Víctor Hugo López (Málaga, 1982) no tuvo claro que se quería dedicar al balonmano de forma profesional hasta que fichó por el BM Valladolid. Eso fue en 2005, después de pasar por BM Gáldar (Gran Canaria) y BM Ciudad de Almería. Llegó incluso a pensar en abandonar su carrera profesional y volverse a Málaga. Ahora, más de una década después, ha hecho del balonmano no solo su profesión, sino también un vehículo para explorar el mundo. Primero Alemania, luego Catar y ahora Japón.

En Valladolid, Víctor Hugo llegó a la cima. Tras hacerse con una Copa del Rey y una Recopa de Europa, en 2009 recibió la llamada del seleccionador nacional para disputar el Mundial de Croacia. «Valladolid era un equipo muy fuerte, con jugadores increíbles. Allí empecé a vivir el balonmano de una forma más profesional», comenta el jugador desde Nagoya, donde vive con su mujer y sus tres hijas.

Después del club pucelano, Víctor Hugo fichó por el Naturhouse La Rioja, un equipo que se encontraba en plena expansión y que tenía un proyecto ambicioso. Sin embargo, tras tres temporadas en Logroño, el malagueño decidió poner patas arriba su carrera y emprender rumbo a Alemania, concretamente al Grosswallstadt de la Segunda División alemana. «Tenía la opción de seguir en La Rioja a un nivel competitivo más alto, pero decidí arriesgarme», relata Víctor Hugo.

En el país teutón, Hugo -como prefiere ser llamado- vivió «unos meses complicados» hasta que consiguió hacerse con el idioma. «La ciudad nos encantaba y vivir en Alemania fue un sueño», afirma. No obstante, antes de cumplir su segundo año de contrato el jugador volvió a girar el globo terráqueo -empujado también por problemas económicos de su club en Alemania- y en esta ocasión el destino elegido fue un territorio mucho más inexplorado: Catar.

Allí, Víctor Hugo permaneció más de un año en el al-Quiyada, un equipo que pertenecía al ejército catarí y cuyos empleados y presidencia eran militares. Su primera aventura asiática fue una experiencia «muy enriquecedora» que le permitió «borrar muchos prejuicios», pero también le hizo «valorar algunos derechos de Europa».

Su segunda expedición por Asia no tardó en llegar. Un año después, en 2016, el Toyoda Gosei japonés se puso en contacto con Víctor Hugo a través de un contacto suyo en Alemania: «Acababa mi contrato en Catar, estaba pensando qué hacer y se planteó esta oportunidad, al principio muy lejana. Siempre fueron serios y al final surgió».

Ahora, dos años después, afirma que «a pesar de las diferencias culturales la adaptación ha sido muy fácil», gracias a «la empatía» de sus compañeros de equipo: «Se ponen en tu lugar antes de que tengas un problema». No obstante, el jugador reconoce que «es difícil entender el ritmo de vida de los japoneses desde una mirada occidental» y que «el sistema es muy diferente». «Es difícil que un europeo quiera venir aquí, no es tan fácil encajar».

Lo primero que sorprende de la liga japonesa de balonmano es que los nueve equipos que la componen pertenecen a empresas privadas. De hecho, el equipo de Víctor Hugo, el Toyoda Gosei, es una filial de la empresa Toyota que cuenta con 35.000 empleados. Como consecuencia, los jugadores de los equipos son también trabajadores de las mismas empresas: «Trabajan por la mañana y cuando salen empezamos a entrenar. Algunos incluso viven en el complejo de la empresa». El caso del malagueño, el primer español y el cuarto europeo en disputar la liga japonesa, es un hecho aislado, pues únicamente juega al balonmano.

Del sistema japonés, Hugo López destaca su «seguridad y profesionalidad»: «Son muy planificados y organizados, a su manera lo hacen muy bien. Tengo el calendario de la próxima temporada desde hace meses».

En el plano deportivo, su equipo ha conseguido colarse por primera vez en su historia en el play off de la liga, aunque no logró superar las semifinales. «El objetivo es quedar entre los cuatro primeros en todas las competiciones», explica el malagueño. Además de la liga regular, en Japón también se disputa la Copa del Emperador -en la cual el Toyoda Gosei también terminó cuarto- y un Torneo de Empresarios -a finales de mayo-.

Con respecto a su vuelta a España, el jugador admite que le apetece «mucho volver», aunque el día que lo haga «no será para seguir jugando al balonmano». «No es oficial ni seguro, pero mi idea es seguir un año más y después retirarme», confiesa un Víctor Hugo que ha logrado hacer de sus dos mayores pasiones su estilo de vida. Razón suficiente para no tomarse muy en serio su palabra. «Todo depende de cómo me sienta», deja entrever el trotamundos hispano.