Si pasas más tiempo con los demás que contigo mismo, piensa...

Si pasas cada cumpleaños rodeado de diferentes personas, piensa...

Si te vas con cualquiera por tal de no estar solo, piensa...

Si tu diversión depende de la cantidad de alcohol ingerido, piensa...

Si la rabia y el enfado no disminuyen habiendo trascurrido un tiempo, piensa...

Si no eres capaz de conciliar el sueño, piensa...

Si no cosechas ningún hábito que te otorgue calidad de vida, piensa...

Si no eres capaz de sacar tiempo para cuidarte físicamente, piensa...

Si tu estado de ánimo se descontrola habitualmente por otras personas, piensa...

Si haces cosas por los demás que te acaban agotando mentalmente, piensa...

Si no eres capaz de escuchar a tu cuerpo y a tu mente, piensa...

Si eres incapaz de ser tú mismo y tus acciones están condicionadas al bienestar ajeno, piensa...

Si te avergüenza pedir perdón y acumulas rencor, piensa...

Si no eres capaz de controlar tus impulsos, piensa...

Si sientes envidia y no te alegras por los logros de los demás, piensa...

Si crees que ya sabes lo suficiente para ser el mejor, piensa...

Si no eres capaz de salir de casa sin teléfono, piensa...

Si tu trabajo es tu prioridad, piensa...

Si eres incapaz de reconocer y expresar lo que te pasa en cada momento, piensa...

Si eres incapaz de tolerar ideas diferentes, sintiéndote inadaptado e incómodo, piensa...

Si te produce asco o repugnancia el amor y la sensibilidad, piensa...

Si sientes miedo a fracasar o a que te traicionen, piensa...

Si no sabes lo que te calma y reconforta, piensa...

Si no sabes cultivar la amistad, piensa...

Si tu bienestar depende del qué dirán y las redes sociales, piensa...

Si le das más importancia al físico que a lo mental, piensa...

Si no eres capaz de llorar delante de alguien, piensa...

Si no eres capaz de sacrificarte por algo mucho tiempo, piensa...

Si no tienes sueños y estrategias para conseguirlos, piensa...

Si no viajas, piensa...

Si evitas todos los conflictos, piensa...

Porque tu estado físico y mental dependen de tus hábitos diarios.

Porque tu economía, habilidad social y lenguaje corporal dependen de tus hábitos diarios.

Porque sentirte querido por ti mismo y los demás, libre e ilusionado con la vida depende de tus hábitos diarios.