Impotencia, desgana, incapacidad, ineptitud, carencia del más mínimo síntoma de ser un equipo de elite, debilidad mental, frialdad, indiferencia... Se acaban los adjetivos para definir a este Unicaja, que hace no mucho tiempo fue un equipo de baloncesto y hoy es sólo una banda incapaz siquiera de aguantar un cuarto a su rival. Sí, esta vez era el Barça el que estaba al otro lado, el líder de la Liga, un gran equipo, pero el mismo que perdió el otro día en Las Palmas.

La ley del más fuerte golpeó ayer con dureza al Unicaja. Porque el primero de la ACB se paseó por Málaga camino del liderato al final de la Fase Regular y de la inminente Final Four que coronará en un par de semanas en Estambul al mejor equipo del mundo a este lado del Atlántico.

Lo que otrora habría sido un duelo casi de igual a igual entre dos de los «grandes» del baloncesto español, a día de hoy es una guerra en la que unos –ellos– van con munición de primera y otros –los nuestros– con balas de fogeo y fuegos artificiales. Es una pena, pero la puñetera y asquerosa realidad.

Parece mentira, pero hace ahora sólo cinco años que el Unicaja apeó al Barça de la Final a Cuatro de Atenas 2007. Fue después de una noche memorable en la que Pepe Sánchez hizo a Málaga vibrar con aquel triple que todavía hoy retumba entre las cuatro paredes del Palacio. Ha pasado relativamente poco tiempo desde entonces, pero cualquier parecido con aquella realidad es hoy sólo una pura coincidencia.

Y es que ni este Unicaja es como aquél, ni siquiera este Carpena es como el de antes. Ayer, sin ir más lejos, no competía el horario del partido con nada atractivo. A las seis de la tarde, Nadal ya se había merendado a Djokovic y el «cuatro latas» de Alonso ya había jugado al «corre corre que te pillo» con varios coches de Fórmula Uno de los de verdad. No jugaban tampoco ni el Málaga ni el Barcelona de Messi ni el Real Madrid de Cristiano. O sea, que era el día perfecto para aunar esfuerzos y para que se llenase el Palacio a reventar. Pero no. Hubo demasiado plástico azul en la grada. Oficialmente fueron 10.500, pero lo cierto es que faltó demasiada gente para ser el Barça.

En pleno Festival de Cine de Málaga, el Martín Carpena asistió ayer a una película de terror que no por esperada fue más tétrica. Antes de empezar ya se intuía el final, estaba claro en el guión que los buenos iban a ganar y los malos iban a perder –como en casi todas las pelis–, pero quizás nadie podía esperar que la sangría fuera tan grande desde el mismo salto inicial.

Y es que fue un partido sin historia. El equipo de Pacual no necesitó ni sufrir ni sudar. En menos de dos minutos, el Barça ya ganaba 2-10. Mediado el segundo cuarto, la desventaja era de -23 (16-39). O sea, que el 27-48 del descanso era ya una sentencia definitiva. Por si acaso, en el tercer cuarto subió la renta a 27 (41-68) y el último periodo fue una oda a los minutos de la basura con una lenta agonía verde camino del bocinazo final intentando que la herida sangrara lo menos posible, aunque con el rival rozando los 40 arriba.

Las duras palabras del presidente García durante la semana pidiendo a los jugadores más testiculina y compromiso no tuvieron reflejo sobre el parqué. Algunos estuvieron en su línea habitual –muy mal– y otros (Zoric, por ejemplo) se contagiaron del resto para parecer mucho peores de lo que son.

Casimiro fue contundente con los suyos en la sala de prensa: «No tengo nada más que hablar con la plantilla, hablar con ellos es como predicar en el desierto»... Poco más se puede decir. El manchego lo está dando todo, pero sin recibir nada a cambio y se ha hartado.

Sé que suena a utopía. Que esto no lo arreglarían ni Obradovic en el banco y Kirilenko en la pista. Pero hoy más que nunca, hay que mirar al frente. En Alicante ayer ganó el Lucentum y perdió el Manresa. O sea, que el play off está a dos victorias y el noveno puesto, el que te da la plaza fija en la Euroliga, a sólo una. CAI, Manresa y todavía el propio Lucentum, al que se le tiene ganado el average, son los tres rivales directos por la octava y la novena posición. ¿Qué nos queda? Pues visitar Badalona –el jueves–, recibir al Fuenlabrada –el domingo–, viajar a la pista del Gescrap Bilbao la penúltima jornada y terminar la Fase Regular ante el Banca Cívica, en el Palacio.

Ganando los cuatro, el equipo estará en el play off. Ganando tres, la plaza europea podría salvarse. Con dos o menos, vacaciones antes de tiempo y futuro europeo pendiente de los despachos. Así está el panorama... y así se lo he contado.