Concentrado en la banda. Se le puede ver serio, muy activo, e incluso tumbado sobre el parqué, como en la fase de ascenso en Los Guindos, antes de que se consumara lo «imposible». Francis Trujillo es el entrenador del Asisa Alhaurín de la Torre, conjunto que este año disputará la Liga 2 femenina. Taxista de profesión, monologuista en sus ratos libres y arquitecto de un proyecto que la próxima campaña competirá en el segundo escalón de la élite nacional de baloncesto.

Francis, ¿qué tal todo?

Muy bien, encantado.

Después de dos meses de la materialización del ascenso, las sensaciones en el entorno del club y, sobre todo, de las propias jugadoras, habrá cambiado. ¿Cuál es el ambiente tras la euforia inicial del éxito conseguido?

Hace dos meses no nos lo creímos ninguno, y yo el primero cuando sonó el pitido final ante Adareva. A día de hoy estamos expectantes, pero con muchas ganas de empezar y trabajar, que es lo realmente importante. Eso es muy positivo porque va a hacer que tengamos una temporada buena a nivel anímico. Lo que sí tenemos que intentar es que los resultados nos acompañen, al menos para competir, y podamos empezar a cohesionar todas las piezas para un proyecto sólido de futuro.

Todo el mundo habla del Asisa Alhaurín de la Torre como un equipo de Liga 2. Un auténtico desafío.

Sobre todo sabiendo que esta pasada temporada empezó con una cara muy diferente, y lo lógico incluso hubiera sido nuestra desaparición. Pero, sin embargo, sucedió todo lo contrario. Ahora lo que más vamos a notar es el cambio físico, porque en ilusión y personas detrás del equipo hemos dado un paso adelante. Llegamos al semiprofesionalismo y claro que es un desafío, aunque lo aceptamos con toda nuestra energía.

Su apuesta parece decidida a mantener el núcleo fuerte de la pasada campaña, además de añadirle algunos refuerzos. ¿Es ésa la estrategia que persigue el club?

En estos momentos contamos con siete jugadoras, más dos chicas que también nos van a ayudar. Mínimo necesitamos nueve chicas listas para salir a cancha en cualquier momento. Ahora mismo con el equipo que tenemos es difícil competir en la categoría, pero no estoy nervioso y cada cosa llegará a su tiempo seguro.

Para empezar ya han firmado a la malagueña Carmen Ortiz y también han renovado a Jay White, clave en los esquemas del equipo. ¿Qué opina de ambos movimientos?

Carmen es una chica en la que yo confío bastante. Para empezar, con 18 años salió de su zona de confort para irse a jugar a Alicante con un Primera Nacional, y luego a Oviedo. Nada más que por eso merece un respeto. Ella es una chica que tiene unas ganas inmensas de darlo todo, además de ser una jugadora muy polivalente que nos va a echar una mano. En cuanto a la renovación de Jay, para nosotros era muy importante mantener la columna vertebral del equipo y la de Luisiana, que suma en el campo y en el vestuario, es la única que conoce la competición, junto a Carmen y Lorena Liñán, de su etapa en Badajoz. Dependerá de cómo termine la confección del equipo, pero su rol será muy importante seguro.

Sobre el papel su conjunto se ha convertido en el segundo equipo de Málaga, solo por debajo de Unicaja Málaga, puesto que no hay más clubes malagueños en una categoría superior. ¿Cómo ve al club de cara a afrontar esta situación?

Veo al club que en ilusión no somos el segundo equipo de Málaga, somos el primero. Pero tenemos que dar un paso adelante en realidad, porque hemos de resolver problemas y situaciones que antes no nos habíamos encontrado y tenemos que tratar de adelantarnos para demostrar hasta qué punto estamos listos.

La explosión del baloncesto femenino en la provincia es indiscutible. ¿Que cree que ha cambiado desde hace 10 años?

No tiene nada que ver, absolutamente nada. Hace 12 años la UMA femenina ascendía a Liga 2 y mediáticamente no fue algo importante, aunque fuera lo mismo que ha sucedido ahora. Parece que ya se le está prestando la atención que se merece, tanto desde nuestro equipo o como desde la llegada de la sección femenina de Unicaja. El gran trabajo que están haciendo otros clubes. Es un momento en el que la ola está muy arriba y hay que subirse a ella como sea. Las niñas también deben de dar un paso adelante en cuanto a profesionalidad.