Con la garra de aquel Unicaja de Imbroda, con el poderío de la mejor época de Scariolo, con la testiculina que aportaba al equipo Boza Maljkovic y con la grada entregada a los suyos como si nada hubiera pasado estos últimos 20 años. Así ganó ayer el Unicaja al todopoderoso Fenerbahce turco en una noche épica que quedará para el recuerdo del club de Los Guindos. Los verdes perdían 74-75 a poco más de 4 minutos del bocinazo final. Pero a partir de ahí, un demoledor parcial de 15-0 dejó el marcador en un impensable 89-75 final que coloca a los verdes en la carrera por los cuartos de final.

Lo de ayer fue un auténtico pelotazo. Un triunfo heroico ante un rival de postín, fabricado a golpe de talonario y aparentemente inaccesible, pero que se rindió en Málaga en el último cuarto al empuje del Unicaja y a la magia de un Carpena que volvió a ser lo que tantos años fue hace una década: la cancha más dura de Europa. Esa pista en la que nadie podía ganar. Se llamara el rival CSKA, Panathinaikos o incluso Memphis Grizzlies.

Que a nadie le engañe el actual 0-3 del Fenerbahce en la clasificación. Ganarles ayer roza lo épico. El equipo turco es una pasada. Una máquina engrasada para arrollar. Lo tiene todo. Lo dirige en el banquillo el mejor entrenador del mundo (NBA al margen), tiene talento en ataque, kilos y fuerza en defensa, polivalencia en un plantel con jugadores capaces de alternar tres posiciones, unos recursos humanos inagotables... Vamos, que el Fenerbahce huele que «apesta» a Final Four. Diga lo que diga hoy la clasificación. En Milán´2014 estarán ellos y otros tres más. Tiempo al tiempo.

Fue una gran tarde-noche. Un día de esos para recordar. El partido tuvo de todo: emoción, euforia, épica y hasta el toque revival de ver otra vez juntos a aquellos «guerreros» que a mediados de los años 90 pusieron al entonces modesto Unicaja en el mapa del básket nacional y europeo con letras de oro.

Este equipo de Plaza genera ilusión. Por fin. No ha ganado nada todavía, pero como dicen en el cole «progresa adecuadamente». Y además lo hace justo cuando hay que hacerlo, en el momento de la verdad. Y es que a tres semanas de la Copa del Rey, el Unicaja parece vivir su mejor momento de la temporada. Lleva cuatro victorias seguidas, cada día se suben más jugadores al carro, recupera poco a poco el favor de su «marea verde» y ya es una amenaza para cualquiera que esté al otro lado de la pista. O sea, que el equipo está, seguro, donde todos queríamos que estuviera a fecha de 18 de enero. Una gran noticia.

No es hoy día de destacar individualidades, pero lo de «Zoki» Dragic empieza a ser orgásmico. Defiende, penetra, ataca, las mete de dos, de tres, se pega con quien sea, contagia a los compañeros... Si este tío no está en la NBA en un par de años será porque él no quiera ir. Como diría el añorado Andrés Montes: «¡Jugón, jugón, jugón!».

Pero sería injusto destacar sólo al escolta esloveno porque Hettsheimeir estuvo infalible en el tiro, Toolson aportó canastas claves, Suárez se multiplicó atrás y delante, Stimac demostró que puede ser un jugador de refresco determinante para este proyecto, Calloway y Granger repartieron juego... en definitiva, que fue una victoria coral, con Joan Plaza, además, especialmente hábil anoche con sus rotaciones y con su pizarra.

El único lunar fue la lesión de Fran Vázquez. El pívot gallego se retiró con un esguince de tobillo en el segundo cuarto y ya no se le volvió a ver por el parqué. Por eso todavía tiene más mérito el triunfo ante los de Obradovic.

El partido fue muy igualado. Los de casa salieron a por todas (8-1), pero el Fenerbahce equilibró las fuerzas al final del primer acto (19-19), se fue al descanso dos arriba (37-39), al final del tercer cuarto mandaba por cuatro (62-66) y solo en el esprint final tiró la toalla, ante el empuje de los verdes.

La situación pinta bien para el Unicaja. Este grupo de la muerte te exige cada partido un plus para sumar. Ganar está carísimo. En casa y fuera. Con 2 victorias tras 3 jornadas, no se le puede pedir más al equipo verde. El calendario de aquí al final de la primera vuelta es matador: viajes seguidos al Palau y a El Pireo, visita al Carpena del Panathinaikos y otro desplazamiento para cerrar el primer tramo del Top 16, esta vez a Milán. Brutal. Hoy, de momento, toca celebrarlo.