Christian Jongeneel está hecho de otra pasta. En su caso no se trata de recurrir a un tópico de manera figurada. Su leyenda va más allá de las travesías a nado que ha protagonizado a lo largo de su carrera. En algunos casos han sido tan peligrosas como la que recientemente le guiaba hasta el Canal de Molokai, en tierras hawaianas. Pero no hay reto suficientemente grande si como él defiende, detrás hay uno de esos miles de niños o niñas que necesitan ayuda. Haber sido impulsor de una ONG como Brazadas Solidarias y lograr fondos con estas aventuras para, por ejemplo, instalar plantas potabilizadoras de agua en colegios en la India le ha convertido en mito viviente. Así lo ha reconocido el Ayuntamiento de Rincón de la Victoria, que acaba de inscribir su nombre en la primera piscina pública del municipio.

¿Qué siente al ver inscrito su nombre en estas instalaciones?

Es muy emocionante. Los vecinos han visto cómo se ha dilatado en el tiempo el proceso hasta poder ver hecho realidad el proyecto, lo que no quita que así tomemos consciencia de que las cosas muchas veces no son fáciles. Ha requerido de un esfuerzo inversor de gran importancia, pero ya es una realidad este complejo polideportivo. Que aparezca mi nombre me hizo al principio responsable. Sobre todo espero que vaya vinculado al compromiso social que defiendo más allá del deporte en sí.

Usted además ha practicado la natación desde su más tierna infancia.

Desde los cinco años, sí. He tenido la suerte de competir por todo el mundo. Pero es ahora cuando ya he alcanzado el momento más feliz de mi vida. Cuando todos esos metros que he hecho han desembocado en las Brazadas Solidarias. Eso es lo que realmente quiero personalmente compartir con la gente y que vaya ligado al nombre que he dado a esta piscina municipal.

¿Cómo se llega de un deporte tan individual a una labor tan extensa como es la de la solidaridad en otros continentes?

En la natación tienes todos los sentidos anulados. No escuchas ni ves. Se te pasan por la cabeza miles de cosas, sobre todo si participas en pruebas en las que te pasas cerca de 24 horas nadando, de día y de noche. Y de ahí he podido dar el salto, mediante la labor con la Fundación Vicente Ferrer y con Brazadas Solidarias, a ayudar a personas muy necesitadas. Es con lo que me quedo de todo lo que ha sido hasta ahora mi carrera como nadador.

¿Qué espera del nuevo año?

Ante nuevos retos siempre respondo que la prueba más difícil es la próxima por afrontar. Y siempre al terminar me digo que es la última, que no voy a repetir. Pero esos mensajes de las personas que me siguen me dan alas para seguir. De momento no tengo nada concreto. Quizás haga algo en el Mediterráneo; o tal vez me proponga un lago porque hasta ahora todas las travesías las he hecho en mar abierto. No tengo nada decidido.

No tiene una prioridad en este momento.

He pensado en hacer esa próxima travesía en Suiza, quizás en otro sitio. Lo que tengo claro es que mi mayor prioridad en este momento son los proyectos solidarios. Y por lo tanto lo son las travesías solidarias que organizamos con nuestra ONG. Llevamos más de 6.000 participantes en las diversas travesías. Es lo que más me llena. Incluso ver a personas que se atreven a hacerlas sólo por el hecho de colaborar.