A dos horas de Nueva Orleans se encuentra el pequeño pueblo de Jennings, un lugar donde todo el mundo se conoce y en el que no suelen pasar demasiados acontecimientos extraordinarios. Hablamos con la niña que creció con un balón de baloncesto entre sus manos, forjándose ante los más grandes, aquella chica que no cesó jamás en su gran sueño: llegar a ser profesional. Es hija predilecta de Luisiana, Jay White. Desde la cuna del jazz, la base norteamericana del Asisa CBAT.

Jay, ¿qué tal en esta semana tan importante?

Con unas ganas especiales de que lleguen ya los partidos.

Tuvo su primera experiencia cruzando el charco el año pasado en Badajoz. Después de su estancia en Málaga, ¿cómo analiza su tiempo aquí desde que llegó en enero?

La verdad es que adoro este lugar, todo el mundo es genial y me han tratado como en casa. Y en la pista, me gusta mucho el equipo y siento que podemos batir a cualquiera. La gente en Badajoz también fue mi simpática conmigo, pero aquí en Alhaurín todo está bastante bien organizado. Solo tengo palabras de agradecimiento para el club.

Así que, ¿no hay grandes diferencias entre Liga2 y la Primera Nacional?

Para ser honesta, esta liga es muy competitiva, pero lo cierto es que cada partido en Liga2 era extremadamente duro. Cada semana era una nueva final. En el día a día, yo sentía que tanto mis compañeras extranjeras como yo nos comportábamos de manera profesional, aunque el entorno no lo fuese del todo. A veces el entrenamiento estaba programado para las 18:00 y había grandes retrasos. En Alhaurín sí que he notado una programación más seria.

¿Le ha parecido, entonces, que hay cierta profesionalización dentro de un club humilde como el CBAT?

¡Por supuesto! En ningún momento el club me ha dado razones para pensar «no quiero estar aquí» o «preferiría volverme a casa». Todo lo contrario, las cosas han ido sobre ruedas desde que llegué a Málaga y mi recibimiento fue espectacular.

Le pregunto esto porque parece evidente que en EEUU preparan a sus jugadores para ser profesionales desde el High School, mientras aquí hay jugadores en ligas profesionales con un tratamiento amateur. ¿Existe esa diferencia desde su punto de vista?

Sí, es una locura. Ya no solo en el instituto, sino que en las ligas de verano hay entrenadores observando tu trabajo y te exigen un actitud profesional. Ellos buscan a alguien que trabaje duro y estás aprendiendo a ser profesional a edades muy tempranas porque cuando llegas a ese nivel tienes que saber cómo actuar y cómo seguir de manera adecuada este estilo de vida.

Vino aquí para ser la jugadora franquicia del Asisa CBAT, con el propósito de hacer ascender al equipo, una gran responsabilidad. ¿Cómo maneja toda esa presión?

Es mi trabajo y cobro por ello, sí, pero en cierto modo estoy acostumbrada. Mi año júnior en la universidad fue el curso en el que más maduré como profesional. La mayoría pensaba que el nivel del equipo descendería después de que las seniors se graduarán y me tocó coger las riendas. La entrenadora puso el equipo en mis manos y creo que desde ese momento mi confianza ha sido siempre muy alta. Como llevo tanto tiempo haciéndolo pienso que ya es algo natural para mí.

Pero ese proceso mental de tener que jugarse el balón decisivo, como el triple definitivo que lanzó en la final ante Unicaja...

Obviamente es complicado. Francis (entrenador de Asisa) me pidió algo más tras la semifinal, en la que no tuve un buen día a nivel ofensivo, y aunque trato de ayudar en todas las facetas del juego, me preparé a conciencia para estar relajada y poder meter ese tipo de lanzamientos. Siempre tienes que estar preparado para los tiros determinantes.

No sé si lo sabe pero usted es la primera jugadora profesional en el básket malagueño femenino.

Creo que cuando llegué aquí, Juanpe (presidente del CBAT) me lo dijo, pero no me importó demasiado. No me di cuenta de la importancia que tenía hasta que la gente a mi alrededor y mis compañeras me explicaron la ilusión que había depositada en mi fichaje.

A aquellas chicas en Norteamérica que desean ser profesionales, ¿les animaría a venir a Europa a jugar?

Si tienen la oportunidad de jugar aquí, les diría que no se lo pensaran. Es una experiencia distinta, conoces nuevas culturas y muchas personas.

En nuestro baloncesto hemos vivido muchas situaciones de americanos que han tenido que volverse a su país debido a su no adaptación...

Es una cuestión delicada que requiere de un trabajo previo de coaching. De todas formas creo que vosotros tenéis una forma de ser muy agradable y en de donde yo provengo, Luisiana, también somos hospitalarios, por lo que no ha sido nada difícil mi adaptación.

Tener un buen entrenador es esencial, ¿qué opina de Francis Trujillo?

Él está siempre enfadado pero es bueno (bromea). Tenemos una relación curiosa porque durante los partidos me pide explicaciones y se queda mirándome esperando saber si lo he comprendido o no, aunque al final de los partidos siempre acabamos riéndonos (sonríe). Es un bromista, es muy buen tipo.

Después de ser campeonas de Primera Nacional, ¿cuáles son tus expectativas en torno a la fase de ascenso?

Soy positiva. Vamos a ganar. Saldremos a pasarlo bien y disfrutar, pero al final del día nuestro objetivo final es ganar. Siento que si jugamos lo más duro posible, del modo que sabemos, somos capaces de pasar por encima de todas.

Y en cuanto al futuro...

Que pase lo que tenga que pasar. Nunca sabes que es lo que te deparará el siguiente año cuando eres profesional, así que no voy a decir que tengo algo pensado porque no es verdad. Pero si tuviese la oportunidad de renovar volvería a Alhaurín el año que viene. Aunque nada es seguro, como te digo.