Con Javier Imbroda el Unicaja se creyó que podía hacer algo grande. Era mediados de los 90. El subcampeonato liguero en 1995 y la participación en la Copa de Europa abría un horizonte insospechado para el baloncesto malagueño. Fue a finales de la década cuando el club dio un impulso descomunal al traer a Bozidar Maljkovic. Con él en el banquillo y Ángel Fernández Noriega en la presidencia, el Unicaja se hizo un hueco en la elite, logró la Copa Korac en Vrsac en 2001 y otro subcampeonato de Liga ACB. Y con la contratación de Sergio Scariolo todo cuadró. El esfuerzo y la dedicación de la entidad financiera por su equipo de baloncesto se catapultó hacia el éxito más absoluto de la mano del entrenador italiano, el hombre que se hizo mito en el Martín Carpena y que comandó la época más laureada, anhelada y maravillosa del baloncesto en la historia del club.

Sergio Scariolo, nacido en Brescia hace 52 años (1 de abril de 1961), casado con Blanca Ares, exjugadora de baloncesto, y padre de Alessandro y Carlotta, es uno de los personajes clave del Unicaja. Sin él, la felicidad plena no hubiese existido. Con el «malagueño» Scariolo llegaron las celebraciones en el balcón del Ayuntamiento, los paseos por autobús, el cava descorchado en la sede de la entidad financiera en la Plaza de la Marina... Fueron muchos más, por supuesto, los que antes de su gestión pusieron al club en órbita. Y otros muchos los que colaboraron en encumbrarlo hasta donde nunca antes estuvo: campeón de la Copa del Rey en Zaragoza 2005, campeón de la Liga ACB 2006 y tercero en la Final Four Atenas 2007.

Hablar de Scariolo en Málaga es hacerlo de una figura inmensa de este club. El éxito llegó con él, y una pléyade de estrellas que jugaron en Málaga bajo su trayectoria como entrenador. Su historia en Málaga comenzó en noviembre de 2003, tras la marcha de Bozidar Maljkovic y el ascenso de Paco Alonso. La situación se descontroló y el zamorano, con Louis Bullock y Victor Alexander como americanos, no encontraba el rumbo. De mutuo acuerdo, Alonso dejó de ser el entrenador del equipo. Su recambio fue Scariolo, que ese verano trabajó para reflotar al Virtus de Bolonia, pero que finalmente se quedó fuera de la Lega. Y Scariolo sin proyecto ni trabajo.

Así que por primera vez se subió a un tren con la temporada en marcha. Salvó los muebles, metió al equipo en semifinales de la ACB y lo clasificó para la Euroliga. Fue en 2004/05 cuando comenzó a forjar su leyenda. El club fichó a Jorge Garbajosa, y Scariolo le dio protagonismo a Fran Vázquez tras la lesión de Zan Tabak. El triunfo en la final de Copa en Zaragoza ante el Madrid ya es historia del baloncesto malagueño: 80-76. Luego, el equipo remontó un 0-2 en el play off de cuartos ante el Alicante, algo inédito en la ACB.

La temporada siguiente fue espectacular: campeón de Liga tras derrotar al Tau en la final por la vía rápida. Pepe Sánchez, Cabezas, Berni, Marcus Brown, Garbajosa, Daniel Santiago... Málaga vivió una fiesta increíble. Un éxito tremendo. Scariolo ya era leyenda. Y después vino la Final Four con aquel inolvidable cruce de Top 8 ante el Barça que se resolvió con un triplazo de Pepe Sánchez en el quinto duelo de la serie en el Carpena. En una semifinal durísima en Atenas, el equipo lo hizo todo bien, compitió ante el CSKA, pero cayó en la recta final (50-62) tras la lesión de Carlos Cabezas. Se rehizo con el tercer puesto tras ganar, de nuevo, al Tau: 76-74.

Hubo un año más, pero la relación se había deteriorado con la cúpula. De gran carácter, Scariolo vivió broncas tremendas con Rafael Fernández, expresidente, así que dejó Málaga con la cabeza alta, como su casa, para ir al Khimki ruso. Con residencia en Marbella, donde cobra vida la Fundación Cesare Scariolo que él preside, hoy regresa al Carpena tras siete años -lo hizo en el Costa del Sol con Milán-, el mito del banquillo verde. Recíbanle como se merece.