Cuando a un equipo repleto de «francotiradores» le dejas circular el balón sin ningún tipo de oposición, permitiendo que les llegue en inmejorables posiciones de lanzamiento, lo normal es que anoten en la mayoría de sus intentos. Bien es cierto que ayer el conjunto italiano tuvo un gran porcentaje de acierto, principalmente desde la línea de tres puntos, pero es que ante anotadores natos nunca puedes dejar que entren con tanta comodidad en el encuentro, y ayer lo hicieron. Si desde el primer cuarto no aplicas la intensidad suficiente en defensa y te limitas a intercambiar canastas, puede que inicialmente, como ocurrió anoche, estés parejo en el marcador, pero has dotado de una confianza tremenda a los jugadores rivales. Cuando quieres reaccionar e incrementar la presión defensiva es demasiado tarde. Incluso con una gran defensa, las acciones del rival siguen terminando en canasta.

El Unicaja no encontró en ningún momento la manera de frenar el ataque de los italianos y encajar 91 puntos fuera de casa, que al final del encuentro fueron muy pocos para como se estaba desarrollando el partido, es sinónimo de derrota. Lo peor no fue el resultado final, me gustó mucho menos cómo terminó el choque el equipo verde, blanco en el día de ayer. Los últimos minutos no debieron gustarle lo más mínimo a Jasmin Repesa. Tras reducir la diferencia en el marcador a diez puntos y con mucho por jugar aún, los malagueños encadenaron varias pérdidas tontas con sus respectivos contraataques, lo que provocó que se disparara el electrónico otra vez hasta los 19 puntos en los que acabó el encuentro.

Si había que elegir victoria entre los dos partidos, ante el Montepaschi Siena y el de mañana frente al UCAM Murcia, sin duda que todos hubiésemos escogido el del fin de semana de la Liga Endesa, donde a día de hoy son más necesarios los triunfos. Quizás una derrota de la forma que se produjo en el país transalpino puede que sea la mejor manera para salir con las pilas puestas mañana. Habrá que esperar que sea así.

Aunque pueda ser un buen revulsivo de cara al encuentro con el Murcia, la sensación que dejó el partido de ayer fue demasiado agridulce. Este equipo no nos tiene acostumbrados a estar tan fuera del encuentro durante tanto tiempo, ni a tener tanta fragilidad defensiva, ya que las dos señas de identidad de este grupo han sido su fortaleza atrás y su capacidad para permanecer en todo momento con opciones de victoria hasta los instantes finales.

La mejor lectura que podemos hacer del partido en la Toscana es que los malagueños tuvieron buenos porcentajes en ataque, acciones individuales de gran nivel y a un jugador, Luka Zoric, que completó un magnífico partido, sobre todo ofensivamente hablando.