La pandemia de coronavirus y la prohibición de salir a la calle salvo para lo estrictamente necesario ha llevado a mucha gente a redescubrir nuevos espacios para entrenar, en el caso de los deportistas, o para pasear, en el caso de la gente mayor o de quienes llevan regular estar en casa.

La imagen de ayer, domingo, es la de mucha gente que ha seguido con sus hábitos deportivos en lugares que hasta ahora nunca habrían imaginado, como esa terraza de su finca o la que solo subían a tender ropa, o ni eso, o ese garaje al que solo bajaban para coger el coche-, o la de quienes simplemente toman el sol en sus balcones.

También hay quien no tiene terraza, como Susi, que estaba preparando junto a su marido, Fede, el maratón de Padua (Italia) del 19 de abril y han reconvertido sus entrenes: él se ha bajado al garaje de la finca, y ella practicará desde mañana ejercicios de fuerza -sin pegar saltos para no molestar al vecino de abajo- y de yoga.

«He visto vídeos de gente que ha corrido un maratón dando vueltas a la mesa del comedor de su casa; yo me niego a eso, creo que hay que disfrutar», explica esta corredora, que estaba preparando su tercer maratón y a la que esta semana le tocaba hacer una salida de 16 kilómetros el jueves y otra de 25 kilómetros el domingo.

Su marido, Fede, también maratoniano, ha optado por entrenar en el garaje, aunque admite que «estar dando vueltas marea un poco, la verdad». Así que, después de unos veinte minutos «mareantes» ha optado por subir y bajar las escaleras de los siete pisos de su finca. «Es otra forma de hacer ejercicio», admite entre risas.

En el club de atletismo de ambos hay compañeros que también han entrenado subiendo y bajando escalones -hasta 1.830 ha contado alguno- en su finca, pues una vez canceladas las rutinas a las que estaban acostumbrados no queda otra que reconvertir la actividad diaria.

Hay quien todavía no ha decidido cómo sustituirá la visita diaria al gimnasio, como Fernando, quien estaba preparando su maratón número 16 para Viena el 19 de abril -que ha sido suspendido- y ha dedicado la mañana a ordenar las camisetas de las carreras en las que ha participado. Ha descubierto que, siguiendo un popular método de Internet, le caben 75 camisetas de manga corta en un cajón.

Además de los deportistas, también han subido a las terrazas de sus edificios gente mayor, como Salvador, de 79 años, que después de unos días con fiebre motivada afortunadamente solo por un resfriado ha buscado el sol en lo alto de su edificio para así darse una vuelta y no «oxidarse» tanto con la estancia en casa.

Niños con triciclo, adolescentes haciendo sentadillas, gente tomando en sol en biquini o incluso tendiendo la ropa antes de que cambie el tiempo y llueva, tomaron este domingo las terrazas, mientras que muchos balcones se convirtieron en el nuevo espacio para tomar la cerveza o el vermú de los domingos.

Y es que toda crisis puede ser una oportunidad para experimentar nuevas sensaciones: correr y pasear por las alturas y subsuelos de nuestros edificios puede ser una forma de no perder la forma física en estos días de confinamiento forzoso. Eso sí, con una condición: de uno en uno, por favor, para evitar riesgo de contagios.