Hay cada vez más fines de semana con temperaturas impropias. Eterno verano de no ser por las luces navideñas, que antaño se instalaban por estos días. Luminarias que anuncian el fin de año y tal vez el final de todo. Porque acabó la cumbre de todos sin consenso. Ni siquiera para que las naciones demuestren tener algunas luces hacia esa utopía de un mundo más ecológico.

Hay pueblos, los menos, que han apostado por ambientar estas fiestas con luces cien por cien sostenibles. Luego están las grandes urbes. Estas capitales, como Málaga, que reciben centenares de autobuses y millones de visitantes en utilitarios insostenibles. Y así se abarrota un centro histórico de turistas, listos para hacer colas tan largas como las de Doña Manolita. Pasión en diciembre esta de ver procesionar a pasito lento miles y miles de coches cada fin de semana, con la intención de ganarse un encierro imposible en el parking que lleva toda la tarde lleno.

Tener más o menos luces se ha convertido en materia de estudio, y de concurso, con el fin de década. Que si Vigo, que si calle Larios. Hagan apuestas. Mientras, también pueden hacer números acerca de lo que depararán los históricos partidos de la nueva Copa del Rey. La que empieza mañana, con nueve equipos modestos de Tercera División que van a ver hecho realidad el sueño de enfrentarse a millonarios clubes de Primera División.

Un sueño que en la mayoría de los casos se ha quedado a medias. Por falta de luces. Aquí también. La muy Real Federación Española de Fútbol, antes (entre 1909 y 1013) Federación Española de Clubs de Football, tuvo a bien premiar al futbol modesto con un sistema de competición que, a partido único, incluyese en sus primeras rondas a escuadras de la cuarta e incluso quinta categoría del balompié patrio. Una iniciativa brillante, aprobada de manera asamblearia, de no ser porque nadie pensó en lo de las luces.

Hace justo un mes todo eran alegrías en algunos pueblos de esa España vacía, agraciados en el sorteo. Imaginen a los 700 habitantes de la localidad palentina de Becerril de Campos, nada más saber que la Real Sociedad sería su ilustre rival copero. Una locura. Hasta que llegó la letra pequeña. Y es que técnicos federativos tendrían a continuación que dar «luz verde» a los estadios o feudos de los modestos. La falta de luces ha sido uno de esos obstáculos insalvables que ha privado a ciertos municipios de vivir de cerca tan inesperados duelos.

El remedio pasaba por acudir a recintos prestados, dotados de luminarias adecuadas y en determinados casos de superficies mucho más favorables para los teóricos visitantes. Y digo teóricos porque el Atlético Antoniano de Lebrija, que se medirá al Betis, directamente acordó jugar en el Benito Villamarín. De entre los más decepcionados, el Bergantiños gallego, obligado a medirse al Sevilla en Riazor; o el Intercity alicantino, que se desplazará a Elche porque ni siquiera le valió invertir en nuevas luminarias para poder recibir al Athletic de Bilbao. Cuestión de luces. Las del modesto.