El español Rafael Nadal aseguró que su duodécima victoria en Roland Garros este domingo tiene un sabor especial por los malos momentos que ha pasado en la temporada a causa de las lesiones.

"Ha sido un año complicado en términos de lesiones. Cuando uno se lleva bofetadas continuadas terminas estando herido. He pasado momentos en los que he estado herido mentalmente por las cosas que he ido pasando físicamente", afirmó tras derrotar en la final al austríaco Dominic Thiem por 6-3, 5-7, 6-1 y 6-1.

El punto de inflexión fue el torneo de Barcelona, cuando se encerró en un habitación para "tomar decisiones" y "cambiar de actitud y de mentalidad".

El jugador aseguró que gracias a la ayuda de mucha gente "se pudo revertir una situación complicada en las últimas cuatro semanas" y aseguró que la clave fue "valorar cada pequeña mejora y no buscar grandes avances drásticos".

"No creo en los avances mágicos, no son buenos porque no los asumes. Creo en los pasitos adelante, que puedes ir consolidando mentalmente, en el trabajo que he sido capaz de hace estas últimas cuatro semanas", señaló.

Esos avances le permitieron recuperar la motivación y, tras un bajón en la semifinal de Madrid contra el griego Stefanos Tsitsipas, "cada partido se ha mejorado".

"Mis sensaciones eran mejores", señaló el mallorquín, quien aseguró que la victoria en Roma le ayudó a llegar a Roland Garros con la confianza recobrada.

Con doce triunfos en París y 18 grandes en total, Nadal se sitúa a dos del suizo Roger Federer, pero aseguró que si bien le motiva alcanzar al helvético, no le obsesiona.

"Jamás me ha obsesionado, no lo he tomado como una referencia clara en mi carrera, no es por lo que me levanto cada día y juego torneos. No es mi forma de entender el deporte y encarar mi carrera deportiva", subrayó.

"No creo que ni mi felicidad interior ni mi futuro vaya a cambiar un pelo por igualar a Federer", agregó Nadal, y resaltó que la estadística que más valora es haber levantado doce veces la Copa de los Mosqueteros.

Sobre la victoria contra Thiem, que calificó como "la más difícil y la más importante del torneo", Nadal aseguró que tuvo un punto de inflexión en el final del segundo set, cuando entró en vestuarios, fue al baño y "necesitaba pensar".

"Tenía que volver a la pista con una idea clara de lo que necesitaba para sentir que el partido estuviera en mis manos. Él me sacaba mucha ventaja con los dos primeros tiros, y contra él es difícil recuperar, le pega muy duro. Tenía que solventar eso", dijo.

"Era importante no perder el control del partido contra él. El primer set había sido muy duro, con mucha intensidad, con puntos fantásticos. Pero era imposible mantener ese ritmo todo el partido", agregó.

Nadal aseguró que abordará Wimbledon sin disputar ningún torneo previo sobre hierba, una táctica que ya adoptó en los dos últimos años y que le funcionó. "Me he sentido competitivo los dos últimos años, ¿por qué cambiar?", señaló.