Enrique Castro, 'Quini'Quini superó las dos intervenciones quirúrgicas a las que un tumor en la garganta le obligó a someterse en junio de 2006 y en febrero de 2008. Llevó sin perder el humor la dura carga de soportar los tratamientos de quimio y radioterapia. Pero el último ataque que sufrió Quini, directo al corazón y sin previo aviso, acabó con su vida, justo unos días antes de viajar a Barcelona -el próximo lunes 12, después de que su Sporting se enfrentase en el estadio que ahora lleva su nombre a la Cultural Leonesa- para someterse a una última revisión que iba a certificar que no quedaba rastro del cáncer. A partir de ahí las revisiones serían anuales y en el HUCA.

El fatídico último martes de este febrero Quini visitó Mareo, la ciudad deportiva del Sporting, tal y como marcaba su rutina diaria. Nada ni nadie podía pensar que el adiós de aquella tarde sería definitivo. Para siempre.

Volvía a su casa conduciendo su coche por la avenida de Juan Carlos I cuando, de repente, cerca del cruce con la calle Toledo -muy próxima a los cines del barrio, los únicos que ya quedan en Gijón-, comenzó a sentirse indispuesto y perdió el control del volante. Su coche se salió de la calzada hacia el bordillo y quedó sobre la acera.

Varios testigos anónimos alertaron de lo ocurrido y, rápidamente, se movilizaron los equipos de emergencias alertados por la presencia de una persona inconsciente sobre el volante. Ese hombre era Enrique Castro. La llamada al 112 se derivó a los operadores del SAMU y el médico de sala optó por movilizar una uvi móvil que salió disparada. "Ya nos avisaron de la gravedad de la situación", desvela uno de los integrantes del equipo médico que atendió a Quini en plena calle. "Tardamos entre tres y cuatro minutos en llegar", asegura.

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Miles de personas despiden a Quini en un abarrotado estadio de El Molinón

Las imágenes del adiós a Quini en El Molinón.

Los primeros en asistirlo fueron dos agentes de la Policía Nacional, con conocimientos en primeros auxilios. "De camino ya nos dijeron que había entrado en parada", confiesa un sanitario de la UVI. Los policías habían comenzado la reanimación cardiopulmonar y, con su masaje, lograron recuperarlo. "Los agentes del cuerpo reciben cursos y están bien formados, nosotros lo notamos mucho; lo hicieron bien y los felicitamos por ello al llegar", desvela un miembro del equipo médico. Quini parecía reaccionar, pero entró en parada una segunda vez. Fue la definitiva. "Es muy raro que un paciente entre y salga en parada, pero en este caso fue así", constata. Entonces el personal de la uvi se hizo cargo de la situación. Todos los esfuerzos de unos y otros resultaron en vano: la lesión era muy grave, irreversible. Quini llegó muerto al hospital. Y nació el mito.