Osvaldo Soriano escribió una historia deliciosa sobre el amor al fútbol, a un equipo y a un estadio. Un día quedó para dar una vuelta con José Sanfilippo, el legendario delantero de San Lorenzo de Almagro, uno de los mitos aún vivientes del equipo que fundó un cura llamado Lorenzo Massa. En vez de pasear por un parque o una calle, lo hicieron por un Carrefour, el que se encuentra en la Avenida de la Plata 1.700, el mismo lugar en el que durante décadas lucía orgulloso el Viejo Gasómetro, el estadio de San Lorenzo y cuya desaparición dejó una herida sin curar en los aficionados del «Ciclón de Boedo».

Soriano cuenta que Sanfilippo caminaba entra las estanterías con una tristeza contagiosa, tratando de recuperar olores, sonidos y sensaciones, aquellas que se apoderaban de esa parcela los domingos de partido. En un momento del paseo se detuvo cerca de la hilera de cajas y ante los ojos asombrados del resto de la clientela, el «Nene» Sanfilippo describió entre saltos y giros un gol que le marcó en ese mismo lugar a Boca Juniors treinta años atrás.

Cuenta Soriano que quienes vieron la escena gritaron «gol» y se rompieron las manos a aplaudir. No era Sanfilippo el único que acudía con frecuencia al hipermercado a dar vueltas como un sonámbulo. Lo hacían montones de aficionados veteranos, los que crecieron en las gradas del viejo estadio y que lejos de ese recinto no eran capaces de disfrutar del fútbol de la misma manera. Allí buscaban en su memoria y trataban de recuperar el tiempo vivido, las tardes de gloria. La pérdida del estadio fue un drama para los hinchas de San Lorenzo, pero también para el club que fue objeto de una estafa gigantesca que comprometió su futuro y le condenó a una de las situaciones más graves de su historia.

Una parte de este cuento que poco tiene que ver con el romanticismo y mucho con la corrupción. El 7 de mayo de 1916, se inauguró un estadio al que nadie puso nombre. El pueblo comenzó a llamarle el «Gasómetro» por el parecido que su estructura tenía con los grandes depósitos de gas licuado que había en aquella época. Se estrenó con un partido ante Estudiantes de la Plata que ganó San Lorenzo con goles de Antonio Moggio y Elizardo Fernández. En 1928, tras la gestión de su presidente Pedro Bidegain, el club se hizo con la propiedad de la parcela que pertenecía a una monja. Fue el momento en el que el recinto comenzó a crecer mientras también lo hacía el club y los trofeos iban llenando las estanterías de su sede social. El Gasómetro llegó a alcanzar una capacidad de 75.000 espectadores hasta convertirse en el estadio más grande de Argentina. También lo llamaban el «Wembley porteño» ya que la selección argentina lo adoptó como su recinto durante casi tres décadas. Su ambiente era uno de los grandes patrimonios de San Lorenzo y también de toda Argentina. La crisis económica de los años setenta, la que invadió a buena parte de los clubes del país, trajo consecuencias dantescas para San Lorenzo y para el Viejo Gasómetro. El Mundial de 1978 suponía una gran esperanza para los dirigentes y aficionados del club de Boedo.

Existía la firme esperanza de que sus organizadores inyectasen una importante cantidad de dinero para adecentar un estadio envejecido y que se empezaba a caer en pedazos. Pero no sucedió así. Aparece entonces una oscura figura en la vida de San Lorenzo. Se trata del Brigadier Osvaldo Cacciatore, el militar que gobernó Buenos Aires entre 1976 y 1982 tras ser designado por el Proceso de Reorganización Nacional que había puesto en marcha la dictadura. El nuevo alcalde tenía claro qué Buenos Aires quería vender a la prensa internacional y en sus planes no estaba ni San Lorenzo ni el Viejo Gasómetro.

Centró la inversión en el Monumental de River Plata y en la zona de Belgrano y aparcó cualquier inversión en la zona obrera del sur de la ciudad, allí donde habitaban los miles de aficionados de San Lorenzo. Aquello supuso un revés inimaginable para el club que fue objeto a partir de ese momento de un proceso de acoso exagerado. Los terrenos en los que estaba el Gasómetro eran muy apetitosos y comenzó una maniobra política para conseguir su expropiación. Cacciatore dictó una ley que pretendía realizar una reordenación en toda la zona y la parcela era esencial en el plan urbanístico que prohibía la utilización de esos terrenos para fines comerciales. Deberían ser dedicados a viviendas sociales y dotaciones para el vecindario. San Lorenzo y su gente trataron de resistir, pero fue imposible. En diciembre de 1979 se jugó el último partido, un 0-0 contra Boca Juniors. Un resultado triste para un día trágico. Una sociedad fantasma, constituida poco antes, pagó al club la ridícula cantidad de 900.000 dólares por la parcela. Poco tiempo después comenzaron las obras de demolición ante los ojos llorosos de los hinchas de toda la vida del «Ciclón». Durante meses los aficionados y exjugadores del club acudían al terreno de la Avenida de la Plata, entre las calles Inclán y Las Casas, y se llevaban a casa restos del derribo. Piedras, ladrillos, arena, hierba, tablones de madera, hierros de las barreras. Cualquier cosa valía. Sanfilippo, alma de San Lorenzo, se montó en el jardín una «tribunita» con deshechos que unos albañiles recogieron del Viejo Gasómetro. Cuando se la enseñó a su padre -cuya mayor felicidad había sido ver a su hijo con la camiseta del equipo de su vida, éste rompió a llorar como nunca lo había hecho. La traición del Brigadier Cacciatore se hizo palpable en 1983.

Durante cuatro años nada se había hecho en la zona.No aparecieron las viviendas ni los parques previstos.Una ordenanza municipal anuló la prohibición de establecer comercios en esa zona y los terrenos se vendieron a Carrefour por ocho millones de dólares que nadie tuvo muy claro dónde se fueron. Un atraco en toda regla. La desaparición del estadio trajo la crisis más grande de la historia del club que durante catorce años vagó sin estadio y vivió de prestado en diferentes campos. Incluso bajó a Segunda y su futuro se vio comprometido seriamente.

En 1993 inauguraron otro estadio en una zona que nada les dice a sus hinchas que no han dejado de pelear por recuperar la parcela del Viejo Gasómetro, la misma por la que siguen paseando aunque ahora esté ocupada por un gran supermercado. Hace más de un lustro se aprobó el proyecto de Restitución Histórica para devolver a San Lorenzo lo que es suyo. Un triunfo gigantesco de una afición que jamás aceptó la rendición.