Muchas sagas familiares han pasado por las pistas de EBG Málaga. De hecho, la Escuela de Baloncesto Guindos se puede definir como una familia de familias en torno a la pasión baloncestística. Una especialmente prolífica es la familia Suárez, con Cristóbal a la cabeza, que forma con sus cuatro hijos varones un quinteto ideal «made in Málaga».

Y es que este ex jugador profesional malagueño, concretamente de Torremolinos, vivió del mundo de la canasta hasta los 38 años, llegando incluso a debutar en ACB con el Unicaja, en la temporada 1991/92, en un partido ante el Caja San Fernando.

En los últimos años de su carrera se aseguró que el legado continuara ligado a las canchas, formando una familia con su mujer, Maggie, y cuatro hijos varones, que han formado este quinteto inseparable a los balones naranjas.

Cristóbal se formó en EBG Málaga, a las órdenes de entrenadores míticos y fundadores del proyecto de Los Guindos, como Ricardo Berrocal. Tras entrar con 12 años en la cantera cajista y tocar la ACB, inició una trayectoria que le llevó por el Unicaja de Primera y Segunda División, y a proyectos en ciudades como Melilla, La Coruña y, volviendo a la provincia, Coín, Marbella, Torremolinos o Fuengirola entre otras.

Una senda ligada al baloncesto que acabó nada menos que con 38 años, conformando una carrera profesional y semiprofesional de la que está muy orgulloso y en la que atesoró gran experiencia. Ya en la treintena fue padre de Nacho, que cuenta ahora con 13 primaveras y, tras varios años en EBG, forma ahora parte también de la cantera de Unicaja, en el equipo infantil.

«Siempre seguí desde fuera cómo evolucionaba EBG, me pareció siempre la escuela más seria en cuanto a formación y dedicación, y tenía claro que vincularía a mi hijo con esta escuela siempre que él quisiera conocer el mundo del baloncesto y le gustara. Después de tanto periplo, es la escuela que veo que prepara mejor a los niños, en cuanto a formación y también en competición, aspirando a ganar ligas y campeonatos», comentó Cristóbal Suárez.

Tras Nacho (ahora en Unicaja), llegaron Eloy, Unai y Chris, que forman parte de la estructura EBG en categorías minibasket, preminibasket y baby, respectivamente. «A todos les ha ido gustando, quiero que se diviertan y practiquen un deporte; haciendo un juego de equipo. Si les gusta el baloncesto mejor, o cualquier otro deporte, sólo quiero que hagan lo que ellos quieran y les guste», dice orgulloso el padre de las criaturas.

Desde el mayor se han ido enganchando al baloncesto hasta el más menudo. Con tanta variedad de edad, los consejos son muy dispares. Al mayor le insiste en cuestiones como que Unicaja son ya palabras mayores y hay que tomarse todo con más seriedad, mientras que a los pequeños se les enfatiza más en el disfrute, sin olvidar también aspectos como la puntualidad, el compañerismo o la implicación. «Aunque suelo darles los consejos justos y sencillos. Estando muy encima tampoco se consigue nada. Lo importante en todo esto es que vayan bien en los estudios, si no van bien en los estudios, no hay baloncesto», asegura.

Nicolás García, presidente de EBG, siempre se ha mostrado orgulloso de que la Escuela Baloncesto Guindos no sólo forme jugadores, sino también entrenadores, auxiliares de mesas, árbitros y otras figuras necesarias para el Deporte. «De lo que más orgullosos estamos es de que EBG forme familias y el ejemplo de los Suárez es de los mejores. Pasión, ordenada, pero pasión, con la cabeza centrada en lo importante, la educación y los estudios, y apostando porque nuestro deporte y nuestro club siga creciendo con grandes ejemplos como estos», asegura el presidente.

En todo este entramado de equipaciones, tácticas y balones, la organización familiar es fundamental, gracias a la madre, Maggie, que es «el pulmón de la familia». Maggie cumple a la perfección con tal necesidad de implicación y precisión. «Ella se encarga principalmente de organizar horarios, en contacto con los entrenadores, ya que está todas las tardes, durante muchas horas, en EBG, y lo lleva siempre con gran entusiasmo y mucho esfuerzo». Un motor imprescindible para el buen devenir de este equipo familiar tan peculiar, como asegura su marido.

A este equipo familiar se le nota muy unido, también en la grada del Carpena como socios al completo del Unicaja. «En casa también se habla de otra cosa que no sea el baloncesto. La música también está muy integrada en nuestra vida y otras actividades paralelas que también nos gusta hacer. Con cuatro niños, obviamente también hablamos de videojuegos y otras aficiones, aunque claro, el baloncesto también está presente. Nos gusta comentar la actualidad de la Liga Endesa o disfrutar con eventos como el último Mundial en el que España fue campeona», concluyó este padre trotamundos de la canasta que, de la manera más sencilla y humilde, ha inculcado una pasión a sus hijos, el baloncesto y por tanto el compañerismo y todos los buenos valores que aporta el deporte a sus practicantes.