La tranquila vida del Bolonia saltó por los aires el 4 de marzo de 1964 cuando a la sede del club llegó un comunicado de la Federación Italiana en la que le anunciaban la suspensión por 18 meses de cinco de sus futbolistas (Fogli, Pascutti, Perani, Pavinato y Tumburus) debido al consumo de anfetaminas durante el encuentro que habían ganado semanas antes al Torino por 4-1. Aquel triunfo suponía el noveno consecutivo del conjunto entrenado por Fulvio Bernardini, el único que parecía en condiciones de discutirle el título al Inter de Helenio Herrera.

La noticia supuso un golpe tremendo para toda la sociedad de Bolonia, pero especialmente para el legendario presidente del club, Renato Dall´Ara. Este empresario textil, de setenta años, llevaba tres décadas al frentedel club y en sus primeros siete años había conseguido cuatro títulos de Liga. Pero ya habían pasado más de veinte años desde el último y el veterano dirigente se había embarcado de un modo aún más intenso en la tarea de devolver al Bolonia a lo más alto del fútbol italiano. Había mucho de orgullo personal en la tarea sobre todo después de que en la ciudad comenzase a crecer un importante apoyo popular hacia la figura de Attilio Monti, un empresario del petróleo, que no descartaba pelear por la presidencia del club. Para mucha gente su dinero era una tentación irresistible y por eso Dall´Ara intensificó su esfuerzo para que la hinchada entendiese que él era un personaje imprescindible para el Bolonia. Por eso participó como nunca en la confección de la plantilla junto a Fulvio Bernardini, el hombre al que tres años antes había otorgado la dirección técnica.Su implicación llegó al punto de viajar en su coche a Alemania, pese a su precario estado de salud, para convencer personalmente al alemán Helmut Haller de que fichase por el equipo. A su regreso sufrió un accidente y cuando los periodistas acudieron al hospital a preguntarle por su estado de salud él les contestó ufano: «Lo único que importa es que el contrato está firmado».

La llegada del alemán cosió el medio del campo de forma inimaginable que comenzó a funcionar de manera magnífica en 1962 y estalló un año después. Formó una pareja con el internacional italiano Giacomino Bulgarelli y juntos desbloquearon al danés Nielsen, que había llegado unos años antes con la etiqueta de gran goleador y sin embargo presentaba unos números discretos. Pero Haller sacó lo mejor de él y el Bolonia comenzó a volar en busca del Inter de Helenio Herrera.

Cuando a comienzos de marzo llegó el comunicado de la Federación Italiana Bolonia se echó a la calle por lo que ellos entendían una maniobra del poderoso Inter para quitarse de encima un incómodo e inesperado enemigo. Alguien a quien podrían doblegar gracias a sus influencias.Así se vendió la película en el entorno del conjunto «rossoblu». El Bolonia acertó de lleno a la hora de plantear la estrategia de defensa.El reglamento le obligaba a recurrir solo a los estamentos deportivos, una opción que no querían utilizar. Entonces tres abogados de Bolonia acudieron a la justicia ordinaria y presentaron un recurso a título personal por lo que consideraban un atropello al Bolonia.A partir de ahí el proceso estuvo lleno de irregularidades. No se pudo hacer el contra análisis, los frascos que contenían las muestras habían sido manipulados y nunca quedó muy clara la dosis de estimulantes que encontraron a los futbolistas. Un circo que terminó con un juez dando la razón al Bolonia que recuperó a los futbolistas, los tres puntos del partido con el Torino y pudo continuar la carrera con el Inter hasta la última jornada en la que recibían al Lazio en su estadio.

A esa fecha llegaron ambos equipos igualados. El Bolonia se impuso por 1-0 gracias a un gol y sus aficionados esperaron noticias desde Milán donde el Inter jugaba con el Atalanta. En ese momento se produjo una tremenda confusión porque la megafonía anunció «spareggio» -desempate- aunque mucha gente entendió «pareggio» (empate) dando por supuesto que el Inter había tropezado. La tensión y el enredo provocó la indisposición de Dall´Ara que abandonó el estadio junto al médico incapaz de resistir aquella tensión. La cuestión es que ambos equipos finalizaron igualados a puntos y se veían condenados a resolver el título en el desempate que se jugaría el 7 de junio en Roma.

Los médicos desaconsejaron al dirigente del Bolonia acudir a la reunión con el presidente del Inter que se celebraba tres días antes en la sede de la Liga para discutir distintos detalles del partido. Pese a los problemas cardiacos

Dall´Ara acudió para verse las caras con Angelo Moratti, padre del actual presidente, y como no podía ser de otro modo el supuesto dopaje del Bolonia estuvo presente en el encuentro. La discusión fue muy acalorada y en un momento el presidente del Bolonia se sentó en la silla con sensación de ahogo. Llamaron de inmediato a los médicos, pero el infarto fue casi fulminante y Dall´Ara murió en el despacho de Giorgio Perlasca, presidente de la Federación Italiana, y en brazos de uno de sus grandes rivales.

La noticia supuso una tragedia para Bolonia y un golpe brutal para la plantilla que desde hacía un par de días estaba concentrada en Roma para adaptarse al calor que le esperaba en la capital italiana. Sin embargo, la plantilla se recompuso a tiempo de brindar el mejor homenaje póstumo que se recuerda. Dos días después derrotaron al Inter que dos semanas antes había ganado la Copa de Europa al Real Madrid en Viena. Los goles de Facchetti en propia puerta y Nielsen le dieron el último título de Liga de su historia, el que el presidente quería para convencer a Bolonia que nunca habría un presidente como él. El técnico no entró al trapo de las acusaciones de dopaje vertidas por Helenio Herrera. Sus jugadores atribuyeron aquella victoria a la inspiración que recibieron de su presidente fallecido en las horas anteriores al encuentro. Bolonia se secó las lágrimas a tiempo.