Recibió el aviso justo cuando nos atendía para narrarnos toda la incertidumbre que le generaba tener que volar hoy hacia China, después de las vacaciones que ha disfrutado justo durante el Nuevo Año chino. En plena crisis global por culpa del coronavirus, que anoche ya sumaba más de 130 víctimas mortales y 6.000 personas infectadas, al técnico malagueño de fútbol Juan Carlos Zumaquero la anulación de su viaje no le ha sorprendido.

«Tenemos otros compañeros en Wuhan, también españoles, que ni siquiera pueden moverse de casa. Yo he tenido la suerte de que todo me ha pillado aquí, porque me vine a mediados de mes. Pero hasta última hora no sabíamos nada sobre la posibilidad de que se anulara el viaje. De hecho, LaLiga, que es para la que trabajo allí en China, nos ha comunicado a menos de 24 horas que queda suspendido y sin fecha mi traslado», relataba ayer este entrenador de apenas 32 años y que suma ya diez meses como preparador en las instalaciones deportivas de Dalián, la denominada Ciudad del Fútbol en aquel país.

Aunque este emplazamiento se encuentra a muy escasa distancia de las dos Coreas y a unos 1.500 kilómetros de distancia del principal foco del coronavirus, Wuhan, hasta cinco casos hay ya confirmados en Dalián. «Mi viaje con una primera escala en Ámsterdam estaba programado para estar allí este viernes a las diez de la mañana, después de unas 25 horas de viaje. Pero las autoridades nos han confirmado que el transporte público no funciona. No hubiese podido moverme desde el aeropuerto, que está a más de 30 kilómetros de la ciudad», argumenta respecto a la cancelación.

En permanente contacto con el Departamento de Seguridad e Integridad Internacional de LaLiga, que a su vez sigue instrucciones del Gobierno español sobre movilidad desde y hacia China, a Zumaquero por ahora es como si ampliasen las vacaciones. A principios de mes expira un primer contrato de una duración de diez meses, pero de forma automática entra en vigor otro por un mismo periodo, con el que sigue habilitado para entrar en tierras chinas sin el condicionante de carácter temporal de todo turista.

¿Cómo un técnico tan joven, casado y con una hija pequeña, inicia una aventura de este calibre? Para encontrar una explicación hay que trasladarse a hace dos veranos. Zumaquero había acumulado varios hitos deportivos históricos, con los que accede al CD Rincón con apenas 30 años en su primera aventura con futbolistas de mayor edad que él. A pesar de su condición de debutante con un equipo senior, logra el ascenso con el filial rinconero a Segunda Andaluza. Y al fichar Bravo por el juvenil del Málaga CF y quedar una vacante en el banquillo de Tercera División, todo apuntaba a que sería su sustituto.

Una trayectoria meteórica

Pero no fue así. No le valió ni haber sido jugador en las escalas inferiores del club malaguista desde los cinco años, haber compaginado desde los 18 su condición su labor en los banquillos con el arbitraje, «para costear mis estudios de Educación Física», en la competición provincial de fútbol sala. Tampoco que con 26 años hubiese llevado al cadete autonómico de La Mosca a lo más alto, «enfrentándonos incluso al Málaga CF de Brahim Díaz, Luis Muñoz o de Ontiveros». Ese logro hizo que el malogrado Manel Casanova lo fichase para ponerlo al frente de canteranos de la talla de Kellyan Gale, que acaba de debutar en el primer equipo, o del excanterano madridista Echu.

«Uno tiene referentes en el fútbol, como es el caso de Rafa Gil, con el que coincidí en un congreso en Galicia, o Fernando Escribano, que era entrenador de El Palo cuando me hice cargo de sus juveniles después de una histórica campaña con el juvenil de Liga Nacional del Dos Hermanas San Andrés, igualados a puntos con el Real Jaén o el Puerto Malagueño», expresa.

Quizás por haber conocido a estos otros «trotamundos de los banquillos» no le generó ningún temor plantearse un reto mayúsculo, después de ese tropiezo en los despachos del CD Rincón. «Tenía nivel C1 de inglés, licencia UEFA pro y de las ofertas que barajaba me decanté por LaLiga, por la seguridad que me daban para poder entrenar en un país tan especial. Sabía que era una oportunidad única para crecer y sin el apoyo de la máxima competición española no iba a tener las garantías de entrar en China, donde la entrada no es libre», relata.

No le fue en absoluto fácil hacer realidad su sueño en tierras orientales, porque desde que comenzó a mover los trámites burocráticos en verano pasaron muchos meses. Al fin, el 28 de marzo de 2019 llegaba a Dalián, donde con los brazos abiertos le esperaban. Tenía sobre la mesa firmar por 30 meses, aunque optó por dividir el contrato en periodos de 10 por la adaptabilidad. «La principal barrera es la cultural. Porque disfrutamos de condiciones que aquí no tienes ni en Segunda B. Y el trabajo allí, con el Gobierno chino, se centra en inculcar nuestra creatividad. Hacer pensar al futbolista chino», subraya.