En ocasiones perdemos la motivación y las cosas o las personas dejan de rellenar esa zona interior que necesitamos sentir para seguir adelante, un impulso especial que nos hace no sentir esfuerzo, sino todo lo contrario, ilusión, ganas, predisposición... La pérdida de interés se puede relacionar con el trabajo, con la pareja, con el colegio o actividades sociales e incluso con uno mismo, lo que solemos llamar crisis existencia. Una pérdida del sentido de nuestra vida y nuestro alrededor.

Todo el mundo experimenta desmotivación perdiendo la fuerza de la reacción y el interés, apareciendo con ello la apatía, el desinterés o la decepción. Existen síntomas que están estrechamente relacionados con la desmotivación, pero no por ello, al estar desmotivados tenemos que sentir sí o sí dicha sintomatología.

La pérdida de ilusión por objetivos que antes sí nos motivaban puede provocar trastornos en el sueño y en la alimentación, con dificultades en el descanso y las digestiones por el posible estrés que puede ocasionar. También puede estar acompañada de cambios en el estado de ánimo, destacando la tristeza, la irritabilidad, el desinterés, etc.

Las razones por las que sentimos tantas emociones negativas puede ser el miedo al propio cambio, dado que al no saber cómo salir del aburrimiento o sentir desconocimiento por lo que podemos encontrarnos, preferimos mantenernos como estamos y bloquearnos en una situación incómoda para nosotros. También cuando ya no tenemos expectativas sobre algo o alguien y sentimos un aburrimiento crónico viviendo sin ilusión y sin nuevos objetivos. Cuando no seguimos creciendo a través de nuevos objetivos también podemos caer en la desidia por falta de aliciente, retos o desafíos. Sin objetivos claros no tendremos clara la dirección en la que vamos, la energía que necesitamos invertir según el momento y en qué momento debemos reflexionar para adaptar cambios nuevos para lograr los objetivos que nos hemos propuesto.

Sentir desmotivación no tiene por qué ser malo, sino todo lo contrario, nos puede servir para reflexionar sobre nosotros mismos y nuestro tipo de vida, para saber si nuestro camino es el que queremos y el que nos está llevando realmente hacia donde queremos, si nuestra vida tiene el sentido que en el momento que estamos deseando, y si nos falta algo prioritario para nosotros que hemos dejado de lado durante mucho tiempo.

A lo largo de toda nuestra vida podremos sentir estas emociones en numerosas ocasiones y no siempre debemos desistir, cambiar o dejar de hacer aquello que estamos haciendo. Por eso es importante también en época de crecimiento y formación que sigamos trabajando, resistiendo y aguantando situaciones desfavorables, para aprender, desarrollar fortaleza, hábito, resiliencia y crecimiento superando dificultades.

Es por esto por lo que tras casi dos años escribiendo cada semana, decido decir adiós y con ello agradecer a La Opinión y a todos los lectores que me habéis seguido cada semana, aportándome muchas ideas y reconociendo mi trabajo con mensajes llenos de agradecimiento y cariño.

Gracias por todo de corazón.

Ya sabéis dónde estoy.

GRACIAS