La irrupción en el segundo cuarto del «medio tuerto» Jayson Granger, capaz de cambiar el ritmo de un partido que por entonces amenazaba ruina (12-25), una puesta en escena muy completa de Fran Vázquez (16 puntos y 10 rebotes) y tres triples casi seguidos de Nik Caner-Medley cuando más calentaba el sol, fueron las claves anoche de la primera victoria del Unicaja en su serie de cuartos de final ante el Herbalife Gran Canaria. El equipo de Las Palmas lo dio todo en la pista, acorraló durante muchos minutos al Unicaja y rozó con los dedos la victoria en Málaga, pero se fue del Carpena tocado, aunque me temo que no hundido.

El Unicaja dio primero. Sí. Pero aquí queda mucha tela que cortar. Que nadie se engañe. No hay nada hecho. La semifinal liguera pasa por ganar, todavía, un partido más. Y, visto lo visto, costará sangre sudor y lágrimas derrotar a los canarios. Allí o aquí.

Pero nadie dijo que iba a ser un cruce fácil. Estando el Herbalife al otro lado de la pista, no queda otra cosa que sufrir. A los amarillos les da lo mismo tener bajas -Hansbrough se ausentó a última hora por una gastroenteritis-, el factor pista en contra, menos músculo que el Unicaja o menos recursos. A ellos les sobra carácter y, sobre todo, testiculina. De eso van más que «sobraos». Por eso es un equipo tan «coñazo», por eso han acabado la Liga quintos y por eso costó ayer tanto ganarles... y lo que costará todavía el pase a «semis». Tiempo al tiempo.

El 1-0 en la eliminatoria, eso sí, es un subidón de adrenalina para el «unicajismo», tan necesitado de noches de gloria como la vivida ayer. El triunfo sirve para rearmar de moral al equipo, reafirma su condición de favorito, pone contra las cuerdas al rival y permite ahora la bola extra de tener dos opciones para sentenciar al enemigo. Y es que lo de anoche permite al Unicaja ir a Las Palmas con la tranquilidad de que si vienen mal dadas el domingo en la isla siempre quedará la opción del desempate del martes en la península.

Plaza grabó a fuego en la cabeza de sus chicos que el de ayer era «el partido» de estos cuartos de final. En un cruce exprés como éste, con partidos casi un día sí y uno no, es verdad que ceder como local en el estreno de la serie hubiera sido un pasaporte directo hacia el abismo. Por eso, había que ganar sí o sí. Cualquier otra cosa habría hecho reaparecer los fantasmas de la pasada Copa o de las últimas temporadas.

Pero no hubo lugar. El equipo supo jugar sus bazas, se sobrepuso con brillantez a los malos momentos que llegaron durante el partido (bastantes, por cierto), supo leer con paciencia la tela de araña defensiva planteada por la pizarra de Martínez y acabó dando un paso al frente camino de las semifinales, un territorio inexplorado desde hace nada menos que cuatro temporadas, recién llegado Aíto al banquillo verde.

Los números anunciaban una eliminatoria igualada, con dos equipos reboteando como «bestias», con el Unicaja jugando a meter 80 puntos y con el Herbalife buscando un marcador corto para hacer valer su defensa asfixiante. Pues bien, el guión fue por esos derroteros. Pero los verdes mandaron bajo los aros y sumaron 78 puntos. Justo lo que necesitaban para que el triunfo quedara en casa.

Mención especial, por cierto al Martín Carpena. Solo hubo seis mil y pico en la grada. Pero ¡qué manera de animar! La afición fue decisiva en el último cuarto. Tiraron del equipo y acongojaron al rival al ritmo de sus silbidos y del himno del Unicaja. Siempre lo he dicho, que con la grada así, es casi imposible perder. Ayer, una vez más, quedó demostrada la ecuación: equipo+afición=victoria segura.

El resumen de ACBtv: