El éxito deportivo no solo está en los resultados, sino en la capacidad de sentirse motivado e ilusionado para seguir practicando tu deporte.

Existen padres tan competitivos que solo buscan ganar y que sus hijos obtengan siempre el máximo reconocimiento. Si sus hijos no son tan competitivos, solo generarán conflictos sin ni si quiera entenderse y mucho más en edades de formación. La experiencia genera también mucha capacidad para competir y a muchos jóvenes les falta esa chispa por falta de experiencia.

También están los padres súper exigentes que creen que presionando conseguirán el mejor deportista en la familia. Son esos que casi nunca están contentos al considerar que no se ha dado el máximo y que siempre se puede hacer mejor. Habría que verlos a ellos si son capaces de trabajar siempre al máximo de sus posibilidades!

Los deportistas cuando son pequeños aguantan, pero a medida que crecen se van alejando o acaban dejando el deporte. Los que aguantan suelen contar su experiencia con mucha tristeza y sin haber podido disfrutar de la familia como apoyo.

Es muy importante que los padres tomen conciencia sobre el rol que les toca jugar en el deporte, ya que el deporte en sí, influye a nivel educativo, social y familiar también.

Los padres entrenadores suelen ser bastante cansinos. Con las horas de entrenamiento y los partidos, los niños tienen más que suficiente, no hace falta entrenar más, explicar más jugadas, corregir más la técnica o buscar la mejora del carácter. Se pasa de estar motivado a estar quemado... ¡y esto sí que es peligroso! Lo mejor es esperar a que el deportista pida más horas, ayuda o simplemente, quizá, solo quiera jugar un rato con su familia como diversión.

Cada vez más podemos encontrar en las gradas a padres descontrolados, quizá sea porque no se les puede castigar! O porque les da igual que sus hij@s o su alrededor pasen vergüenza. Gusta que la familia se sienta orgulloso de uno, pero no es normal que tu familia monte un show en cada partido y acaben como antagonistas. Los hijos pasan mucha vergüenza con esto, pierden totalmente la concentración y juegan peor, preocupados más que centrados. Imaginaos la palabra disfrute lo lejos que queda aquí€

La felicidad a la hora de practicar un deporte debe estar por encima de cualquier presión, norma, grito o gesto. Vamos a encontrar dificultades siempre en el proceso de aprendizaje y en todo lo que conlleva el aprender a competir y en este proceso los padres son muy importantes. Son ejemplos a seguir para sus hijos y han de cuidar sus mensajes y su lenguaje corporal. Si no están de acuerdo con el tipo de entrenador o los valores del club, lo mejor es que se encuentre el adecuado y se busque una línea parecida de educación. Estos son los padres involucrados, aquellos que se preocupan por la educación y progresión, que siguen una línea educativa donde el deporte va de la mano respetando el rol del entrenador y las normas del club.

No sirve de nada criticar o atacar ideas de entrenadores o compañeros de club delante de jugadores, tampoco crear ideas de futuro o expectativas falsas, ya que llegar a la élite es muy difícil y no debe ser la principal ni única motivación. Tampoco sirve regañar, gritar o hacer determinados gestos que solo generan malestar en el deportista y mucho menos pedir que entrene más para ser mejor.

Los padres en el deporte sirven de mucho: para apoyar, acompañar, comprender, escuchar, aprender, sentir, revivir, querer, animar, besar, abrazar, ayudar, sonreír€ son muchas cosas como para tener que gritar, corregir, enfadarse o exigir.

*Alba López es psicóloga deportiva y entrenadora