Es una tarde normal de octubre. La lluvia fue fugaz y vuelve a lucir el sol en Málaga. Por Miraflores de los Ángeles, una barriada obrera de la capital, es casi imposible aparcar. La ratonera de calles conduce a las puertas del macrocentro académico donde se unen el IES Jardines de Puerta Oscura y el Colegio Gibraljaire. En el interior, entre edificios, módulos y paredes repletas de pintadas, hay un gran patio de juego coronado por otro transversal y un pabellón cubierto. Es jueves, son las 18.30 horas, y hay dos equipos usando las pistas exteriores, totalmente secas ya tras los dos días de chaparrones.

Allí está asentado el CD Puerta Oscura. Los mensajes del club, con su simpática mascota, están por medio barrio. Y en el club se felicitan por dar cobijo a 300 niños y niñas que dedican sus tardes a jugar al baloncesto y a otros deportes dentro del club. Son 300 chavales en edades complicadas, en un barrio duro y que usan el deporte como vía de escape. Y como educación. Porque el deporte en grupo une. Y es otra extraordinaria escuela de valores.

Sin embargo, el club lleva en un importante estado de agitación y nerviosismo desde hace ya algún tiempo. Frente al colegio,en las grandes moles de edificios, un propietario desde un noveno piso denunció al club por exceso de ruidos. La presencia de la Policía Local, hubo un tiempo, era tan habitual como la de los propios niños y niñas que acuden a diario a entrenarse. Las denuncias se fueron apilando hasta que un día de máxima agitación, con dos partidos importantes para el club en las respectivas ligas y muchos padres animando, los técnicos municipales del Área de Sostenibilidad Medioambiental del Ayuntamiento de Málaga realizaron una medición que alcanzó los 67 decibelios.

La normativa permite un máximo de 60 decibelios que pueden llegar a los 65. El ruido de aquella jornada de partidos superaba en siete los de la ley. Según lo estipulado por el Decreto 6/12 que recoge el Reglamento de Protección contra la Contaminación Acústica en Andalucía, que desarrolla la Ley de Gestión de Calidad Ambiental.

A la Consejería de Educación de la Junta, que es la responsable de la instalación, se le abrió expediente, con apercibimiento de multa, pero aún sin propuesta de sanción. El CD Puerta Oscura no fue el único club malagueño damnificado por la «crisis del ruido». Al Club Málaga Basket, que utiliza las instalaciones del CEIP Pintor Félix Revello de Toro, y al Club Adesa Málaga, que jugaba (les han obligado ya a dejar la instalación), en el CEIP Lex Flavia Malacitana, sí que se les impuso una sanción de 12.001 euros y la amenaza de cierre. Mejor dicho, a la Consejería, como dueña.

Este sinsentido provocó fuertes protestas y hasta siete clubes malagueños, bajo el manto de la Delegación Malagueña de la Federación Andaluza de Baloncesto, incluso lanzaron una nota pública que tuvo gran repercusión. Tanta, que el pasado 17 de julio, el alcalde de Málaga, Francisco de la Torre, y la delegada de la Consejería de Educación, Patricia Alba, aprobaron cambios en la normativa. En concreto, ampliar el horario de uso desde las 20.00 hasta las 22.00 horas. Así que los clubes han seguido entrenando hasta que el asunto ha vuelto a estallar. Al Adesa le han echado directamente del Lex Flavia y al Puerta Oscura le han obligado a rebajar el horario de uso hasta las 20.00 horas. El convenio redactado tras el acuerdo del 17 de julio, 3 meses después, va de administración en administración. Sin firmarse por diferencias. Unos piden una cosa y otros, la contraria.

Y mientras, el club está desesperado. Necesitan recuperar ya esas dos horas. Así que La Opinión quiso ayer repetir las mediciones que se hicieron hace más de un año, ya que desde Puerta Oscura se asegura que se han hecho cambios para reducir el ruido. Las mediciones no son científicas ni con un material cualificado, sino con un medidor logrado en una «APP»: Sound Meter. Y las diferencias son alarmantes.

Topes de tan sólo 43 decibelios en el interior a pie de pista, con silbatos y 20 chavales botando el balón. En una terraza de un edificio anexo al del denunciantes, topes de 41. Y más por el ruido de la autovía que por el del denunciado de los niños en una jornada cualquiera de un día cualquiera dentro del CD Puerta Oscura.

43 Medición a pie de pista | Dentro de Puerta Oscura

Este periódico escogió un día cualquiera de la semana, antes de las 20.00 horas (se le prohíbe entrenar más tarde), para realizar las mediciones. Insistimos: no es algo científico. Ni la medición la realizó un especialista ni se hizo con un sonómetro. Se llevó a cabo con el «APP» Sound Meter. La cita es a las 18.00 horas y la medición se realiza a las 18.30, a pie de pista, justo cuando entrenan dos equipos. Desde el CB Puerta Oscura se insiste que se han tomado medidas para bajar el ruido. Sólo coinciden tres equipos en contadas ocasiones (antes era habitual) y en ocasiones hasta sólo uno se entrena en las pistas exteriores.

Se le piden a los entrenadores que actúen con normalidad. Los más pequeños hacen ejercicio de tiro a canasta y los mayores realizan botes de balón, penetraciones y ejercicios de técnica individual. Se les anima a que actúen con total normalidad, que hablen a los chicos y les griten, como si fuera una jornada habitual. Que utilicen el silbato y que actúen sin cortapisas. Y así lo hacen.

La normativa permite hasta 60 decibelios, con un tope legal que puede llegar a los 65. La medición que se hizo en la cercanía del CD Puerta Oscura, por técnicos municipales del Área de Sostenibilidad Medioambiental del Ayuntamiento de Málaga alcanzó los 67 decibelios. Desde el club explica que en una jornda con dos partidos al unísono, dos encuentros además importantes a final de temporada. Junto a los niños, con los botes, la medición de La Opinión alcanzó un tope de 43 decibelios. Siempre anduvo bordeando o superando los 40. Y siempre, lejos de esos 67 decibelios medidos por los expertos del consistorio.

41 Medición del balcón | Próximo al denunciante

El denunciante por el ruido que emite el CD Puerta Oscura vive en un noveno piso en uno de los edificios frente a las pistas de juego y al pabellón del centro educativo. La Opinión estuvo en el piso de Javier Poleo, justo frente a las pistas de juego. Y la realidad es que apenas llegaban decibelios. Hubo un tope de 41 decibelios, pero fue una raya en el agua. A duras penas sobrepasó los 30/35 decibelios. Según indicaron expertos en mediciones, éstas se realizan con una pértiga de varios metros y llega a aislarse el sonido ajeno. Ese tope de 41 decibelios coincidió con el paso de un vehículo por la autovía que transcurre a unos 200 metros del piso. «No molestan, para nada. El ruido que hacen los niños de los equipos del club no molesta. Al revés, da alegría verles jugar», explicó el dueño del piso.

25 En la calle | A la puerta del cole

Este periódico realizó también una medición a las puertas del centro educativo, en pleno barrio de Miraflores de los Ángeles, donde están conectados el instituto y el colegio, para calcular el ruido medio. Los baremos siempre estuvieron rondando los 25 decibelios. Se alteró un par de veces, ya que pasaron varios vehículos. Apenas a un metro de ellos, el marcador llegó a los 40 decibelios. Tras pasar regresaba a la normalidad, con 25, 30 ó 20 decibelios, dependiendo del ruido que llegara en ese momento. Hay que tener en cuenta que junto a los dos centros educativos hay una docena de edificios donde viven miles de malagueños. Esta medición se realizó a las 18.00 horas, nada más llegar a la zona para realizar esta información.