Qué placer da ganar en Euroliga fuera de casa. Y mucho más después del gatillazo contra el Laboral Kutxa. Toda la rabia, el hastío y la mala leche que se llevó el Unicaja la pasada semana al perder en el Carpena ante el Baskonia en el debut del Top 16 se quedaron ayer en Estambul tras una fantástica victoria. Un triunfo que sirve como venganza propia, como alivio y convencimiento contra el mal cuerpo que dejó la segunda parte ante los vascos, y que vuelve a poner al Unicaja en órbita en este terrible Grupo E de la Euroliga en el que sólo faltan los Miami Heats de Lebron James.

No era una obligación, sino una oportunidad. Y así se lo tomó el Unicaja en el Abdi Ipecki. Siempre dio la cara, nunca se escondió, jamás bajó los brazos y fue constante, con sus virtudes y sus defectos. Fue mucho más equipo que un Anadolu muy anárquico, con grandes nombres, pero sin la dureza mental que tuvo el cuadro costasoleño. Fueron 40 minutos muy buenos, constantes y llenos de control. El equipo compitió siempre y, a estos niveles y ante un rival tan irregular, fue suficiente para llegar a los minutos de la verdad con el encuentro en un puño.

No dejó de ayudar en ningún momento Zoran Dragic, la auténtica bandera de este grupo. Encarna el escolta esloveno todo lo bueno que ha tratado siempre de enseñar este club: pasión, orgullo, compromiso, trabajo y baloncesto. Fiable atrás y 16 puntos en ataque, con puntos en todos los cuartos (5 en el último), y cogiendo seis rebotes, cuatro en ataque.

Fue un factor determinante el de la lucha bajo los aros, porque permitió al Unicaja tener segundas y hasta terceras opciones. Cuando su juego estático careció de fluidez en determinados momentos, ese palmeo atrás de Fran Vázquez, esa batalla descomunal de Vlade Stimac, dieron mucho oxígeno a un Unicaja que volvió a encontrar a Ryan Toolson. Por segunda ocasión consecutiva -ambas lejos del Martín Carpena-, el escolta fue ese jugador resolutivo. Sus cuatro últimos tiros libres, unidos a dos más de Fran, sentenciaron el encuentro y le dieron al Unicaja ese 72-74 que le relanza en el Top 16.

La línea que separa la diversión de la frustración a estas alturas de la Euroliga es extremadamente delgada. Un par de tropiezos transforman lo que debe ser la fiesta del Top 16 en un velatorio. Y por eso era tan importante ganar en la mítica pista estambulí y ante el Efes, al que se le ha ganado en las tres últimas visitas malagueñas. El borrón del Baskonia se subsanó ayer y con muchísimo mérito. Porque ellos también comenzaron palmando en Madrid, y ahora viajan a Atenas para vérselas ante el Panathinaikos. Y el Unicaja sabe que en este Top 16 a 14 partidos hay tiempo para reaccionar y para engancharse.

Este Grupo E cargado de equipazos puede tener algún agujero para algún conjunto que ande alerta y despierto. El Unicaja ni tiene la pasta del Efes ni la megaplantilla del Fenerbahce, el próximo rival en el Carpena, pero es muy consciente de que compitiendo, siendo un equipo con pocas fisuras, se le puede ganar a cualquiera. Luego aparecerá el Spanoulis de turno. Y, amigo, contra los genios sólo queda aplaudir.

Pero lo que sí que hay que exigir es lo que anoche vimos sobre el parqué: entrega, pasión, roles definidos ideas claras y versatilidad, en la pizarra de Plaza y en su planteamiento. El entrenador sorprendió al alinear su duodécimo cinco inicial diferente en los 12 encuentros de Euroliga disputados, al salir sin un «tres» alto en el equipo. Ni Suárez ni Kuzminskas, algo inédito. Y la cosa comenzó a funcionar bien. El partido había arrancado con evidente vocación ofensiva. Intercambio de canastas continuo, con Toolson y el propio Caner-Medley viendo aro con facilidad. Pero pronto hubo una salida de guión. Aunque a Plaza no le entusiasma ayer situó a Suárez como falso «cuatro» en muchos momentos. El motivo es que Caner-Medley cometió su segunda falta cuando sólo habían transcurrido 5:10 minutos. Un problema, pero que el Unicaja afrontó con la actitud adecuada. Nadie bajó los brazos y compitió en cada momento. Con ciertas dificultades. El marcador fue siempre favorable. Plaza le dio también «bola» a Domas Sabonis y Sergi Vidal completó la rotación antes del descanso, dando minutos de intangibles: 36-37.

Aunque el Unicaja amenazó con repetir sus malos terceros cuartos (45-39), esta vez no hubo pie a la sorpresa. El equipo se agarró a la pista y supo sufrir. Con un Caner-Medley muy perdido, Fran Vázquez y Stimac se turnaron para hacer daño en la zona, y por fuera Toolson transformó un dos más uno y después un triplazo para seguir metidos en el partido tras la exhibición de Batuk y Hopson al final del cuarto: 59-54. Las canastas de Dragic, Suárez (su primera y única), Toolson y un triple de Calloway revolucionaron el partido (61-63). Plaza sacó una zona de la chistera y los tiros libres pusieron el 72-74. Y a disfrutar.