Por insistencia, por fútbol y por merecimiento, el fútbol femenino español celebró, por fin, en 2018 su primer título mundialista: un entorchado en categoría sub-17 que premia a la generación dirigida por Toña Is y, en gran medida, sosiega también las lágrimas de quienes lo intentaron anteriormente.

Jorge Vilda, en el Mundial sub-17 de 2014, y Pedro López, en el Mundial sub-20 de 2018, se quedaron a las puertas de la historia. Recogieron sendas medallas de plata que, en todo caso, anunciaban la eclosión de las futbolistas españolas.

Fue la asturiana Toña Is -la primera mujer que dirige una selección de fútbol en España- quien emergió victoriosa en Uruguay junto a las prometedoras Claudia Pina, Eva Navarro, Catalina Coll, Irene López, Jana Fernández y compañía.

Pocas semanas después de que a Patri Guijarro le quedasen como consuelo los reconocimientos individuales en el Mundial sub-20, su compañera en el Barcelona Claudia Pina dictó la revancha. La joven delantera de Montcada firmó un doblete en la final ante la selección de México (2-1) y permitió al conjunto español proclamarse campeón en la cita de categoría sub-17 disputada en territorio uruguayo.

Con ese entorchado, el fútbol femenino español cerró un 2018 memorable, adornado con las conquistas continentales en edades sub-17 y sub-19. La selección absoluta redondeó los festejos, con su clasificación para el Mundial de Francia de 2019.

«Hay países con más solera, que confiaron en las mujeres y vieron antes que nosotros el potencial del fútbol femenino», convino el director técnico de las selecciones femeninas, Jorge Vilda, «pero en esa carrera vamos más rápido y estamos recortando la distancia», recalcó en segunda instancia.

En su reciente encuentro con los seleccionadores territoriales en Las Rozas, el también seleccionador absoluto aportó seis claves. Atribuyó todos esos éxitos a las jugadoras, «que cada partido se dejan la piel en el campo»; a la decidida apuesta de la Real Federación Española de Fútbol, «volcada en el impulso del fútbol femenino»; a la confianza de patrocinadores como Iberdrola; al apoyo de los medios de comunicación; a la difusión que cada vez dan más televisiones, «lo que hace que el fútbol femenino se cuele en los hogares de la gente»; y, especialmente, «al escrupuloso trabajo que hacen las federaciones territoriales», comentó.

«De las 42.000 jugadoras con licencia que hay en España puedo afirmar que es difícil que se escape una que tenga nivel para estar en la selección española», dijo Jorge Vilda.

La comunión de todos los actores implicados en el desarrollo del fútbol femenino ha permitido a la disciplina sumarse a la oleada de éxitos de las mujeres deportistas.

Futbolistas de todas las generaciones, como Claudia Pina, Patri Guijarro o Irene Paredes, acercaron en 2018 sus nombres a ilustres deportistas como Carolina Marín, Lydia Valentín, Sandra Sánchez o Joana Pastrana, campeonas del mundo de bádminton, halterofilia, kárate y boxeo, respectivamente.

Ana Carrasco entró igualmente en la historia del motociclismo al erigirse en la primera mujer que gana un Campeonato del Mundo de velocidad, gracias a su triunfo en el Mundial de Supersport 300.

María Pérez devolvió a la marcha española el máximo rango con su triunfo en la prueba de 20 kilómetros del pasado Campeonato de Europa, en el que Ana Peleteiro (triple salto) y Julia Takacs (50 kilómetros marcha) pisaron igualmente el podio para recoger sus medallas de bronce.

También la nadadora Jessica Vall encontró un motivo de celebración: su plata en la prueba de 200 braza del último Europeo.

Como anfitriona, la selección femenina de baloncesto. La selección femenina de waterpolo igualó ese resultado en los Europeos de Glasgow.

En Londres firmó la selección femenina de hockey hierba su gran gesta: fue tercera en el Mundial. También en hockey, pero sobre patines, España celebró su sexto entorchado europeo en otro año mágico para las mujeres deportistas. Parafraseando a la futbolista noruega Ada Hegerberg, ganadora del primer Balón de Oro femenino, todos ellas siguen demostrando que «no están aquí para bailar».