Ha sido un bombazo. La marcha de Álex Abrines ha sentado en Los Guindos como una patada en los mismísimos. Después de una temporada agria, con Jasmin Repesa volando hacia Málaga y Sergi Vidal, el mejor jugador nacional del pasado curso, virtualmente atado, la floreciente ilusión en lo que estaba por venir se ha vuelto a transformar en depresión en el entorno cajista. De un plumazo. En un pis-pas.

Ayer leí y escuché todo lo que pude sobre este desencuentro entre el alero mallorquín y el que ha sido su club las dos últimas temporadas. Respeto todas las opiniones, pero no puedo estar de acuerdo con los que quieren cargar en la espalda del presidente, Eduardo García, o del director deportivo, Manolo Rubia, la culpa de todo lo que pasa. No puede ser que cuando hay calor la culpa sea del presidente y cuando hay frío sea de Manolo.

Me parece –con perdón– muy ventajista decir ahora que el club debería haber atado antes a Abrines para que esto no hubiera pasado. Por esa misma regla de tres, habría que haberlo hecho antes con Faverani, Paulao, Freire, De Cobos, Servera y tantos otros. Y si eso hubiera pasado, a día de hoy el club estaría hipotecado hasta las cejas... si es que no hubiera desaparecido ya.

Abrines tiene una pinta fenomenal. Probablemente sea un gran jugador en el futuro, pero a día de hoy es sólo un melón por calar de ¡¡18 años!! Y un club como el Unicaja no puede poner un cheque en blanco encima de la mesa de un teenager, por muy MVP europeo que sea o por muchos triples que le metiera una mañana de domingo al Estudiantes. ¿Por qué el Barça sí puede hacerlo? Pues porque tira con pólvora ajena. Sólo con la mitad del dinero que recaude este verano de las camisetas que venda de Messi en la Botiga del Camp Nou se pueden llevar a Abrines, al resto de la cantera cajista, a la de El Palo y hasta a las chicas de La Asunción. Es la diferencia entre ser un CB (Club Baloncesto) o un FC (Fútbol Club).

Una vez me dijo Dejan Bodiroga que en su país (creo que entonces todavía era Yugoslavia) un jugador con 19 años ya se considera un veterano. Que a esa edad el que no ha debutado en la primera categoría de su Liga, es que no vale. Aquí, sin embargo, las cosas no funcionan así. El club me consta que lleva varios meses intentando renovar al balear. Es más, el propio Abrines así lo ha reconocido públicamente, pero Igor Crespo, su representante –la mente calenturienta que está detrás de todo este desaire– es el que no ha querido. O sea que se ha intentado y no se ha podido.

Ya se sabe que cada uno juega donde quiere. Y a todos nos ha quedado muy claro que Abrines ha decidido que no quiere jugar aquí ¿Qué más puede hacer el club?