El Unicaja, en una de esas noches mágicas que tanto echaba de menos el Martín Carpena, que tantas veces hemos gozado, disfrutado y ahora tanto añorábamos, revivió todas esas sensaciones enterradas en unos años de vacío y fatiga. Escondidas en la frágil memoria del deporte, la alegría y el baloncesto fueron de nuevo uno y transformaron el Unicaja-Galatasaray en uno de esos partidos imborrables y sobre los que se puede construir y edificar un sueño, un proyecto, un porqué para volver a ir baloncesto.

Fue sin duda alguna una de esas noches que marcan un punto de inflexión en la temporada. Y quizá, en la trayectoria. Seguro que cuando vengan mal dadas, Joan Plaza les recuerda a sus hombres que perdiendo al descanso (41-42) ante el millonario Galatasaray turco se puede ganar por 27 puntos de diferencia, provocando que el rival anote tan sólo ocho puntos en el tercer cuarto y siete en el último parcial. O sea, 15 en 20 minutos. Seguro que el catalán arenga a su vestuario animando a sus hombres a defender como en esa segunda mitad, a ponerle la pasión de ese rato imborrable de baloncesto sin límites.

Que 3.900 aficionados animaran, gritaran y asustaran, en plena Noche de Halloween, como si fueran los 11.000 del aforo completo del Martín Carpena, es parte de esa conexión tan especial que se vivió anoche en el Palacio.

El baloncesto regresó anoche a Málaga en toda su intensidad, en toda su magnitud, como la Euroliga, la Champions de la canasta, reclamaba, e hizo saltar todos los resortes de alegría, de felicidad, de éxtasis. Fue a partir de una segunda mitad a la que se llegó viendo las dos caras del cuadro malagueño.

El Unicaja hizo los deberes en el primero cuarto (20-12), pero encajó 30 puntos en el segundo. Y así le fue muy complicado competir con garantías: 41-42. La defensa malagueña volvió a permitir tiros abiertos muy cómodos y una buena circulación. Y los triples machacaron la resistencia verde.

En el primer cuarto, el Galatasaray no se enteró de la película. Pero luego Ataman aclaró los sistemas y todo lo estudiado -vídeo incluido del partido ante el Valencia- vino de repente a la memoria. Hubo pases extras, buenas situaciones de sus tiradores y el 0 de 5 en triples de los otomanos del cuarto inicial se transformó en un 5 de 10 en este parcial. Cinco, 15 puntos, cada uno de su padre y de su madre: Arroyo, Gordon, Guler, Domercant y Erceg. Todos vieron aro desde más allá de la línea de 6,75 metros. Y al Unicaja se le puso el choque más cuesta arriba. Desapareció la ventaja que tuvo casi siempre y llegó al descanso perdiendo 41-42, tras un triple sobre la bocina de Dragic.

Pero regresó la magia, la química. Desde el mismo comienzo, desde la salida de vestuarios. El Unicaja puso otra vez el partido donde le interesaba, dominando con su defensa, provocando unos contra unos de los turcos, que ya no se pasaban la pelota en ataque. El encuentro se puso con pico y pala. El 52-46 no quería moverse del electrónico. Así estuvo un par de minutos, hasta que una canasta de Mensah-Bonsu lo rompió: 52-48 a 2:21. Y, desde entonces, llegó el acabose. Ese 52-48 fue el suelo donde tomó impulso el Unicaja.

De 52-48 a 58-48. De ahí, a 65-50. Y después, 74-52. Y al final, el 84-57. La máxima del encuentro. Después de un matazo de Todorovic. Y con Granger poniendo el definitivo 84-57. Echen cuentas, parcial de 32-9 en esos 13 últimos minutos. Un subidón en toda regla ante un Galatasaray hundido.

Los números del partido son concluyentes. Puntos, valoración, rebotes, canastas de dos... Pero más allá de estadíscitas quedan las sensaciones. Las de un equipo que supo estadísticas y creer en sí mismo para ganar. Y sin Toolson, que podría reaparecer este domingo en Badalona. Y sin Urtasun. Y con Hettsheimeir a un nivel muy lejano de lo que se espera de él. Y con varios integrantes aún entrando en dinámica. Llámense Calloway o Stimac, que ayer, con el viento a favor, volvió a levantar al público. Ahora debe hacerlo cuando el equipo sufra.

El Grupo C se pone bonito, con el Olympiacos invicto y líder, tras ganar ayer al Bayern Múnich, y con el Unicaja ya segundo, tras haber jugado contra griegos y turcos, los dos rivales, a priori, más duros, junto a los alemanes. Ése será el próximo «eurorival». Otra prueba.