¿Se imaginan un equipo de fútbol sin extremos, con cuatro mediocentros repartidos por el medio del campo? ¿O un equipo de baloncesto con tres bases al mismo tiempo sobre el parqué? Pues poco más o menos, salvando las distancias, esa es la apuesta que se ha sacado de la manga el Rincón Fertilidad para esta temporada 2020/2021, en la que su primera línea titular está formada por tres centrales (Espe, Doiro y Arderius) y en la que no hay ni rastro de la figura tradicional de una lateral diestra y otra zurda, de envergadura, con gran presencia física y con un lanzamiento poderoso desde los 9 metros.

Espe López (1.58 metros), Estela Doiro (1.62) y Silvia Arderius (1.68) forman la «novedosa» primera línea de la que todo el mundo habla en la Liga Guerreras Iberdrola. Y es que el Rincón Fertilidad de Suso Gallardo, el equipo de moda del balonmano femenino nacional, vigente campeón de la Copa de la Reina y vigente líder de su grupo en la Liga Guerreras Iberdrola, ha realizado una apuesta que no es que sea nueva, pero sí que es muy poco habitual y que no le va nada mal, vistos los resultados.

La pregunta está clara: ¿Se puede jugar al balonmano sin laterales? ¿Un equipo puede ser competitivo con una primera línea formada por tres jugadora por debajo del 1.69 metros de altura? ¿Se puede aspirar a algo sin al menos una lanzadora fiable desde los 9 metros?... La respuesta es «rotundamente sí». Y el Rincón Fertilidad es el mejor ejemplo, tras su imperial inicio de temporada 20/21.

La verdad es que Espe, Doiro y Arderius forman un tridente que por ahora resulta imparable para los equipos rivales y que es una de las claves del buen momento del conjunto presidido por Pepa Moreno. El small ball de las «panteras» tiene un hándicap serio de poderío físico, pero la movilidad de jugar con tres «pequeñas», que se intercambian continuamente las posiciones, volviendo locas a las defensas rivales, y que corren el contragolpe a velocidad endiablada, supone un plus que el equipo está aprovechando a la perfección y para el que de momento no hay antídoto en los rivales.

Eso en ataque, porque en defensa la contestación de la pizarra de Suso Gallardo a esa manifiesta inferioridad física ante rivales con laterales tradicionales de en torno a 1.75-1.80 metros, que lanzan desde la larga distancia con solvencia, es jugar con un doble pivote, juntando en el centro de la defensa 6-0 a Paula García y a Rocío Campigli, que suponen el muro atrás.

Los números no mienten. Si en el apartado ofensivo, construir el ataque con tres centrales ha dado sus frutos y el equipo es el máximo goleador de toda la Liga Guerras Iberdrola, con 68 goles después de dos jornadas (34 por partido), la opción táctica de las dos pivotes en defensa también ha sido un éxito para el Rincón Fertilidad, que tras los primeros 120 minutos de la temporada liguera, es la mejor defensa también de los 16 equipos de la Liga Guerreras Iberdrola, contando los dos grupos en los que esta temporada está dividida la máxima categoría del balonmano femenino español. Las de Gallardo han encajado 37 goles (18.5 de media por partido).

Hay que reconocer, eso sí, que la apuesta por este tipo de plantilla vino más propiciada por el devenir del mercado que por una idea preconcebida de los dirigentes costasoleños. Y es que una vez que se decidió al final de la pasada temporada no renovar a la brasileña Juliana Borges, el club se lanzó al mercado en busca de una lateral izquierdo que fuera factor diferencial para la primera línea de las «panteras» en esta campaña recién iniciada. Hubo algunos nombres encima de la mesa, pero no se llegó a ningún acuerdo con ninguna jugadora de este ansiado perfil.

Rocasa, Bera Bera y Guardés, los «grandes» de la Liga, siempre han tenido laterales «top» con ese rol tan buscado en Málaga. La expantera Elke Karsten, Patricia Elorza, Sayna Mbengue, Lisandra Lusson, Luciana Mendoza o Isabel Guialo son buenos ejemplos. En el Rincón Fertilidad pensaban que sin esa figura sería imposible poder competir de igual a igual con los «mejores» del balonmano español. Pero parece que no.

Con el Rincón Fertilidad 20/21 prácticamente hecho, tras el fichaje de Sara Bravo (en ese momento Silvia Arderius era todavía jugadora del Alcobendas), el club decidió aplazar la búsqueda de su «presunta» lateral titular al mercado de invierno. Con un parón por selecciones ahora en esta última semana de septiembre y con el Europeo de Noruega de diciembre, el club decidió esperar a realizar en enero una apuesta económica más importante por alguna lateral de primer nivel que ayudara al equipo en el esprint final de la temporada. A priori parecía una decisión lógica y acertada en lo económico.

Con esa idea asumida por todos, surgió el problema del Balonmano Alcobendas, obligado a desaparecer por cuestiones económicas. Silvia Arderius, una de las mejores centrales del balonmano español, de la noche a la mañana, se quedó sin equipo. Los rectores del Rincón Fertilidad lo vieron claro. Arderius podría ser un refuerzo de lujo para la primera línea de las «panteras». No era la lateral que se buscaba, era una central más que sumar a Doiro y Espe, pero, ¿por qué no intentarlo? ¿Por qué no probar a jugar con tres «pequeñas», sin centímetros, pero sobradas de talento?

En una operación relámpago, el club convenció a la ex de Bera Bera de apostar por el proyecto malagueño, completando la primera línea con otra central más y olvidando lo que ha sido un quebradero de cabeza los tres últimos mercados estivales: encontrar a un par de laterales (al menos una) que dieran el ansiado salto de calidad.

Lo que ha pasado después es de dominio público. Con este esquema de juego, con esta atípica plantilla, el Rincón Fertilidad es actual campeón de Copa y líder de la Liga. Por delante, muchos retos más para una plantilla con ganas de crecer, con mucha ambición y con una primera línea de «bajitas» que vuelven loca a cualquier defensa rival.