forma en la que se dirigió a otro nieto mío, con discapacidad, cuando estaba apoyado en su coche». «No sabía que era el árbitro y le recriminé que le hablara así al niño. Él, de forma muy chulesca, por la ventanilla, me dijo que se bajaba las gafas de sol para verme bien». Después arrancó el coche y, según su versión: «Cuando pasó a nuestro lado dijo que habíamos perdido por 30. Y le dije que era un sinvergüenza. Entonces otro padre le paró el coche y se liaron a palos. Este padre también tiene un parte de daños. Y a la chica ni se la tocó. Quiero recalcar que somos gente muy tranquila y pacífica, pero nos dejamos llevar por su chulería y un momento de calor del que todos estamos arrepentidos».