Ya sabemos que jugaron la final de la Supercopa de España los dos equipos de Madrid, Real y Atlético, sin que participen en ella los campeones de Liga, Barcelona, y de Copa, Valencia. Este esquema a cuatro ya tuvo sus detractores y valedores y no vamos a entrar en ello, sino en lo que supone. En efecto, por primera vez en la historia del fútbol español, un supercampeón no lo será por haber sido previamente detentor de un título, sino que el formato ha cambiado la posibilidad obvia de que lo fuera uno de los vencedores de la temporada anterior.

Ya ocurrió con la Liga de Campeones, que acogió en su seno a equipos segundos, terceros y hasta cuartos (en las mejores ligas), lo que ha llevado a que, en varias ocasiones, no fueran campeones de Europa los que lo fueron de su liga. ¿Mejor o peor? No lo sé, aunque me tira más la antigua Copa de Europa y me podrán llamar «viejuno» pero es que te plantabas en cuatro eliminatorias (8 partidos) en la final.

Ahora, sin embargo, con ocho partidos solo llegas a octavos, aún lejos del título. Nuestra Supercopa tiene a cuatro, como podría tener a ocho, sí, ¿por qué no los semifinalistas de la Copa y otros cuatro por méritos ligueros? Exagero quizá, pero el desarrollo del fútbol demuestra que no podría ser algo imposible.

Recordemos el Mundial de clubes, que pasó de ser una pelea entre Sudamérica y Europa a tener cuartos, semis y final y, ahora, tendremos a veinticuatro clubes peleando por ese título. Se tiende a que, cada vez más, las competiciones contengan mayor número de contendientes y no me parece mal, ya que tanto la Eurocopa como el Mundial han podido traer a equipos que han dado la talla, como Islandia o Gales en nuestro continente.

Sin embargo, no es eso lo que me preocupa, ya que lo veo adecuado pero sigo siendo un anticuado para la Copa de Europa/Champions League y para, ahora, este Supercopa de España.

Ahora bien, si lo vemos desde otro prisma, se permite que sea campeón a alguien que «casi» lo ha sido, lo que nos lleva a ver, por ejemplo, que en atletismo o en natación, los campeones continentales, del mundo u olímpicos no son siempre los que han ganado sus contiendas nacionales.

Por lo tanto, no es el fútbol el único deporte que corona campeones superiores que no lo han sido a escala inferior. También el rugby, el balonmano o el baloncesto en sus competiciones europeas. Por lo tanto, estamos en otra fase de deporte, donde ser campeón nacional ya no tiene tanta importancia.

Y, me pregunto, ¿no era esa la idea de una superliga europea? No, no confundo churras con merinas, sino que veo un camino trazado, queriendo o no, hacia esa meta. Ahora, otra vez, digo que soy antiguo, ya que preferiré, sin duda la Champions y esta Supercopa a una Liga Europea...

Al calor de la estufa (no sé si existen todavía, para que vean lo antediluviano que soy), recomiendo la lectura de «El Rey», del italiano Sandrone Dazieri.