Por Dios, ¡¡¡que pase algo ya!!! Que a alguien se le termine por revolver las tripas o la conciencia de una vez por todas y que se tome alguna decisión en Los Guindos o donde corresponda, en una esfera aún superior. Sea cual sea. Pero que pase algo, por el bien del equipo y de la entidad, para que esta temporada no sea un curso perdido, un año de despropósitos, y sirva para sembrar algo bueno que aprovechar en el futuro.

Hoy, cuando el mismo equipo vuelva al Carpena dirigido por los mismos técnicos y los mismos responsables sienten el trasero en sus sillones de Los Guindos, las cosas ni pueden ni deben seguir igual. En la plantilla, en el cuerpo técnico, en los despachos... debe pasar algo. Las mismas ideas no pueden seguir fluyendo como si tal cosa por el contaminado río cajista. Algo debe variar hoy lunes en la vida del Unicaja, un cadáver en descomposición, casi putrefacto, séptimo ya y a punto de quedarse fuera de los ´play off´, un equipo vulgar que no transmite nada y que sigue pisoteando su escudo en cada partido, sea en el Martín Carpena –donde pierde casi la mitad de los partidos que disputa esta temporada– o en esas canchas de la ACB en las que ya se ha quedado sin crédito ni respeto alguno.

Quiero y no puedo. Lo de este curso es una vergüenza con mayúsculas, un querer y no poder. 25 jornadas después del inicio, el equipo ha caído a la séptima plaza, con menos triunfos (12) que derrotas (13). Sin Copa del Rey, con un bochornoso ´Top 16´ todavía fresco en la memoria general, un proyecto sin identidad, un presupuesto de 18 ´kilos´ tirado a la basura, una afición hastiada y un sinfín de dudas sobre el futuro, el panorama es negrísimo. Mucho más tras un partido indigno, otro más este año, en el que el Unicaja cayó a manos del Meridiano de Erdogan en Alicante.

El que les escribe, ingenuo, tras ver el arranque malagueño en Murcia o contra el CSKA o ante otros tantos y tantos rivales este año, creía ya que lo ha visto todo, y ni podía imaginar que se podría volver salir a pista con menos actitud, garra, interés y fuerza. Pero este Unicaja está empeñado en firmar récords negativos, en ser más malo todavía en cada encuentro, en hacer, cada día, un ridículo mayor que en último encuentro. Y así fue en Alicante.

No sé si fue más triste que preocupante anotar un triple en los primeros 6 minutos y 20 segundos. Ésa fue toda la producción ofensiva malagueña. Una de tres de Jiménez. Un verdadero desastre. Al final, los de Aíto fueron capaces de transformar 13 puntos. Hasta siete cambios tuvo que introducir el técnico para hallar algo de jugo en la podrida manzana verde.

Berni, al rescate. Dio pena el Unicaja, una vez más, aciago en el tiro, limitado para jugar en estático y torpe para leer el partido. Tuvo que ser Berni el que enmendara la patética situación. Parece que al único que le duelo todo esto es al capitán. Con media vida en el club y un equipo descabezado de líderes, compromiso y dignidad, salvo contadas excepciones, Berni volvió a salir, como el día de Murcia, al rescate.

Anotó siete puntos, casi la mitad de los del Unicaja, para empatar el choque 15-15 (13´). Freeland puso a los verdes por delante (15-17), algo que no sucedía desde el 2-3 inicial, tras aquel famoso triple de Jiménez.

Pero, todo, y más en este curso, puede empeorar. Es una de las leyes sobre las que trabaja a rajatabla el Unicaja. Partido a partido. Semana a semana. Mes a mes. El marcador se petrificó en 19-17 hasta que los locales, cansados también de fallar, empezaron a acertar. El partido se fue al descanso con 34-25. Los 12 puntos del Unicaja en este cuarto llegaron, todos, salvo dos canastas de Berni y Freeland, desde el tiro libre. Y eso que Archibald se dejó 5 puntos por el camino en su peregrinar a la línea de personal y Guille Rubio otros 2.

No había palabras. Mates que se salían, tiros que no tocaban aro, pérdidas estúpidas. El Unicaja estaba muerto. Y delante, mucho ojito, no estaban ni Siskauskas ni Langdon ni Khryapa. Eran Cazorla, Rejón y Jorge García. Las mismas caras que visitaron la pasada temporada al Clínicas Rincón en la Liga LEB Oro.

Aíto se olvidó de estúpidos castigos y, en tiempos de crisis, ´tiró´ de Printezis. Gomis, que por fin anotó, firmó la remontada (44-45). Como el Unicaja no puede hacer bien dos cosas seguidas, se marchó al último acto cuatro abajo: 49-45. Su defensa presionante dio frutos. Y llegó al esprint final dos arriba: 63-65. Erdogan enchufó un triple, Jiménez respondió con otro y Avdalovic anotó un tercero: 69-68 a 13 segundos.

Está ya archidemostrado que Cook, probablemente el mejor de la temporada, no puede decidir los balones calientes. Tuvo la bola para ganar y se hizo un lío. Terminó de montarla cuando tardó más de cinco segundos en sacar de fondo. Un desastre. Erdogan anotó dos libres. Habrá que preguntarle a Aíto por qué el escolta rival siempre la lía. Sea un jugón o uno del montón. Dowdell, otro fichaje de ´campanillas´, erró el triple del empate. No se puede caer más bajo. ¡Que pase algo!