­El sueño de la Cenicienta parecía acabarse para el Hannover-Burgdorf este pasado fin de semana. El modesto club alemán llegaba a la quinta jornada como líder y único invicto de la Bundesliga, la mejor Liga del mundo de balonmano. Había sido un camino de ensueño, una de esas historias que tanto gustan en el deporte. Porque el Hannover tenía un calendario durísimo en este arranque liguero, pero había sido capaz de ganar en casa al Flensburg (32-29) y al Wetzlar (30-27). La visita al histórico Kiel era como el final de una muerte anunciada. Pero el Hannover firmó una de las grandes sorpresas del curso al derrotar al Kiel en su pista: 29-31. Y siguió con su racha, también a domicilio, en la cancha del N-Lubbecke: 21-25.

Así que cuando, en la quinta jornada, con más de 4.000 personas en las gradas, el Hannover perdía al descanso por 13-17 ante el potente Magdeburgo, el equipo parecía ya abocado a la rendición. Pero algo ha cambiado en Hannover en los últimos dos meses. Ahora allí manda un malagueño. Un histórico: Antonio Carlos Ortega.

El jugador con los títulos más importantes en la historia del deporte malagueño cambió el KIF Kolding danés por la Bundesliga. Una aventura única que, hasta ahora, sólo ha sido capaz de emprender un entrenador español, Julián Ruiz. La Bundesliga es un mundo aparte. Es la mejor Liga del Mundo. Y un coto muy cerrado, exclusivo para técnicos alemanes y nórdicos. Casi prohibido para el resto del mundo del balonmano. Pero Ortega está dispuesto a romper todos estos tabúes y hacerse un hueco allí, acompañado en el banquillo por Íker Romero.

La charla en el descanso tocó la fibra de los jugadores. Y el Hannover-Burgdorf logró remontar el partido y ganó 32-30 al Magdeburgo. Así que Ortega sigue, tras cinco semanas, siendo el sorprendente líder de la potente Bundesliga. Está invicto y, pase lo que pase la próxima jornada, su equipo seguirá durmiendo en el liderato. Porque el Hannover supera al segundo, el Melsungen, en tres puntos. Ver para creer…

«Esto es otro mundo», acierta a decir el malagueño de Maristas a La Opinión, desde su casa en Hannover, donde vive con su mujer y sus hijos Carlos, Manuel, Ricardo y Catalina. «¿Te imaginas que cada aficionado pueda elegir qué partido ver en la Liga Asobal por televisión? Pues aquí en Alemania todos los partidos se televisan y puedes elegir el que quieras ver. Hay un gran ambiente en los pabellones, un nivel grandísimo y los mejores jugadores están aquí», comenta Ortega.

Un fichaje rápido

Todo surgió de repente. El malagueño estaba con la selección de Japón y había decidido no volver a Dinamarca. El Hannover disputó una segunda vuelta liguera pasada horrible y surgió la opción de fichar por el club alemán. «No he podido hacer ni un fichaje, me encontré el equipo ya hecho, pero no me quejo en absoluto. Tenemos un buen equipo, jugadores de buen nivel, para competir por cada partido. Estamos tratando de jugar como en España, con mucho juego al pivote, y este verano vinieron dos jugadores nuevos en ese puesto que lo hacen muy bien. La ayuda de Íker está siendo también clave para mí», reconoce.

Ortega aceptó la oferta del club alemán junto al exjugador Íker Romero, como ayudante. Los dos ya se conocían y Romero habla alemán perfectamente tras haber jugado en la Bundesliga, lo que es una aval y un puente muy importante. «Me comunico en inglés, todos lo hablan aquí, pero sí es importante aprenderlo», admite.

Ortega no va a tener problemas para adaptarse a su nueva vida. De hecho, dos días a la semana va a clases del nuevo idioma con su mujer. El malagueño sabe bien lo que es hincar codos. Tiene dos carreras universitarias, Diplomado en Relaciones Laborales y Licenciado en Educación Física, y Máster en Gestión Deportiva por la Universidad de La Salle de Barcelona. Entre partido y partido en su etapa como jugador con el FC Barcelona, y convocatoria con la selección (se puso la camiseta de España en 147 partidos), también tuvo tiempo par estudiar.

«Hannover es una ciudad acogedora. Ya empieza a hacer fresquito, pero aún se lleva bien. Los niños van a un colegio internacional y hay una gran colonia de españoles que vinieron a trabajar aquí hace 50 años y ahora han quedado sus hijos, que mantienen el idioma y muchas tradiciones. Hay restaurantes españoles aquí y nos estamos integrando muy bien», resume.

Su Hannover va viento en popa. De hecho, el club ha decidido mudarse de su coqueto pabellón (4.500 asientos) a otro con capacidad para 10.000 espectadores. «Esperamos que la buena marcha del equipo anime a la afición. Poco a poco viene más gente. El equipo va a pelear por cada partido y, al no jugar este año competición europea, tenemos una semana para preparar cada partido. Somos un buen grupo y no hay que renunciar a nada». Habla Antonio Carlos Ortega, el entrenador del sorprendente líder de la Bundesliga, la más fuerte del mundo.