Muchos años, demasiados, tantos que ya se había renunciado a encontrar un nuevo Miguel Induráin en el ciclismo español. De hecho, ya daba igual, porque de Induráin solo hay y quizá solo habrá uno. Pero, mira por dónde, que entre los ciclistas nacidos tras la retirada del pentacampeón del Tour y doble vencedor del Giro, apareció este miércoles un Filippo Ganna, del que se creía que solo iba a crecer como estrella de la contrarreloj de la que es campeón del mundo, pero que subía por los montes de la ronda italiana al estilo de Induráin, sin levantarse de la bici y con pedaladas criminales incapaces de encontrar una respuesta digna por parte de los ciclistas que lo perseguían.

Italia sonríe en este Giro, en una carrera que descubrió este miércoles en los montes del Sila, al sur del país y tras abandonar Sicilia, que había llegado el invierno, que era hora de sacar la ropa de abrigo que se guardaba en el maletero del coche, y que llovía mientras desaparecía el sol y la carrera se sumergía en las tinieblas, para recordar que por culpa d la Covid-19 la prueba se disputa en octubre y en una tierra calabresa que ahora vive de sus boletus, porque es la época y porque refresca para mayor desgracia de los corredores del Giro.

Nacido tras el Tour de 1996

Y sonríe Italia porque el abandono de Geraint Thomas ha dado alas a un nuevo valor de este ciclismo que crece tan rápido que está haciendo viejos a los ciclistas que acaban de cumplir 30 años. Ganna nació el 25 de julio de 1996 cuatro días después de que se confirmase en París que Induráin había perdido el Tour, el sexto que nunca llegó.

Con el galés en concurso, Ganna ni habría podido colarse en la escapada donde también iba el manchego Héctor Carretero, ni mucho menos demostrar que con 1.95 metros de estatura se puede no solo escalar montañas sino dejar clavados a corredores más pequeños y supuestamente más hábiles en este terreno.

Almeida, otro rebelde

El Ineos nunca habría permitido la aventura de Ganna con Thomas luchando por una 'maglia rosa' que defiende con orgullo y gallardía el portugués Joao Almeida, dos años menor que Ganna, otro más en este ciclismo de jóvenes estrellas de incalculable valor, una generación que crece tan rápida y tan fuerte como no lo había hecho ninguna otra en toda la historia del ciclismo. Es impresionante. Crecen como estos boletus otoñales de Calabria.

Y ya no crece, porque lo que tenía que demostrar ya lo ha hecho Vincenzo Nibali de sobras. Pero Italia disfruta viendo que pone al Trek a trabajar en la oscuridad del Montescuro, nunca mejor dicho, como aviso -también para la Vuelta en dos semanas-, que a la que el pelotón se duerma pueden llegar de noche a cualquier pueblo o montaña. Nibali vuelve a ser el Nibali que lleva una década evidenciando que es el ciclista más valiente en los descensos. Lidera la persecución de Ganna. Todos en fila india a su estela; entre ellos, Pello Bilbao, que se coloca segundo de la general en el Giro de las tinieblas, la felicidad italiana y la llegada del nuevo Induráin.