No hubo sorpresa. El guión establecido para el primer partido de la Copa 2014 se cumplió de forma escrupulosa. El Real Madrid, además, lo hizo por la vía rápida. El 15-6 sobre el Herbalife Gran Canaria del arranque fue toda una declaración de intenciones. Y es que está claro que los blancos han llegado a Málaga con un objetivo entre ceja y ceja: levantar el domingo el trofeo copero. No les vale otra cosa. Son los máximos favoritos. Ellos lo saben y no rehuyen el rol. Por eso nada mejor que mostrar sus cartas desde el principio. Después de su exhibición de ayer ante el siempre competitivo «Granca» no creo que haya muchos valientes que todavía duden de quién manda aquí... al menos por ahora.

No tardó mucho el Real Madrid en marcar territorio. De la mano de un Mirotic estelar, 9 puntos en menos de cinco minutos, el líder de la Liga Endesa se colocó 15-6 en el marcador. A los amarillos no les entraban los tiros, tampoco podían correr y el Real Madrid, empujado por su gente, controló la situación con una autoridad pasmosa.

Pedro Martínez buscó soluciones en su banquillo. Nacho Martín, por dentro, y el tocado Oliver, en la dirección. Pero el panorama no cambió antes del final del primer cuarto (19-9). Más 10 para un Madrid en plan aspirante número uno a todo lo que haya en juego.

Un alley hoop entre Sergio Rodríguez y Slaughter abrió el segundo parcial. El «Granca» se estrelló una y otra vez ante la defensa blanca y la diferencia siguió in crescendo sin solución de continuidad. Con 13 minutos largos de partido jugado, el 26-9, tras triple de Carroll, parecía una especie de sentencia definitiva. Y es que sólo Tavares y Newley veían aro, paupérrimo contrapunto ante el que todos piensan que es el mejor equipo de Europa en la actualidad.

Sergio Rodríguez sacó su chistera en el esprint final del primer tiempo. Asistió a Bouroussis, a Felipe, a Rudy... Dio un clinic de pases imposibles para elevar la renta por encima de la veintena. Fue una pena ver a la afición amarilla rendida tan pronto en la grada a la exhibición de los merengues.

El bocinazo final dejó el partido en 41-20. Un castigo duro y que hacía presagiar una segunda parte con demasiados minutos de la basura.

Y así fue. El paso por los vestuarios no varió el panorama. Más bien al contrario. Dio la impresión de que el Real Madrid podía ganar por los puntos que quisiera. Daba lo mismo que estuviese en la pista Draper o el «Chacho», Mirotic o Felipe, Boroussis o Slaughter. El Madrid era una máquina de hacer baloncesto y de triturar a su rival.

Después de un +26, 58-32, el Gran Canaria revivió con un parcial 3-11 que dejó el partido 61-43 a falta del último cuarto. Fueron los mejores minutos de los amarillos en el partido. El pío-pío sonó al fin en la grada del Carpena. No había tiempo ni opciones reales, pero el 63-46 mediado el último cuarto les hizo, al menos, disfrutar un ratito de la Copa 2014.

Al final, victoria de los blancos 83-60. Lo mejor para ellos, el poco cansancio acumulado con el que llegarán a la semifinal del sábado. Laso rotó a su gente, no hubo percances físicos y del partido salieron todavía más favoritos de lo que llegaron. En definitiva, una tarde perfecta para un Madrid que mete miedo.