El año 1876 vino marcado por una serie de acontecimientos trascendentales en el devenir de nuestro país. El 14 de febrero se abrieron las primeras Cortes españolas de la Restauración, bajo la presidencia de José de Posada Herrera en el Congreso y del Marqués de Barzanallana. El 25 de junio y en el marco de la Tercera Guerra Carlista, se libró la batalla de Abárzuza. La Constitución Española de 1876, promulgada el 30 de junio por Antonio Cánovas del Castillo, suponiendo con ello la restauración borbónica, fue otro de los hechos más destacados del año.

Pero otro de los grandes acontecimientos en aquel intervalo de tiempo y a tenor de la historia que nos concierne, sería la fundación de La Institución Libre de Enseñanza, el 29 de octubre. Fue una institución clave en los movimientos de cambios y renovación del país, con una repercusión capital en la vida intelectual española de su tiempo. Fundada por un grupo de catedráticos, de entre los cuales destacaba don Francisco Giner de los Ríos, con motivo de la segregación ideológica para defender la libertad de cátedra de quienes se negaron a seguir con la enseñanza que el Estado había implantado a finales de siglo. La Institución contó con el apoyo de las mentes más privilegiadas de la época, tales como Gregorio Marañón, Ortega y Gasset, Joaquín Sorolla, Antonio Machado, Ramón y Cajal, entre muchos otros. Separados de la Universidad Central de Madrid y al margen del Estado, crearon un sistema de enseñanza privado: la ILE.

Manuel Bartolomé Cossío „uno de los alumnos más destacados del propio Giner de los Ríos, a quien sucedería al frente de la ILE en 1881„, que durante su formación como estudiante pasaría largas temporadas en Londres, se erige en figura clave en la introducción del 'foot-ball' en España. Cossío, que con el paso de los años se convertiría en uno de los más destacados pedagogos del país, fue quien curiosamente trajo el primer balón de fútbol a Madrid, con el que profesores y alumnos pasarían el tiempo jugando durante sus habituales paseos mañaneros de los domingos por las zonas de Moncloa y Puerta de Hierro, convirtiéndolo en su pasatiempos favorito.

No existen demasiados testimonios de aquella época, por lo que debemos de otorgar un enorme valor a las palabras de Ricardo Rubio Álvarez, profesor institucionalista y autor del estudio de la influencia en los jóvenes del ejercicio físico dentro de la educación obligatoria, en su publicación dentro del BILE nº 391 (1893), y titulada «Los juegos corporales en la educación», en la que venía a decir: «Ya en 1890 habían regresado a la península algunos jóvenes profesores de la ILE que habían acudido a Inglaterra a perfeccionar y ampliar sus estudios. Aquellos muchachos usaban sombrero hongo de copa alta y ala corta, fumaban en pipa y se rasuraban el rostro. Persistía aún la manía británica de considerar el fútbol como un «secreto de guerra», y ellos, como espías atómicos de nuestros agitados tiempos, se trajeron la fórmula para ensayarla en Madrid.

Hasta que una mañana, uno de aquellos graduados de Oxford o Cambridge suelta un balón sobre las praderitas que Goya ha inmortalizado en sus tapices y en sus cuadros. Es cosa mágica: los chicos, como los corzos jóvenes de la vecina Casa de Campo corren alegremente detrás de la pelota y aprenden la gran lección futbolística que les brindan sus profesores».

El nacimiento de la ILE no solo supuso una revolución en el sistema de enseñanza instaurado en Madrid e influenciando a todo el país, sino que puso las bases para hacer ver a todos los españoles que el ejercicio físico era una asignatura esencial en la formación de sus alumnos, ya no solo para desarrollar buenos hábitos, sino que habría que verlo como un medicamento esencial para mantener el buen estado de salud.

De la importancia del 'foot-ball' en nuestro país y de la sensación que causaba dentro de la propia sociedad española, cabe destacar que muchos fueron los periódicos de finales de siglo que secundaron la idea de la ILE, interesándose por el auge que estaba teniendo ese nuevo sport, como así quedó reflejado en sus publicaciones:

«Ahora el sport de moda es el foot-ball, juego inglés que consiste en jugar a la pelota con el pie. Desde mañana me dedico al foot-ball. Porque pienso que en el año presente hemos de dar muchos puntapiés y es bueno ir ejercitando la puntería» (Gadeón, 6-1-1898).

«Mañana, a las tres de la tarde, se jugará también, en el campo dispuesto para ello detrás de las tapias del Retiro, la última partida de foot-ball. Entre los jugadores que más se distinguen en este sport figuran siempre los Condes de Lérida, Urbasa y Quinta de la Enjarada, y los Sres. Pignatelli, Careaga y Bermejillo, entre otros» (La Época, 3-3-1898).